lunes, 28 de abril de 2008

MARATÓN DE MADRID 2008

La foto de los Tres Mosqueteros, o del trío Rolling-Slow, es cortesía de Dallas y Mayayo

(Si tienen prisa dejen la lectura para otro rato. El tamaño del ladrillo es considerable)

Corriendo más deprisa hubiera llegado algo antes (no mucho, no vayan ustedes a creer), ¿y qué? Me hubiera perdido lo mejor. Entro en detalles.

El día antes empieza todo con la comida de la gente del foro de carreras populares. Veo gente que conozco de Almansa, y pongo unas cuantas caras a otros tantos nicks. La experiencia resulta magnífica y termina con el tiempo justo de acercarme a la feria del corredor para recoger el dorsal. Mi amigo David Capa me hace de guía, tarea que termina por resultar fundamental porque afloran mis más provincianas carencias y advierto que nunca hubiera llegado al lugar yo solo.

En la feria recojo el dorsal, la camiseta talla etíope y todo lo demás, y dando una vuelta por los stands tropiezo con Paquillo Nekerun, Miguel Morea (con la gran Encarni) y Germán Alonso. También aparecen, muy poco después, Pedrito Wild (con Cristina) y la familia Barney, Roberto, su mujer y Terremoto Robertito. Como el Neke es todo un caso se trae una zapa de cada marca, y por no ser el domingo carnaval decide comprar un nuevo par. David el sherpa nos lleva a la tienda y yo me agencio un par de calcetines medilast que me van a dar en carrera el futbolero aspecto de defensa central de la selección alemana. Si el Neke puede estrenar zapas yo puedo estrenar calcetines.

Ya en el cuartel general, Pilar, la matriarca del clan de los Vico me cocina unos macarrones a la altura de las mejores ocasiones, y cenamos charlando, ajenos a lo que espera el domingo. Guardo parte de esa pasta y me la zampo para desayunar, a las 6 de la mañana del día de autos.

La quedada de blogueros para la foto de salida es casi tan caótica como la de los foreros del CP.com, o soy yo mismo el que no se entera, que es lo más probable. Total, que saludo, eso sí, un auténtico placer, a unos pocos y para allá que nos vamos.

Tras el imperceptible cañonazo de salida enfilamos con control los primeros kilómetros, que son Castellana arriba. Darío pierde su botella de isotónico. Antes del 1 nos da alcance José Luís. Se presenta con un escueto “¡Hombre!, ¿Qué tal?, No os lo vais a creer, pero yo estoy aquí poco menos que gracias a vosotros, Sí, sí, a vosotros dos, precisamente”. Resulta que es uno de esos (pocos) insensatos que nos lee por la blogosfera. Se monta en nuestro utilitario y empezamos el viaje ya en plan Tres Mosqueteros. Darío llevaba barritas. Nos las quiere enseñar pero no están. Las ha perdido también.

Antes del dos oímos cachondeo a nuestras espaldas. Nos acaban de dar alcance los Garabitas. El gran Paco Garabitas, una enciclopedia con zapas, dirige el grupo. Vaya lujo. Aprendemos a beber en carrera “Cojéis la botella, tiráis un tercio y lo rellenáis con isotónico, que nos van a hacer falta las sales”. Esa maniobra nos iba a durar todo el maratón. En el 9 hacemos una parada técnica para expulsar parte del líquido sobrante y se nos van. Les tenemos a la vista, pero no está el día como para determinadas exhibiciones y nos quedamos a lo nuestro. Darío llevaba el plano de la ciudad. Se le ha caído. Debe andar camino de las barritas y la botella.

