jueves, 20 de diciembre de 2007

APAGÓN DIGITAL: FELIZ NAVIDAD

No le recomiendo a nadie el tema de las obras en casa. Andamos de traslado. Nos echan de nuestro nidito porque tienen que entrar a pico y pala. Encima el servicio de Internet, que religiosamente nos es cobrado con puntualidad, ha decidido unilateralmente ponerse en huelga de conexiones caídas. O sea, que debo mendigar de wifis ajenas (como en este preciso instante) o considerarme excluído de este cibermundo.

Como ando loco empaquetando del primer libro a la última camiseta técnica pasando por toda clase de artilugios inútiles que amontonamos en casa, tampoco voy a estar mucho por este garito caótico en que se ha convertido el blog. Espero que los de telefónica (con minúscula) tengan a bien rearmarnos la conexión en breve, para seguir dando la paliza desde aquí.


No soy demasiado de fiestas de esas de Felicidad obligatoria, pero sí que deseo a todo el mundo mucha salud, mucha paz y mucho de todo lo bueno en estos días tan familiares, para que dure todo el año (al menos hasta que toque volvérnoslo a desear).

jueves, 13 de diciembre de 2007

VA DE RETOS



Ya tengo sobre la mesa el calendario de animaladas de 2008. Un par de decisiones están aún por tomar, sobretodo en lo referente a las carreras que van a acompañar a ese medio maratón sub 2:00 que queremos hacer en Dénia para finales de marzo. Posiblemente salte a Barcelona para el medio maratón el 10 de febrero, estoy planteándome muy seriamente hacer el MAPOMA el 27 de abril y quiero llegar a los 101 de Ronda en esta edición de 2008.

Entonces, todo eso habrá que prepararlo, supongo, y para ello tengo un plan:

Lance Armstrong corrió en 3 horas el maratón de New York el año pasado. Este año bajó su tiempo hasta las 2:46. En la rueda de prensa posterior a la carrera (podéis verla entre los vídeos que se abren dándole al enlace http://www.runnersworld.com/video/?cm_re=HP-_-Homepage%20Video-_-Video ) le preguntaron por su entrenamiento para mejorar. Dijo que podía hablar de haber hecho alguna tirada larga más, tener más experiencia en el maratón o haber llegado sin lesiones, pero que lo más significativo fue bajar de peso, que eso marcó la diferencia no sólo para mejorar la marca sino para haber disfrutado más que el año anterior.

A mi plan lo he llamado el reto -12. Tengo que dejar en el camino al menos 12 kilazos de hoy al final de marzo. He instalado un contador en la columna de la izquierda. Está todavía a cero. La razón es evidente: no puedo correr a 5'30" durante casi dos horas con la mochila llena de piedras. 12 kilos menos deberían ser suficientes para ese medio maratón, Mapoma si cae y la bestialidad de Ronda. Sin ese alivio no veo posibilidades de éxito.

Ale, ahora sólo queda comer bien y entrenar mucho. He decidido sumar las pesas a todo lo que corro, nado, pedaleo y estiro. A lo mejor me convierto en el primo de Schwarzenegger (siempre que se escriba así, que es algo que nunca he sabido). Seguiremos informando. Salud.


domingo, 9 de diciembre de 2007

Mitja Marató de Dénia 2007

He dado con este magnífico vídeo del medio maratón de Dénia. En el minuto 2:04 creo que se ve el autobús palillero.

viernes, 7 de diciembre de 2007

MY BLOG, RELOADED

¡Uf! Necesitaba cambiar algo de la bitácora para tomar un poco de aire. Mañana hará 13 meses, en que un buen día 13 colgaba mi primera entrada. Muchos altibajos acompañaron el trayecto del blog. Lo mejor, las visitas, más por su calidez y calidad que por su cantidad. Hoy quiero darle a esto un nuevo impulso.

No me paso a Wordpress o a dominios personalizados porque ya me va justito conocer los recursos de blogger. Apuesto por la austeridad, negro sobre blanco. Lo demás, lo que es la esencia del garito, sigue intacto. Todavía presumo de ser un pingüino. Todavía salgo en el pelotón de cola de todas las carreras a las que me presento. Aún defiendo que no merece la pena salir si no se va a disfrutar del camino, y pienso que disfrutar de todo esto es la única motivación que se puede defender en puridad. Seguiré colgando pensamientos, por si interesan a alguien. Salud a todos.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Y SI SOY EL ÚLTIMO, ¿QUÉ? (REVISTA CORRICOLARI, Diciembre de 2007)


En la revista CORRICOLARI de este mes de diciembre, mi buen amigo, corredor, bloguero y visitante habitual de este garito, Darío Vico escribe un delicioso artículo sobre el pelotón de cola de las carreras. En su día me pidió permiso para citar unas reflexiones que colgué en el blog tiempo atrás. Con el mismo cariño con que tomó mis palabras le agradezco desde aquí su publicación. Es un poco largo pero merece muy mucho la pena, y casa a la perfección con la filosofía que inspira esta bitácora que tenéis en la pantalla de vuestro ordenador. (Espero que citando la revista y al autor no me empapelen por problemas de copyright...)

Y si soy el último, ¿qué? (por Darío Vico)

A veces, el recorrido más duro para un corredor principiante no es el que marca la hoja de ruta, sino el que hay entre el miedo al ridículo y el orgullo de acabar la carrera aunque sea con una marca muy modesta en los últimos puestos del pelotón. El miedo al fracaso hace que muchos atletas populares tiren la toalla incluso antes de calzarse las zapatillas. Es hora de acabar con algunos prejuicios. Para empezar, dejar claro que para ganar una prueba hay que ser el mejor, pero para llegar el último hay que ser un corredor con un coraje muy especial. ¿Crees que lo tienes?


