No hay forma de arrancar. Entre el tormentoso otoño que nos estamos llevando al gaznate y mi nueva condición de abnegado papi voy a terminar por cubrir de telarañas las asics y el forerunner. La climatología es adversa a más no poder, lloviendo con fuerte viento un día sí y otro también. En esas condiciones resulta demasiado valiente eso del deporte al aire libre. La cinta de correr está todavía en casa ajena, esperando su repatriación, y si no cambian pronto las cosas no tendré más remedio que repescar esos rodajes a cubierto frente al televisor.
Al condicionante de la paternidad hay que considerarlo en renglón aparte. El bicho en cuestión no anda más allá de los 21 días de permanencia visible entre nosotros, pero reclama nuestra atención las 24 horas del día. El retorno paterno a las obligaciones laborales puso en Mayte la mayor carga de trabajo al respecto, y cuando aparezco en casa no tengo valor para objetar de mis tareas domésticas en favor de un poquito de tiempo para, por ejemplo, salir a correr. El resultado es el que es, y semana tras semana se va posponiendo el inicio del plan para maratón. Esto es ya como las dietas, el lunes empiezo, y mañana es lunes.
Desde que apareció Carlota he salido a correr 3 veces (en 3 semanas, un promedio arrollador), he nadado 750 metros y si vale como entrenamiento, un día hinché las ruedas de la bici de carretera. Lo del nadar fue por ver, básicamente, si puedo recorrer esa distancia sin ahogarme, porque el 21 de diciembre montan por aquí un triatlón distancia sprint (modificada, con 30km de bici y 6 corriendo) y tenía mis serias dudas. Me costó una eternidad pero no tuve que usar los manguitos hinchables de mi sobrino, que ya es un punto.
A ver si mañana puedo correr un ratito y contarlo después.
Salud y buenos rodajes a todos.