En el 10 nos apretamos el primer gel. Darío guarda los suyos bajo llave. Perderlos también iba a ser un drama. En este avituallamiento José Luís se nos escapa un buen trozo. Al verse solo decide (inconsciente criatura) esperarnos. Llegamos anunciándole que si persiste en su intento de ir con nosotros su marca va a ser una ruina. Con su sonrisa demuestra ser uno de los nuestros: ¿qué es una marca? Seguimos corriendo animadamente. La conversación cada vez es más entretenida, y el relieve favorable nos lleva sin sufrir demasiado hasta el medio maratón. 100 metros antes de la alfombra de cronometraje del mismo Darío entabla una sana amistad con una corredora que cojea ostensiblemente. Él la anima, y le dice que el año próximo lo conseguirá. Ella responde gruñendo que es su octavo maratón, que corrió hace tres semanas el de París y que nos vayamos todos a tomar viento. Darío, genio y figura. Poco después nos trincamos el segundo gel.

José Luis conoce bien la segunda mitad del recorrido. Desde ahí nos va contando la cara que pone el asfalto casi metro a metro. Eso nos ayuda mucho, porque nos permite dosificar. Entramos en la Casa de Campo. La primera parte del recorrido es cuesta arriba. Esa subida marca de algún modo la frontera entre nuestra carrera cómoda y lo que vamos a sufrir. Poco después del avituallamiento realizamos la segunda parada técnica para regular los niveles de líquido corporal. Unos arbustos hacen las funciones a la perfección y seguimos. Saliendo de la Casa de Campo, y coincidiendo con la primera cuesta realmente dura, andamos por primera vez. Hasta ese momento, y es ya hacia el kilómetro 28, sólo hemos caminado para beber, cada vez que tocaba.

Hasta el 30 seguimos con ánimo. Poco antes de ese kilómetro nos cruzamos con un corredor que camina en dirección contraria. Darío comenta que siente las piernas cargadas. El colega, haciéndonos pagar lo poco que intima con el sexo opuesto, le responde indignado. Ahí ya me permito aconsejar a mi compañero del alma que se abstenga de entablar cualquier tipo de relación con otros corredores o público en general. Los Tres Mosqueteros y nadie más. Acepta con resignación dirigirse a la gente con un escueto “ánimo”.

En el 33 aparece mi amiguete Eduardo. Me había dicho que vivía cerca de ese punto kilométrico, y alucino en colores porque el tío anda ahí esperándonos (y pasamos ya con cierto retraso sobre Chema Martínez, la verdad). Nos acompaña un buen trozo y aprovechamos para caminar. Volvemos a trotar despacito hasta el 35. Ahí empieza lo que yo conozco y mis compañeros de aventuras no. Les cuento la historia del muro, del tío del mazo y de la madre que los parió a todos. Yo voy sorprendentemente bien, y les pido encarecidamente a ellos que se sometan a un chequeo rápido para determinar que el buen aspecto que traen obedece a su frescura física real. No me contestan, cosa que interpreto como el peor de los augurios. Sin embargo, seguimos.

Ahora ya debemos caminar un poquito más. Lo hacemos sin demasiados problemas, intentando meter trocitos de suave trote, cuanto más largos mejor. Les digo que debemos empezar muy despacito, y el cuerpo nos dirá cuándo podemos ir más rápido (a 4’ el kilómetro, bromeo). Lo aprendí de Santi. Él lo aprendió de Paco Garabitas. No sé quién se lo enseñó a Paco, pero sería un sabio.