Hace algunos años, Eric Moussambani, un desconocido nadador guineano, se convirtió en uno de los deportistas más populares de todos los que participaron en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Nadó la final de 100 metros libres en algo más del doble del tiempo empleado por el ganador, llegando el último y prácticamente asfixiado a la meta. Lo más singular de su pequeña historia es que el deportista africano no tenía conciencia de la expectación que iba a despertar; simplemente hizo suyo aquel viejo lema de “Lo importante es participar”. Aunque muchos se lo tomaron como una mera anécdota, para otros fue una inspiración. Moussambani se convirtió en un símbolo tan importante como lo fue Nadia Comaneci con su serie de dieces y su reivindicación de la perfección en Montreal 76, o la suiza Gabriela Scheiss, que terminó el primer maratón olímpico femenino de Los Ángeles 84 tambaleándose, en una hermosa y dolorosa demostración del hermanamiento entre deporte y sufrimiento. En la era de la sacralización del triunfo, Moussambani volvió a recordarnos a todos que ser el último también tiene un valor, y que para lograrlo quizás seas incapaz de vencer a otro competidor, pero sí tendrás que hacerlo con la vergüenza, los prejuicios y muchos otros enemigos.
Hoy, con el atletismo popular en pleno ascenso y ganando adeptos cada semana, cada nueva carrera que se estrena en el calendario –y muchos de ellos veteranos con mermadas condiciones físicas-, cada vez somos más quienes al ponemos un dorsal tenemos que enfrentarnos al ‘síndrome Moussambani’ y vencerlo parta evitar la tentación de dejarnos derrotar por el miedo al fracaso. Son muchos los que, además, comienzan a entrenar en solitario y sin apenas referencias de lo que van a encontrarse en una carrera, por lo que la de debut siempre es la más difícil; la sensación de liberación que muchas veces se consigue al correr se desvanece cuando alguien te pregunta el tiempo o el puesto que has realizado y éste es bastante modesto. Tampoco es fácil explicar a los que te rodean por qué dedicas tanto tiempo y esfuerzo a una actividad en la que obtienes resultados tan poco brillantes, o al menos eso es lo que reflejan las tablas clasificatorias. Cada corredor tiene que saber cómo liberarse de la presión de los resultados y descubrir ‘por qué’ sigue corriendo. Un lema. El mío, lo conseguí en una terrible cuesta, que apenas podía subir trotando mientras más arriba veía como otros lo hacían sin aparente esfuerzo. No miré hacia atrás por miedo a no encontrar a nadie. Un chaval me miró y me dijo “Venga, que eres el primero empezando por ti”. Sí, lo era. Tenía algo de lo que sentirme orgulloso; estaba demostrándome que era mejor de lo que pensaba. Eso me valía. Sabía lo qué pensaba Moussambani cuando cruzaba aquella inacabable piscina, con los ojos de medio planeta fijos en él. No le gané a nadie, pero la cuesta no me ganó a mí.

Mi ‘fracaso’ personal
A finales del pasado noviembre, poco después de inscribirme a la San Silvestre con apenas un mes para prepararla y tras varios años sin hacer apenas ejercicio, decidí hacer el recorrido en coche. Era una tarde de sábado invernal y apenas había tráfico, pero el trayecto entre el Santiago Bernabeu, en el norte de Madrid, y los altos de Vallecas, en el sur, se me hizo un mundo. ¿Cómo iba a cruzarme mi ciudad de punta a punta? Pero había algo que me despertaba aún más dudas; al fin y al cabo, aquello era una carrera, y en una carrera hay un vencedor... y un último clasificado. ¿Y si era yo? Casi veinte mil personas corriendo aquella noche y yo detrás de ellas, echando el bofe. Me imaginaba a algún gracioso grabándolo en video y luego colgándolo en internet, para mi eterno escarnio.
He de confesarlo; lo primero que hice al llegar a casa fue conectar el ordenador y buscar en la web de la carrera las clasificaciones de los últimos años. Las normas decían que el control se cerraba a la hora y media, y creía poder hacer el recorrido en ese tiempo. Vi a corredores que lo habían rozado, y decidí que no pasaba nada por intentarlo. Un año después de aquello, he corrido 25 carreras populares, cerca de un día de competición en total, y la mayor parte la he pasado en el furgón de cola del pelotón. Hace poco viví una de mis mejores experiencias cuando un corredor, novato, pero veterano como yo (tengo 42 años) planteó en un foro de internet las mismas dudas que yo tenía meses atrás, y aceptó mi ofrecimiento de acompañarle en su primera carrera. Le tranquilicé; si cerrábamos la clasificación, no habría problema. Los dos llegaríamos el último.
No fue necesario. Cierto que nuestra clasificación fue muy modesta, pero en una carrera popular se tienen que dar circunstancias muy especiales para ser el último. El ganador suele ser un buen corredor, pero el ‘farolillo rojo’ lo suelen detentar personas muy especiales, con mucho coraje, capaces de soportar enormes dosis de sufrimiento, gente que tiene un concepto muy personal de lo que debe sustentar la autoestima. Recuerdo a ese veteranísimo del madrileño Club Paris, con su camiseta del Che Guevara, habitual del furgón de cola pero siempre con una dignidad propia de aquel lema revolucionario, “Mejor morir de pie que vivir de rodillas”. O a una corredora que un día, en plena carrera, me confesó que el primer día que salió a entrenar alguien le gastó una broma sobre el volumen de su trasero. “Me paré a los pocos metros, y pensé que aquello no tenía sentido. Pero luego me dije que para mover un culo tan grande se necesitaba un corazón aún mayor, y que eso también lo tenía”. Siguió adelante, aunque en las carreras acaba generalmente atrás.

Esclavos del chip
Ayer, tras varios días sin entrenar, corrí una carrerita de pueblo. Suelo empezar atrás, y luego trato de ir remontando posiciones según me veo de fuerzas. Al pasar a una corredora, pegamos la hebra y me dijo “Quédate y vamos charlando”. Y así lo hicimos. Quizás perdí un par de minutos, pero al fin y al cabo, que más da. Fue un bonito recorrido, recordando otras en las que tampoco hicimos un gran papel, pero aprendimos algo. No estoy dispuesto a convertirme en un esclavo del chip, por mucho que le echemos de menos en las carreras en las que no nos encadenan a él. Lo curioso es que muchos corredores que suelen finalizar en tiempos modestos suelen mostrarse críticos con la organización cuando una prueba no está cronometrada con este sistema. Claro, que más polémicas se dan cuando existe y los tiempos no cuadran al segundo con los que nos ofrece el cronómetro propio. ¿No le estaremos dando demasiada importancia a la competitividad en el atletismo popular? ¿No deberíamos recordar por qué empezamos a correr?
Pepe lleva más de un año contando en su blog, “El coraje de empezar” ( HYPERLINK "http://slowpepe.blogspot.com/" http://slowpepe.blogspot.com/) su experiencia como atleta popular. La frase con la que abre su web es de John ‘The Penguin’ Bingham, profeta de los ‘lentos’ del pelotón: “No me importa llegar de los últimos en todas las carreras. Ni siquiera me preocupa el aspecto torpe que tiene mi modo de correr. Tendrías que haber visto la pinta que tenía antes, cuando estaba siempre borracho". Pepe, un ‘Bingham’ a la menorquina, que se estrenó este año como maratoniano en Barcelona y desde un principio se rebautizó ‘Slowpepe’, reivindicando el orgullo de ‘los últimos de la fila’, es un buen ejemplo de que algo está cambiando. Pero no es el único; en el foro de la web del siempre activo Club Paris madrileño ( HYPERLINK "http://www.elatleta.com" www.elatleta.com), siempre se muestran muy activos los ‘paquetes’, un conglomerado de atletas de todos los niveles que incluso organizan una especie de competición particular en la que incluso se gana puntos por llegar en compañía de otros compañeros de correrías más lentos. En las carreras cada vez es más común ver en los últimos puestos a corredores que lucen orgullosos la camiseta de un club, y viceversa, cada vez son más los clubs que animan a inscribirse y organizan planes de entrenamiento para atletas de todos los niveles, incluso de los más lentos (yo pertenezco al Edward Athletic y aunque mis marcas son las más modestas con diferencia siempre me han tratado como al mejor de sus atletas). Es la hora de proclamarlo: “Soy lento y estoy orgulloso”.
Sin embargo, no siempre es fácil decidirse a empezar. ‘Slowpepe’ hizo recientemente en su blog un precioso alegato en el que dejaba claro que estaba dispuesto a seguir adelante, aunque fuera a costa de llegar siempre atrás, pero también mostraba la realidad que se encuentra cada fin de semana; “En Menorca (y en esto el Estado español es un buen espejo) sólo corren los buenos, lo he comprobado empíricamente: soy un tipo sano y en una forma aceptable, ya que corro, nado y monto en bicicleta con mucha regularidad, y cuando me presento en una carrera popular en la isla quedo indefectiblemente entre los cinco últimos (cuando no soy yo el farolillo rojo). A los malos (dejémonos de eufemismos, yo también soy malo) les produce un reparo terrible juntarse con los buenos y ni lo intentan. Parece como si se entendiera que para practicar un deporte (tan sano) como correr o andar en bici de un modo serio fuera indispensable tener un talento especial o un nivel de entrenamiento muy elevado, y para hacerlo mal pues mejor quedarse en casa. No, señores ¡no! Defiendo un acercamiento distinto a la actividad física. Defiendo otra forma de entender todo esto que conviva con la tendencia "oficial": Se puede salir a trotar o a pedalear con tranquilidad un par o tres de veces por semana, con la salud en la cabeza, y aún así presentarse en la línea de salida de una carrera verdaderamente popular con la idea de correr la distancia sin preocuparse demasiado de llegar un minuto antes o uno después, y mirando de disfrutar del ambiente, de la gente, del recorrido, del día soleado y de lo que sea.”

Iniciarse con garantías
Siento haberle ‘robado’ a Pepe sus reflexiones pero es que tiene más razón que un santo. En las grandes ciudades hay carreras para todos los niveles, con una participación a veces muy alta y en las que se convive con muchos principiantes que simplemente corren para probar y divertirse; ya no solo es el caso de las San Silvestres, carreras de iniciación por excelencia, sino de muchas otras pruebas como las organizadas recientemente por una entidad bancaria, el BBVA, donde se ofrecía la posibilidad de correr una distancia poco común ya en las populares, 5 km, y con un perfil bastante amable en su recorrido, lo que animó a muchos. O el circuito de ‘Carreras de la Mujer’ que ha animado a iniciarse en el atletismo popular a miles de corredoras. Pero en muchas localidades la participación en la mayoría de las pruebas sigue siendo reducida y para un ‘paquete’ confeso es todo un trago pensar que va a sufrir incluso para cerrar el pelotón, y no solo físicamente sino que a veces va a tener que enfrentarse con la incomprensión de los espectadores, para los que una carrera, por muy popular que sea, es una competición, y en ocasiones hasta con la de la organización.
Porque esa es otra; es sorprendente que aún se sigan organizando pruebas de carácter eminentemente popular con una filosofía netamente competitiva. Relajar los cierres de control, cuidar a los que cierran el pelotón tanto como a los primeros y animar a participar a corredores de todos los niveles es algo que cualquier organizador debería plantearse. Ya hay ejemplos de carreras con pruebas paralelas en las que se ‘camina’ el recorrido, pero solo hace falta ver los (escuetos y a veces casi amenazantes) reglamentos que se publican en la mayoría de las carreras para ver que apenas se da información al corredor sin experiencia sobre qué puede esperar si se queda rezagado. Preguntas como “¿Me esperarán en la meta?” no son a veces tan ociosas. Tan desagradable es correr con el coche escoba pisándote los talones como quedarse completamente aislado del grupo y sin apenas referencias de por donde continúa el trazado, que no es algo tan fuera de lo común en algunas pruebas organizadas con mucha voluntad pero pocos medios y consideración. Y así solo se fomenta que uno se ‘baje en marcha’.