En este brete alcanzamos el 40 y luego el 41. Pasado este último punto kilométrico, y tras tomar fuerzas empezamos a trotar seguido, ya hasta la meta. La entrada en el Retiro es apoteósica. Los corredores que nos cruzamos andan eufóricos porque ya terminaron, y nos animan a rabiar. Vemos las vallas a ambos lados del asfalto, y al fondo los arcos de meta. Subimos el ritmo por el efecto de la adrenalina. No hago más que decir idioteces. Creo que llego incluso a cantar. Pasa el 42 y queda el paseo de los campeones. Oigo un grito: “¡¡¡Pepeeeee!!!” Miro a mi izquierda y reconozco a Lucas, a punto de perecer por culpa de una insolación. Lleva casi dos horas esperando que aparezcamos. Ha venido en moto desde Zaragoza sólo por vernos y comer con nosotros. Me llevo las manos a la cabeza, le saludo y sigo. Justo después de cruzar la meta correré (?) a abrazarle. Me quedan menos de 100 metros y los voy a usar para darle sentido a todo esto. Ya no estoy feliz por mí. Se me olvida la dedicatoria que tenía pensada. En mi cabeza sólo están esos dos mozos que me han acompañado toda la carrera. Para ellos es su primer maratón. Han sufrido mucho y están a punto de vivir lo mejor, algo único, que ya nunca se va a volver a repetir. Me pongo al frente del grupo y decido agarrarles la mano. Entramos los tres como un equipo. Los Tres Mosqueteros. Lo hemos conseguido. Miran al suelo. Tardan un poquito en asimilarlo. Enseguida levantan la cabeza y veo sus sonrisas. No tienen precio. Nos repartimos abrazos de tres en tres. Les felicito. Me siento como nunca. He sido un poquito su liebre. ¿Quién me lo iba a decir?


La comida de las agujetas merece capítulo aparte. Me sentí entre amigos. Y cuando digo esto, quiero decir que tuve la sensación de que toda aquella gente nos conocíamos de siempre, y a muchos no los había visto en mi vida. Cosas de la blogosfera. Empiezo por ahí el capítulo de agradecimientos, con todos esos comensales que fueron mis amigos. También a los que no pudieron venir a la comida pero estaban en espíritu. Al menos nos vimos en la feria y charlamos un ratito. Vais a tener que aguantarme en vuestros blogs mucho tiempo.

A la gente de Carreraspopulares.com, gracias por montar la comida del sábado y tratarme tan bien. En especial, gracias a David por convertirse en mi guía toda la tarde del sábado. Un provinciano es un provinciano.

A Lucas, por hacernos sentir tan importantes como para justificar el palizón de viaje que se pegó, sólo por conocernos viéndonos un ratito. Gracias, socio. Eres único.

A Santi, por seguir tratándome como a un hermano menor, el que cayó en la marmita, y velar por el antes y el después, excursión al aeropuerto incluída. Gracias, amigo.

A Darío por ser el mejor anfitrión y, junto a José Luís los mejores compañeros de maratón que he tenido nunca. Gracias por hacer de ésta mi mejor carrera. Lo siento, José Luís, porque te arruinamos la marca. Pero no digas que no te avisé.

A Pilar, la mamá de Darío, por darme techo, macarrones y agradable conversación. Gracias por tanta amabilidad. Me sentí como en casa.

No tengo dudas. Fue mi mejor maratón. Difícil de superar.

MI MEJOR CARRERA


Sin duda. A la tercera fue la vencida. El tercer maratón ha sido para mí el mejor. En la foto aparece todo aquello que equilibra la soledad del corredor de fondo. No están todos los que son (Darío y Germán, queridos, la que os perdisteis) pero lo son todos y cada uno de los que aparecen. No comimos mucho, cosas del correr, pero las sonrisas hablan a las claras del ambientazo.

La carrera, lo repito, está ya en el número uno de la lista entre todo lo que he corrido. Las razones de todo ello trataré de darlas en la crónica. Dadme un poquito de tiempo para ordenar las ideas y cuelgo el relato de los hechos. Eso sí, puedo avanzar que terminamos, los tres mosqueteros, tan felices.

Pinchad en la foto para ver al personal más de cerca. Todas esas sonrisas lo valen.

Salud

lunes, 21 de abril de 2008

NO QUEDA NADA, Y SERÁ EL TERCERO


Me decía Darío el otro día que entrenase. Le contestaba yo que no, que ya está todo hecho. El sábado hice los últimos 16 kilómetros cómodos, el lunes salí suave un ratito y esta semana va a ser de martes, jueves y domingo. El rodaje largo el fin de semana, claro, y con unos cuantos miles de amiguetes que saldrán a lo mismo.


Va a ser mi tercer maratón, y le tengo más respeto que al primero y al segundo porque ya no puedo esconderme tras la ignorancia del novato. Sé lo que pasa cuando los kilómetros empiezan a juntarse en las piernas, todos más o menos en el mismo sitio. Sé cómo se me ponen los cuádriceps de duros, cómo me empiezan a quejarse las rodillas y cómo comienza la amenaza de mi maltrecho tendón de aquiles. Y sé cómo de cabrón es el perfil de los últimos kilómetros del maratón de Madrid.


Ando, pues, a medio preparar, que es como me parece que andamos siempre todos cuando debemos enfrentarnos a los 42195. Nunca se está lo suficientemente en forma como para saber a ciencia cierta que la carrera no va a presentar problema alguno. Esa es la mística del maratón: cada encuentro con él es único e irrepetible, y lo incierto del resultado de esa cita nos tiene desde varios días antes con un montón de mariposas revoloteando por el estómago.


Muchos van a debutar el domingo. Madrid es el lugar ideal para hacerlo. El ambiente es difícil de igualar. Van a ser miles los que tomen la salida, y de este modo siempre habrá un grupo al que juntarse para llegar a la meta al ritmo más o menos previsto, con gente por detrás con la que continuar si las cosas no van del todo bien. A los que se enfrenten por primera vez con la distancia debo pedirles que se presenten en la línea de salida con la máxima ilusión. El primer maratón no se va a repetir jamás, y todas las experiencias que van a vivir serán únicas. Que se preparen para sufrir porque en un maratón sufrimos siempre: entonces lo importante va a ser la capacidad que tengan para convertir ese sufrimiento en disfrute. Eso es lo fundamental en el primer maratón: no la marca que se consiga sino lo que se llegue a disfrutar de la carrera, aunque nos duela todo desde el kilómetro 30.


Mucha suerte, pues, a todos. Entre el kilómetro 30 y el 35 hay un tío cargando un mazo. Cuando lo tengáis delante hay dos posibilidades: esperar a que os sacuda o sacudirle vosotros. Para darle a él hay que haber guardado fuerzas sobretodo al principio de la carrera. Entonces seguro que no puede con vosotros. Mapoma no se corre con las piernas. Se corre con la cabeza.


Salud.

viernes, 18 de abril de 2008

PROYECTO MADRID RÍO: CEMENTO EN EL PARQUE


Mi amigo COMMEDIA, asiduo al foro de la web http://www.elatleta.com/, me mandó ayer un correo contándome su perplejidad y estimulando la mía sobre un proyecto de reforma de los márgenes del río Manzanares en Madrid. Se proyecta un paseo kilométrico siguiendo el cauce del río, probable nuevo paraíso para todos los corredores de la zona. Hay un pero: duro cemento por todas partes. Así lo explica él mismo en el foro ( www.elatleta.com/foro/topic.asp?TOPIC_ID=53159). Copio y pego lo siguiente:

Este tema interesará a l@s que vivís en Madrid pero también a l@s que os acercáis por aquí para participar en alguna carrera o buscando un buen lugar para entrenar en vuestros viajes de ocio y negocio.Probablemente sepáis, por la tele o la prensa, que en breve comenzará la recuperación del suelo ganado al enterrar la M-30 bajo el Manzanares en un tramo de 11,2 Km que va desde la Casa de Campo hasta el Parque Lineal, en el nudo sur.