Perder el miedo al fracaso
Pero al fin y al cabo la decisión de correr es totalmente personal y uno tiene que atreverse a asumir ciertos riesgos. Y uno de ellos es perderle el miedo a ser el último. Vamos a lo práctico; es realmente difícil. Los últimos, ya lo comenté, suelen ser corredores excepcionales, por su temple y sus circunstancias. ‘Conseguir’ ese puesto ‘cuesta’ normalmente una media por encima de siete minutos y medio por kilómetro, bastante asequible para cualquiera que haya entrenado mínimamente durante un mes. El cierre de control suele estar, en una prueba de diez kilómetros, que son las más comunes, en una hora y media, por lo que hay margen suficiente. No suele ser taxativo, y, sí, salvo en ocasiones en que por motivos de cortes de tráfico sea necesario ajustar al máximo estos tiempos, la organización te suele ‘esperar’.
Cuando la participación es nutrida y con participantes de niveles muy distintos es más sencillo ‘camuflarse’al fondo del pelotón y es normal que la organización sea consciente de ello y facilite la atención a todos. Empezar en una carrera de este tipo es lo mejor para quitarse de encima muchos prejuicios, pero no siempre es posible. Más complicado resulta iniciarse en una carrera ‘pequeña’ pero con un nivel medio más alto; uno tiene tiempo de estudiar a sus rivales y todos le parecen preparadísimos, afiladísimos y muy superiores. No pasa nada, incluso cuando aciertes al cien por cien. Lo mejor, para quitarse presión desde el principio, es asumir tu rol y empezar en tu posición natural, y muy atento a que no te saquen de tu ritmo. Cuando se corre solo, el pulsómetro es una buena herramienta para comprobar si vas forzado; es mejor regular que acabar tirando la toalla por intentar seguir a corredores que están fuera de tu nivel. No te obsesiones con el crono, que siempre te va a dar la sensación de que vas más despacio, vigila el pulso que es una medida mucho más eficaz para calibrar si estás infravalorando o no tus fuerzas. Si corres con un compañero de ruta, perfecto, pero el consejo es el mismo; por muy buenas que sean sus intenciones, cada uno tiene que hacer su carrera. Y si alguien debe adaptarse a la del otro, tendrá que ser el ‘tutor’ quien lo haga. Su labor es animarte, arroparte y sacar lo mejor de ti, no buscar lo que no tienes y tampoco necesitas. Lo mejor de una carrera es acabarla con ganas de empezar la siguiente.
Volvemos al título de este artículo... ¿Y sí vas el último? Pues no pasa nada; es normal incluso que tengas ganas de abandonar, ya que a la presión psicológica se une que no vas a andar muy sobrado de fuerzas. Tienes que sobreponerte. Y admitir que, aunque la mayoría de la gente te anime, haya alguien que haga algún comentario jocoso que no te haga ninguna gracia. No se trata de que te conviertas en un autista, de que corras y te aísles de lo que te rodea, al contrario, tienes que aislar al experiencia. Disfrutar de lo que significa para ti, de lo que te rodea, del esfuerzo y de la sensación de que estás haciendo algo de lo que poco antes no te creías capaz; y no me refiero solo a recorrer una distancia, sino lo que es más complicado, al camino que hay entre la vergüenza y el orgullo.

RECUADRO DE APOYO
Seis consejos para perderle el miedo al fracaso
Elige, si puedes, una carrera de la que vayas a disfrutar. Que sea algo más que una mera prueba atlética, por el recorrido, por que el lugar donde se realiza signifique algo para ti, porque sabes que va a haber gente que te va a arropar. Y no te olvides de tu objetivo principal, acabarla, pero no solo a base de sufrimiento. Es mejor que pares a caminar que tires la toalla por agotarte.
Ten claro tu ritmo desde el principio. Si entrenando sueles hacer una media de seis minutos –o siete, o los que sean- el kilómetro, no te la juegues al principio por seguir la marcha del grupo. Hay quien dice que un dorsal te da fuerzas extras, pero aprovéchalas al final; te animará mucho llegar al último medio kilómetro con energías de sobra, aunque lo hagas en los últimos puestos.
No te creas peor de lo que eres por una simple referencia de tiempo. De acuerdo que hay quien es capaz de hacer diez minutos menos que tú y sin entrenar, y no perderá ocasión de decírtelo. Piensa el esfuerzo que has necesitado para lograr una marca y te parecerá mucho mejor que si la comparas con la de otros corredores. Aprende a respetarte a ti mismo.
Tampoco te creas mejor que nadie. Sobra eso de “un tío de setenta años no puede ganarme” porque sí, puede hacerlo. No entres en piques absurdos y, si puedes, busca apoyo en otros corredores y, en la medida de lo posible, ayudaros. Charlar te puede servir para hacer más llevadero el camino y regular las fuerzas. Y al final, si tienes fuerzas esprinta, pero no dejes tirado a quien te ha ayudado.
No pienses en lo que te queda. Los dos primeros kilómetros son los más duros, los que te hacen sentir que no podrás terminar, que estas haciendo algo que realmente no te gusta. Le pasa a todo el mundo. Poco a poco te irás sintiendo mejor, correrás con menos esfuerzo, pese a la merma física, y psicológicamente irás ganando fortaleza. Piensa en zancadas, no en kilómetros.
No mires atrás. Ya lo has superado, así que no hay motivo para hacerlo. Puede que te vayan adelantando corredores, y no te obsesiones con que estás perdiendo fuerzas; hay muchos que prefieren correr ‘en positivo’ y van subiendo el ritmo a medida que pasan los kilómetros. Ya aprenderás a hacerlo. De momento, no te interesa si van cien, diez o ningún corredor detrás. Haz tu carrera.

RECUADRO 2:
Mi ‘mejor’ peor carrera
Luzaga, Guadalajara, a mediados de agosto de este año. Apenas cien corredores en la línea de salida; a muchos los conozco de correr en populares, aunque son bastante más rápidos que yo. Uno me reconoce de las páginas de Corricolari. “Sí”, le digo medio en broma, medio en serio, “soy el colaborador más lento que ha tenido la revista”. Como pensaba, salen todos como tiros y me quedo atrás, haciendo mi carrera. Cuando salimos del pueblo, sólo veo a los últimos de la fila india. Cierro la carrera, pero voy tranquilo, el paisaje es realmente precioso, no hace demasiado calor y voy disfrutando de cada paso; no voy, además, a mal ritmo para mis posibilidades, aunque ni con mi mejor tiempo conseguiría ir mucho más delante. En el kilómetro cuatro y pico adelanto a otro corredor, que ha medido mal sus fuerzas y se ha rezagado. Le animo. Poco después vuelve a adelantarme... ¡En bicicleta!. “Me he retirado”, me aclara. Vaya. No es el único que abandona; yo sigo detrás, el último, pero sigo. En el siete veo a un par de corredores. Poco a poco les recorto ventaja, les alcanzo, charlamos, se van. Voy haciendo la goma un buen trecho. Corro junto a la ribera del río, un paraje precioso, me siento absolutamente feliz de estar haciendo lo que hago, aunque la vida sería más bella si los gemelos no me j... tanto. Poco antes de entrar en el pueblo de nuevo, ya cerca de la meta, les vuelvo a alcanzar. Uno de ellos se queda, no puede más. Su compañero y otros dos amigos le esperan. Por pundonor, pego un arreón, y les paso poco antes de la meta. No llego el último por muy poco, pero me siento como Perico Delgado pegando un hachazo en Alpe D´Huez. Dios, 42 tacos y sigo soñando como cuando era un crío.

domingo, 25 de noviembre de 2007

AUTOBUSES DIESEL

Desde que terminé el maratón de Palma, del que me recuperé sorprendentemente rápido, he contado casi mis días por trotes. Salgo cinco o seis veces por semana si el tiempo lo permite, y suelo rodar entre 6 y 8 kilómetros a un ritmo diesel total, es decir, lento, muy lento.