El proyecto, que tardará varios años en su ejecución, SE ENCUENTRA AHORA EN FASE DE ALEGACIONES HASTA EL DÍA 21 DE ABRIL e incluye 30 Kms de carril bici y 42 Kms (con 195 mts más ¿a qué os recuerda?) de sendas peatonales.Hasta aquí todo suena bien, ¿verdad? Bien, pues hace unos días se me ocurrió pasar a ver el tramo que, a modo de ejemplo, está hecho ya al otro lado del estadio Vicente Calderón y que llaman “Salón de Pinos”. Y cuál fue mi sorpresa al comprobar que el llamado “sendero” ¡es una vía de CEMENTO de 6 mts de ancho!Soy un corredor novato, aunque creo que lo suficientemente veterano para saber (me lo enseñó una tendinitis) que debo huir como de la peste de superficies duras como el cemento de las aceras. Imagino que, como en muchos otros temas en esto del running, habrá opiniones para todos los gustos. Para mí, la mejor superficie es la TIERRA PRENSADA, ni demasiado dura, ni demasiado blanda y razonablemente rápida para un slow como yo. Éste es el terreno habitual que podéis encontrar en muchos parques como, por ejemplo, El Retiro.

Y como QUIERO CORRER SOBRE TIERRA, así lo he pedido a través de una ALEGACIÓN AL PROYECTO. Os animo a que lo hagáis y que PIDÁIS TODO LO QUE SE OS OCURRA PARA TENER UN BUEN LUGAR DONDE CORRER: superficie de tierra, rutas con puntos kilométricos, separación clara carril bici (cemento) de senda peatonal (tierra), etc. Podéis hacerlo a través de los puntos de información de las Glorietas de Marqués de Vadillo y San Vicente así como en las Juntas Municipales de Moncloa Aravaca, Centro, Arganzuela, Latina, Carabanchel y Usera. Y para l@s que viváis fuera de Madrid o no os venga bien desplazaros, siempre podéis enviarla a través de internet, en el apartado Buzón – Contacte con Madrid Río de la página
www.munimadrid.es/madridriodonde, además, encontraréis toda la información del proyecto.

Os recuerdo, TENÉIS SÓLO HASTA EL 21 DE ABRIL. A partir de ese día NO se tendrá en cuenta alegación alguna.Y pensad que lo que hagamos ahora impactará en l@s corredor@s de hoy y del futuro. Commedia.


En la carretera de les aigües, en Barcelona, tuvieron que asfaltar un tramo por pertenecer al acceso a diversas viviendas. Tuvieron compasión de la legión de corredores que disfrutan de ese magnífico circuito y dejaron un caminito de unos 2,5 metros de ancho sin asfaltar, con la original tierra prensada. No es mucho pero sin duda cumple con su función mejor que el asfalto. ¿Por qué entonces en Madrid no?

Os invito a todos desde aquí a que sigáis el tema de cerca y déis cualquier pequeño empujoncito (con lo del internet hoy todo es la mar de fácil) para que las autoridades competentes reconsideren ese detalle del proyecto y no asfalten al menos los caminos. Si huímos de él en las calles, ¿para qué queremos el cemento en los parques?

Menos corbatas y más zapas.

jueves, 17 de abril de 2008

¿LISTOS?


La verdad es que estoy un poco con la mosca detrás de la oreja con esto del Mapoma, para el que, claro, ya no hay vuelta atrás. Resulta que me he paseado por los blogs de los comensales reunidos a manteles y agujetas, y la temática es casi siempre la misma, pero los enfoques se pueden agrupar en dos líneas de pensamiento: la que tienen los que han preparado concienzudamente la carrera y van a tener toda clase de éxitos el día 27 por un lado, y aquellos que afirman haberse metido en camisa de once varas, que entrenan menos que Romario en el mes de agosto y que andan con el ceño fruncido y el culo apretado por lo que se nos viene encima. No voy a poner ejemplos de unas y otras tesis, porque cada palo debe aguantar su vela sin tener encima que dar cuentas por ello. Yo, como no iba a ser de otro modo, soy del segundo grupo de aventureros que esperan salir despacito y ver caer los kilómetros dosificando el sufrimiento para que dure más. Todos coinciden, eso sí, en que el envite va a ser duro, muy duro.