Otra novedad es seguramente que suelo correr acompañado, organizando autobuses a la primera oportunidad. La técnica del autobús debe tener su inventor, pero yo la conozco por el maestro Palillo. Consiste básicamente en organizar un pelotón de pasajeros de ese autobús y nombrar conductor al corredor más lento. Ovbiamente, el conductor es quien debe pisar el acelerador o el freno en función de sus sensaciones. Así vamos todos juntos y nadie sufre más de la cuenta.

De todos modos, y a pesar de que ando tan feliz así despacito por los bosques, en un par de semanas tengo pensado empezar un plan para medio maratón, de esos que con la etiqueta sub 2:00 te garantizan que llegas a la meta en menos de dos horitas. Me da que para Getafe, a finales de enero (y con un frío del carajo) no voy a llegar, pero no hay nada descartado. Aún así, estaría bien andar fijando fechas para ese autobús bloguero. Está claro que para todos resulta más sencillo tener un objetivo claro marcado en el calendario, con día y hora. Vamos a ir pronunciándonos, amiguetes.

A tal efecto, abro una lista de pasajeros. El billete es gratuito (bueno, descontado el coste de inscripción, desplazamiento, hotel si es preciso, comilona, cervecitas y gastos imprevistos).

¿Qué carreras nos convienen y quién se apunta al autobús?

lunes, 19 de noviembre de 2007

TRES VECES DIVERTIDO

Si en sentido estricto un triatlón consiste en encadenar tres segmentos en los que se nada, se monta en bici y se corre por este orden, entonces el domingo fue mi debut en la especialidad. Si hay que pasar de una prueba a otra cagando leches y tratar de llegar cuanto antes a la meta muriendo por la mejor marca posible, entonces tengo mis dudas.

Nos plantamos unos cuantos amiguetes en el muelle de Es Grau poco después de las diez de la mañana. Ni el frío ni las medusas pudieron con los ánimos, y enfundados en nuestra respectiva piel de foca (en la que me embutí no sin cierto esfuerzo y retención respiratoria) nos lanzamos al agua sin manguitos para chapotear por espacio de lo que debían ser 1500 metros (lo que sale a nuestra espalda en la foto, pues ida y vuelta) y francamente no creo que llegase a tanto.

Los valientes justo antes de nadar

Al entrar en el agua sentí como mis pulmones se hacía pequeñiiiiiitos y me costaba mucho respirar. El agobio duró unos doscientos metros. Más allá me concentré en nadar relajado, sin perder de vista la referencia en la costa y la compañía submarina en forma de tranquilas medusitas. Fue empezar a sentirme bien y darme cuenta de que un par de amigos iban mal atrás. Total, como los de delante nadaban ajenos a ello, me quedé con Ángel y Pedro por si las moscas, y terminamos los tres el segmento de natación en la cola del pelotón.
Aquí descubrí el verdadero carácter del triatlón de paquetes: Todos nos esperaban en la transición, cambiándose con la calma para afrontar los casi 44 kilómetros en bici.

Empezando el segmento ciclista
Empezamos el sector ciclista tranquilitos. Cuando subimos un poco el ritmo, Pedro acusa el no contar con una montura en condiciones y se empieza a quedar. Sabiendo que en poquitos kilómetros empiezan las cuestas le esperamos y seguimos todos juntos. Por delante, Carlos pincha la rueda de atrás. Lleva cámara de repuesto pero no bomba para hinchar. Al darle alcance paramos a echarle una mano. Resolvemos el problemilla y seguimos todos juntos. Con el paso de los kilómetros el grupo se estira. Llegamos de vuelta a Es Grau en un largo goteo de paquetes en bici. Cambiamos el calzado, nos hacemos la foto de salida y empezamos a correr.
Justo antes de empezar a correr
El segmento de carrera lo convertimos en un dulce trote por los bosques del parque natural de la Albufera d'Es Grau volviendo por la playa. Mis obligaciones familiares me llevan a correr media vuelta menos que los demás, por lo que sin que sirva de precedente, llego destacado a la meta y no con el pelotón de cola (a los que luego espero para sacarles la foto de llegada, segundos antes de salir escopeteado con mi santa hacia el aeropuerto a recoger a suegro y cuñado)


Llegando a la meta. Fotos cortesía de mi Santa
Insisto, no sé si hice un triatlón o cualquier otra cosa, pero sí que me divertí mucho, me cansé bastante y disfruté demasiado como para no repetirlo a la primera oportunidad que se presente.

sábado, 10 de noviembre de 2007

PELOTON

El próximo domingo, en 8 días de nada, organizamos con unos amiguetes lo que llamamos un "Triatlón de paquetes". La propuesta estaba en 1500-42-10, algo parecido a la distancia olímpica, pero el refunfuñar de los más ciclistas del lugar dejó el tramo de carrera a pie en 5 kilometrillos.

Lo de los 1500 en el medio acuático tiene de dificultad el conseguir embutirme en el neopreno de buzo de los avernos que me han prestado. Una vez dentro no habrá medusa que se me resista. La distancia la estoy nadando ya bien en la piscina, y dice mi amigo Pavel, un triatleta con ranking (a saber lo que será eso...) que nadar con el traje está poco menos que chupado porque flotas más.

Correr 5 kilómetros, a ritmo de elefante de la sabana (léase sa-bá-na, y no aquello que se me pega todas las mañanas que toca currar), no va a ser un problema mayor. Lo jorobado será la bici, porque el perfil es cabrón, al menos en sus primeros 20 kilómetros, justo al dejar la playa.

Por eso salí esta mañana a lomos de la flaca, con más pinta de globero con aspiraciones que otra cosa, y escuchando el chirrido de al menos una de mis rodillas, salí a comerme unos cuantos kilómetros. A la media horita larga de suave pedaleo, cuando más ensimismado estaba disfrutando del paisaje, me cruzo con toda la tropa de la Asociació Cicloturista de Menorca, que viene en sentido contrario. Ahí algún amiguete me reconoce (lo dicho, mi pinta no deja lugar a dudas) y me grita algo así como "Maricóoooooon, cruza y venteeeeee!!!" (grito más cercano esa confianza que da asco que a la homofobia). Les hago como que no les veo, y cuando no tengo más remedio que contestar afirmo que ando con molestias y no quiero ser un engorro para ellos. Insisten todo el tiempo que va desde que nos vemos de cara hasta que pierdo de vista sus traseros. Entonces me sabe mal, cruzo la carretera y voy tras ellos.

Maaaal, Pepe, mal. Tienes a un pelotón de tipos con los huevos pelados de andar en bici rodando con viento en contra y ¿piensas atraparles?. Bueno, confiaba en que alguno giraría la cabeza. Nones. Les pierdo de vista. De todos modos sé adónde van. Terminarán en Fornells, tomando un café. Me voy para allá, llego tarde de narices pero con tiempo para sentarme dos minutitos con todos ellos. Les digo que hice 25 o 30 kilómetros en sentido contrario desde que nos cruzamos y luego fui a por ellos. Risas.

Termina el cafetito y salimos todos en pelotón. Ruedo con ellos hasta el cruce de la carretera de Maó. Es una delicia. Una veintena larga de ciclistas rodamos a 32-35 km/h sin apenas esfuerzo, charlando de dos en dos o de tres en tres. Se me hace cortísimo. La próxima vez doy la vuelta al verlos y me voy con ellos. Rodar en pelotón es otra historia.

domingo, 4 de noviembre de 2007

SUEÑOS EN EL PARQUE

Corriendo el 4 de noviembre. Homenaje a los amiguetes

Con ocasión de cierta celebración familiar relevante tuve la oportunidad de viajar a Nueva York en abril de 2005. 8 días en la Gran Manzana fueron suficientes para quedar prendado de sus encantos para los restos.

La ciudad tiene muchos atractivos. Basta revisar cualquier guía de viajes para saber todo lo que se puede hacer en ella. En realidad en NY se puede hacer de todo. De hecho, los neoyorkinos presumen de que el visitante puede pedir cualquier cosa, que en 24 horas la localizan en la City o es que no existe.

También soy fan de algunos iconos culturales del lugar. Paul Auster y Woody Allen me parecen tipos muy brillantes en lo suyo. Ambos tienen a la ciudad como musa para sus creaciones y escenario en el que se desarrollan prácticamente todas sus historias (al menos hasta que al bueno de Woody le sedujo el vil metal y se largó a Londres a rodar Match Point).

Pero lo que de verdad me enamoró de NY fue el parque. La ciudad más impersonal, cosmopolita y multirracial tiene un pulmón verde enorme en el que, al entrar, a uno le parece que el tiempo se detiene, las calles dejan de rugir, las prisas y el stress del gran Manhattan desaparecen, la gente pasea, toma el sol, se sienta junto al lago a leer. Y corre. Miles de corredores comparten avenidas con patinadores, ciclistas y paseantes. NY no sería NY sin Central Park. Y en Central Park termina el sueño de 90000 finishers cada año. Cada primer domingo de noviembre el New York Road Runners Club coloca ahí la línea de meta de la carrera que todos los corredores populares tienen en la cabeza alguna vez en su vida: el Maratón de Nueva York.

Algunos de los habituales de este garito han corrido hoy ese maratón. Todavía no sé cómo les fue. Ellos cumplieron en cierto modo ese sueño de corredor popular, estoy seguro, como en su día lo hicieron otros muchos que como ellos subrayaron esa carrera con rotulador fluorescente en su calendario. Otros vamos a tener aún que esperar. Seguiremos soñando con entrar en el parque trotando, escuchar los gritos de todos esos fans que se agolpan en las gradas de mecanotubo montadas a ambos lados de la recta final, y cruzar esa línea de meta con la mejor de nuestras sonrisas, los brazos en alto como mandan los cánones y alguna lagrimita resbalando por la mejilla equivocada.

Un recuerdo especial a todos los que hoy os habéis enfrentado a la gran distancia. También a los paquetes que seguramente serán ya ultrapaquetes. Yo salí a trotar esta mañana, y la mayoría de mis pensamientos fueron para vosotros. Y los que no, se los llevó NY.

miércoles, 31 de octubre de 2007

PUENTE ANTICIPADO

Ya sé que se acerca un puente. En este país eso es algo que sabíamos ya en el cole y no se nos olvida ahora que somos parte de los medios de producción.

Yo me quedo en casita porque el puente ya lo tengo hecho. Hemos juntado el fin de semana pasado y un par de días que se me adeudaban convenientemente, y dimos el salto a la península, en visita familiar.

Cuatro días sometido al régimen de visitas de los amigos y a los guisos de esa madre-no-hay-más-que-una que tuvo a bien parirme hace ya unos cuantos años.

Esos cuatro días han dado para bastante. Por lo que aquí nos ocupa, el domingo di con un huequecito para subirme a ese paraíso que es la Carretera de les aigües para un rodaje sin demasiadas pretensiones. Al final, el buen ambiente deportivo, el día soleado y mis relativamente frescas piernas convirtieron esas pocas pretensiones en 14 kilómetros empezados a disfrutar y terminados apretando los dientes en plan programa del Gavela. Buenos estiramientos y sin novedad en el frente (ni en el aquiles).

El lunes descanso a las patas porque sigo con ese régimen de correr-tocarmelasbolas-correr que tan buenos resultados me está dando con las lesiones. El martes rodaje suave, esta vez de verdad, cuarentaypocos minutos y ni me planteo cuántos kilómetros.

Hoy volví a correr un poco más alegre, sin notar lo de ayer, nadé un ratito (ni me atrevo a decir cuánto) y empecé a preparame para ese tocarmelasbolas de mañana, que si el tiempo lo permite, va a convertirse en una salidita en bici de no más de 40 kilómetros, cosa que para empezar mi relación con la flaca se me antoja más que suficiente.