Se habla de un perfil rompepiernas, con tramos dulzones en su primera mitad. Luego viene el muro, y para los que por encima de éste consigan asomarse, el resto hasta el 41 cuesta arriba. Luego un trocito para abajo y el disfrute de terminar con el maratón una vez más.

Si llego a meta va a ser la tercera vez. En la primera debuté en plan novato-preparado, salí rapidillo (entendámonos, que todo es relativo) y me estrellé contra esa pared que alguien puso estratégicamente en el 35. De ahí al final lo pasé verdaderamente mal pero llegué, cruzando la meta cegado por la emoción. Llegué a casa andando raro y pensando en el siguiente. El segundo ni lo preparé. Jorobado por el aquiles corrí lo justo para enfrentarme a un medio maratón. Me tiré de la moto y, metiendo descansos para andar, terminé sin muro ni mazos, en un tiempo similar al del pinchazo de Barcelona. Ahora estoy ahí, a medio camino entre el éxito del que se ha preparado y el fracaso del que no hizo suficiente. De todos modos, mi a veces criticada ausencia de ambiciones y gloria deportiva, estoy seguro que me va a ayudar a salir despacito y guardar fuerzas para esos momentos duros que siempre aparecen en la cita con el maratón. Entonces, cuando el tío del mazo se acerque a mí, le voy a mirar a los ojos y a decirle que no soy su hombre, que no desafié mis límites y me queda suficiente gasolina como para llegar arriba y lanzarme, ya en punto muerto, hasta esa pancarta tan gorda con un reloj bajo ella. Aunque para entonces lleve más de 5 horas corriendo. Es lo que hay.

Salud y ganas de veros el 27

Foto prestada por http://www.turbodiesel.mundoforo.com/: el foro de los TDT (¡Visitadlo!)

domingo, 13 de abril de 2008

LO CONFIESO: ESTOY ENTRENANDO

La tartana de Denia, fuente de inspiración para un Mapoma feliz

Dice mi amigo Juanma que uno de los pecados capitales del corredor patrio se produce en cada carrera antes del pistoletazo de salida. En los chascarrillos propios del momento nadie admite estar preparado para lo que se avecina. O salen de una lesión, o aún tienen molestias, o no tienen tiempo para nada. Nadie entrena un pimiento, y luego todos corren que se las pelan.

Yo ando con mi anarcoplán mapomero ventilando por ahí que estoy en un momento de incapacidad personal en lo que a la disciplina se refiere. Eso no quiere decir que no salga a correr. Ni siquiera significa que lo que hago no sea entrenamiento, porque junto los rodajes con cierto criterio, corriendo ahora a ritmo, rodando largo, descansando, es decir, usando el sentido común y mis vagos conocimentos deportivos para preparar cada cosita, y ahora esa cosita es el maratón de Madrid. Luego confieso: si termino el maratón en buenas condiciones es porque he estado entrenando.

Sin ir más lejos, ayer hice el que debería ser mi rodaje más largo, por eso de las tres semanas antes de la carrera. Digo debería porque terminé tan feliz que tengo ganas de repetir el próximo sábado. Fueron 27 kilómetros, que me salieron en poco menos de tres horitas. Busqué el terreno ondulado, por eso de reproducir las condiciones de la competición, y me comí todas las cuestas corriendo (acortando la zancada, braceando un poquito más y con paciencia). Esa fue la circunstancia que me dejó más contento. Bueno, esa y la báscula de esta mañana, que dice que de los 12 kilos que me propuse bajar desde el 11 de diciembre han caído ya 7, que no es la meta pero sí un buen dato porque quedaron en el camino sin demasiadas privaciones, con la moderación por bandera. No van a estar fuera esos 12 para Mapoma pero no hay duda de que el camino es el adecuado.

En dos semanitas, a estas horas andaré por la sobremesa de la comida de las agujetas, reunión organizada por varios blogueros con la sana intención de conocer la peor cara de los demás (la de haberse trincado 42 kilómetros un ratito antes, claro). ¡Virgensanta!