No hay nada como pensar que las animaladas del 2007 están ya todas hechas. Salud.

miércoles, 24 de octubre de 2007

LO QUE VIENE AHORA

El segundo maratón ya está embutido en la saca. Ni evacuando consulta a la sección más optimista del oráculo atlético podía pasar ni cerquita de mi maltrecha materia gris la idea de completar las dos carreras de octubre de un modo tan exitoso. Vaya pues por adelantado aquello que dice siempre el denostado ocupante del trono de este reino, que "me llena de orgullo y satisfacción" el modo en el que ha concluído todo esto.

No sé si es exacta la máxima de que el asfalto nos da sólo aquello que merecemos. Yo tomé el domingo pasado el desvío del maratón sabiendo que iba a ser al de arriba rogando, porque con el mazo no había estado dando demasiado últimamente. Salió cara, posiblemente por la alineación correcta de varios planetas y alguna estrella, pero podía haber sido cruz. Cuando el aquiles, tras haber estado mes y medio sin decir esta boca es mía, en el 30 protestó y de qué manera, las gónadas se me pusieron por corbata. Pocos segundos después el muy cabrito como si nada. El susto se repitió más tarde. Igual, pinchazo y si te he visto no me acuerdo. Hasta la meta tan pancho.

Ahora, en el despejado horizonte empiezo a ver lo que viene. Para empezar, por varias razones que evaluaremos más adelante y de un modo serio me paso al TRI. Bueno, por un lado ya contaba con la bici y la piscina entre los mejores amigos de mis zapas, pero ahora ambas entran de lleno en mi plan de entrenamiento. No dejo de correr: estoy enfermo de esto, pero ya no nado y monto en bici como complemento sino que voy a entrenar estos dos deportes.

De un modo más inmediato, y si no contamos con Sansilvestres y parecidos, debo por este orden bajar de peso (ahí el multideporte ayuda lo suyo) y trabajar la calidad (con todas las cautelas del mundo). ¿Para qué? Para bajar el primer semestre de 2008 (estamos pendientes de calendario) de 2 horas en medio maratón. Estamos organizando un autobús para Getafe, Barcelona o Denia (u otra carrera sin muchas cuestas) y parece que somos unos cuantos que vamos a comprar el billete de ese autobús. Ese es, pues, el objetivo más inmediato.

Después tengo dos maratones marcados en el calendario de primavera, de los que sólo voy a correr (claro) uno: MARASEVI o MAPOMA. Barcelona es la tercera vía por si me falla la infraestructura.

Tras eso mi ilusión está en la serranía de Ronda en Mayo. Esos 101km en 24 horas que organiza la legión hace tiempo que me tienen robado el corazón. Y tengo una apuesta con mi suegro al respecto de acabar esa prueba. Puede que viva de ilusiones, y puede que no, porque estoy de un cabezón...

Por cierto, la organización del TUI me da 5:07 oficial. Ale, un minutito menos. Salud.

domingo, 21 de octubre de 2007

EL TUI

Empecemos por el principio. Habiendo dormido no demasiado, porque eso es lo que tiene hospedarse en casa de un amiguete que organiza una cena con todos sus compis de trabajo esa misma noche, nos presentamos en el paseo marítimo Valentín (Tin en adelante) y el que suscribe. De ahí salían todas las carreras que eran hasta tres (42, 21 y 10k). A las 9 salíamos maratón y medio maratón, y la carrera de 10 km empezaba una hora después. Los primeros 20 kilómetros eran comunes a las dos primeras pruebas. Poco antes pues del 20 había un desvío donde a la derecha se embocaba la meta para los mediomaratonianos y a la izquierda se mandaba a tomar por saco a los (menos) valientes que se atrevían con la distancia completa.

Mucho ambiente en la salida. Este maratón lo organiza un tour-operador alemán, TUI, que resulta ser una de las empresas más potentes del sector. Colaborando con las distintas administraciones (Govern Balear, Consell Insular de Mallorca y Ayuntamiento de Palma) así como con algunas entidades públicas del sector turístico, los de TUI traen a Mallorca por estas fechas a más de 4000 alemanes sólo con la excusa de esto del correr.

Era, pues, un auténtico espectáculo estar en esos cajones de salida rodeado por un 95 % de extranjeros (básicamente alemanes) y con ese talante festivo con que se toman ellos esto del correr.

Con el pistoletazo de salida no se mueve nada. Como siempre, salgo bastante atrás para no ser atropellado, y tardamos 3 o 4 minutos en cruzar el arco de salida. Empiezo suave, muy suave, básicamente porque quiero disfrutar de ese medio maratón que he venido a correr. He venido a trotar con mucha más gente lenta como yo que nunca, y la marca, ya que voy a aparecer en la clasificación como abandono (mi inscripción era para el maratón), es lo de menos.

Efectivamente, los primeros kilómetros transcurren de modo muy plácido. Me adelantan muchos corredores, y yo paso a varios atletas de bastante edad, muchos de los cuales ni siquiera corren, marchan. Saludo a algunos y con aquellos que no me miran mal por ello intercambio algunas impresiones sobre la carrera, lo bonita que está Mallorca por estas fechas y otros asuntos de parecido y elevado interés.

A partir del 11, la carrera, que discurría por el paseo marítimo todo el tiempo nos mete por el casco antiguo de Palma. De ahí salimos en el 16, donde aprovecho para someterme al primer chequeo de estado. Aunque voy bebiendo agua e isotónicos en todos los avituallamientos y en el km 10 engullo el primer gel de los que llevaba conmigo, estoy un poco cansado y me duelen los pies. El aquiles no ha rechistado, pero no se puede decir que ande fresco. Sigo trotando con calma y disfrutando del día soleado pero no muy caluroso que salió hoy.

Pasan los kilómetros 17 y 18 y mi situación ni mejora ni empeora. Un puntito cansado, pero es normal a estas alturas. En el 18 empiezo a buscar ya, con la mirada, a alguien de la organización. Se acerca el desvío de las dos carreras, y como mi dorsal es de un color distinto que el del medio maratón no quiero que nadie me persiga gritando ni me trate de tramposo o algo así. Por un momento se me pasa por la cabeza la idea de hacer los 42, pero se me olvida pronto, menos mal.