Salud y buenos rodajes hasta entonces.

viernes, 4 de abril de 2008

Por fin... MEDIO MARATÓN DE DENIA 2008 (Fotos: Santi y Pepi Palillo)

Desde luego, reconozco que andar tan ocupado le quita actualidad a esta entrada, pero como prometí contar todo lo de Denia, aunque eso pasase ya hace casi una semana, ahí va algo parecido a una crónica de todo lo sucedido.

Desde el mes de octubre no me había colgado un dorsal, si pasamos por alto la pantomima de San Silvestre que malcorrimos en Menorca. Tenía muchas ganas de saltar a la península por esta carrera, porque no sólo representaba mi reencuentro con la distancia (que cada día me gusta más por dura-sin-pasarse), sino porque iba a sumergirme de lleno en el ambiente popular que tanto echo de menos en la isla. Ni lo uno ni lo otro decepcionaron lo más mínimo, como voy a contar.

El trío de la tartana. De izquierda a derecha, Santi, yo mismo y Josepepe

Lo del autobús de las dos horas pasó a mejor vida aún antes de arrancar el motor. Unos andaban tocados, otros venían a entrenar para Ronda, y un servidor sencillamente no estaba para esos ritmos. Por ese motivo montamos la tartana de las dos y pico, con cuatro pasajeros inicialmente: Pepo, Josepepe, Santi y el que suscribe. Pepo anda combinando la preparación de los 101 de Ronda con el entrenamiento para Ironman, y aún no está fino. Además estaba casi más pendiente de los festejos post carrera que él mismo organizaba en su casa, y quizás un poco por todo tuvo que abandonar cerca del kilómetro 9. La tartana quedó en tres pasajeros y siguió avanzando con más ánimo y humor que velocidad. Los kilómetros iban cayendo despacito bajo un sol de justicia, y el ritmo no decaía. Sólo se trataba de disfrutar del rodaje y esperar a un final que, como siempre, se me hizo un poco largo del 16 al 18 y se me pasó volando del 18 al final, cuando tuvimos tiempo incluso de aceptar alguna invitación a cervecita de determinada terraza adyacente al circuito (ahí Josepepe estuvo listo).


Llegada a meta. Josepepe, pletórico, entró por delante. Santi y yo terminados.

Todo lo bueno termina, y también llegó la meta de esta carrera. Apretamos los dientes por orden del Maestro Palillo en los últimos 300 metros, porque se trataba de recordar al personal que eso que venía eran tres corredores. Al final, sin agobios de ninguna clase, 2:16, otra muesca en el calendario y tan felices.

Que se note lo de tierras valencianas. El arroz estaba riiiiiico.


Tras la ducha nos fuimos a celebrar el encuentro a casa de Mar y Pepo. Como magníficos anfitriones que son, tras aperitivo y rebujitos nos zampamos unas paellas de arroz a banda que quitaban el sentido. Si la carrera fue magnífica y la comida un espectáculo, lo mejor sin duda fue la compañía de buena parte de esos amigos de Carreraspopulares. Hubiera querido que nunca terminase esa sobremesa de tertulia, sabiamente regada por los gintonics de Josepepe, hablando largo y tendido de lo divino y de lo humano, con Santi, Pepo, Josep, Ximo, Pedro, Emiliano, David, Eduardo y Josepepe, además de sus respectivas y chiquillería. Espero verles a todos otra vez en Madrid para el Mapoma.

No puedo cerrar esta crónica exprés sin contar por qué fui a Denia y no a cualquier otro lugar a correr. En Denia, además de todos esos corredores de la zona de Levante (y centro, que se desplazan con una facilidad...) está la familia Palillo. Santi y Pepi (o Lola, en realidad) me alojaron todo el fin de semana y consiguieron que me sintiera como en casa. Me colmaron de atenciones con mucha naturalidad, e hicieron que ese fin de semana fuera fantástico desde que llegué hasta que me fui. Una vez más, gracias por todo eso.