Paso el 19 y se acerca el desvío. Ya casi puedo verlo allá a lo lejos, un cartel amarillo, y yo sin poder elevar consulta con personal cualificado que me garantice la integridad de mi honor como corredor que abandona dignamente. Me acerco al desvío. De pronto, una sensación de intrusismo atlético recorre todo mi cuerpo. ¿Cómo me puedo ir con toda esta gente con la que estoy corriendo, cuyo dorsal es verde si el mío es amarillo? Contrarresto esa sensación con una enérgica llamada al orden a que me someto. No tengo nada que demostrar a nadie. Incluso puedo firmar dos medios maratones en 15 días, que para alguien que como yo estaba hace dos meses tumbado con el hielo en el aquiles no es moco de pavo. Me acerco al letrero. Dos flechas, derecha e izquierda. Tengo claro que debo irme hacia el medio maratón y tomo el desvío de la izquierda. De pronto me quedo solo. A 200 metros por delante veo otro insensato. Detrás de mí ya no hay nadie. Me faltan unos 23 kilómetros para la línea de meta.

Una parte de mí se siente orgullosa de cumplir con el plan previsto hace ya 4 o 5 meses al inscribirme en el maratón. Me digo a mí mismo que acabo de tomar una decisón valiente. Ahora que cada palo aguante su vela. Otra parte de mí asiste perpleja a una de las decisiones más impulsivas de mi vida. Con una tirada máxima de 21 kilómetros (el medio maratón de hace dos semanas), ningún entrenamiento de calidad y muy pocos rodajes serios en las piernas me lanzo a la aventura.

Al llegar al kilómetro 23 tomo una decisión que debió luego tener un peso específico importante en el resultado final. Divido el tiempo en bloques de 10 minutos de los que voy a correr los primeros 9 y caminar 1. Ese minuto cada 10 va a ser todo lo que ande en la carrera. Ni un segundo más. Eso sí, cumpliré escrupulosamente con esa estrategia, además de seguir hidratándome con mucho cuidado con agua e isotónicos en cada puesto de avituallamiento y tomando mis geles del kilómetro 20 y del 30.

Paso el avituallamiento del kilómetro 24 un poco justo. Se encuentra al final de una cuesta que hago corriendo completamente (me tocaba así). Cojo agua, doy las gracias y voy a la última mesa a por el vasito e aquarius. A mi espalda oigo "veo que te has animado con el maratón". Me giro inmediatamente, vuelvo unos metros sobre mis pasos y le planto a VIC dos besos tal y como había prometido, farfullando algo parecido a "yo debo estar mal de la cabeza". Ella sabía que no iba a pasar por ahí, pero ya veis, a veces las cosas no son como deberían. Me hizo mucha ilusión verla en persona, porque su blog (bueno, tiene dos blogs de lo más interesantes) mantiene su imagen en el más estricto anonimato (y me parece genial si ella lo quiere de ese modo).

En el 30 giramos hacia la Playa de Palma y empezamos el camino de vuelta a meta dejando el mar a nuestra izquierda y la zona de bares y comercios a la derecha. El paseo está muy concurrido. Ahí infinidad de viandantes (en su gran mayoría alemanes también) no dejan de animar a todos y cada uno de los corredores que formamos una alargada fila de no muy buen aspecto ya. Ahí, en el 30, una chica alemana me anima a que corramos juntos. Le cuento que me voy a parar a caminar en unos minutos y me dice que le va bien. Minutito andando y volvemos a correr juntos. En el 34 ella va mal y me dice que se para a caminar. Le pregunto si necesita algo y contesta que no, que tire, que me ve muy fuerte. Y era verdad (bueno, relativamente). Lo era porque a esa altura de carrera prácticamente todo el goteo de corredores caminaba. Yo corría.

Paso el 35. Ahí reventé en Barcelona. Hoy paso corriendo. Estoy bastante cansado, pero no mucho más que en el kilómetro 17 o 18. Indiscutiblemente estoy mejor que en Barcelona y eso me sube la moral por las nubes. A ritmo 9-1 van cayendo los kilómetros: 36, 37, 38... Ahí, en el 38 adelanto a un señor alemán (cómo no ) de entre 55 y 60 años, grandote él, que anda y va fatal. Le animo al pasar. Me contesta algo que no entiendo y aflojo por si necesita algo. Cambia el alemán por inglés y me dice que me ve fuerte. Yo le contesto que nos quedan sólo 4 kilómetros, que la meta está ahí al lado y que va a llegar bien. Una mueca de dolor o sufrimiento en su cara mientras trata de sonreír me hiela la sangre. Le repito que le espero en la meta y me dice que tire. Nos deseamos suerte y sigo.

Cae el 39, el 40, el 41 (ahí camino mi minutito de gloria) y el 42. A los tres últimos kilómetros llego ya muy, pero que muy justito, corriendo más despacio que nunca pero corriendo. Del 42 a la meta me aplaude todo el mundo (entro solo o eso me parece a mí). Voy repartiendo besos al aire y la gente grita aún más fuerte. El speaker dice mi nombre y me recuerda que en nada tengo una cerveza fresquita en la mano. Señalo al cielo, "por papá" y me beso el anillo porque mi santa también lo merece. Me acuerdo de muchos de vosotros. Pienso en que tengo que contar todo esto. Hago el guiño que prometí, para el bueno de Carlos que tuvo que abandonar esta hermosa carrera el año pasado. Cruzo la meta. El segundo maratón a la saca.

Vienen mis amigos. Estaban preocupados porque, claro, me esperaban en dos horitas y cuarto por la meta del medio maratón, pero me abrazan entre felicitándome y echándome la bronca. Recojo la mochila, devuelvo el chip y a lo lejos veo al gradullón alemán que andaba muerto en el 38. Viene hacia mí. Me abraza emocionado y me dice que está muy contento porque he cumplido esperándole en la meta. Se me pone la piel de gallina. Para esto también corro.

Dejo para aquellos aficionados a los análisis más profundos unos cuantos datos:

Para correr en Barcelona entrené a conciencia. Hice series, rodajes suaves, varias tiradas largas, 4 de ellas por encima de los 30 kilómetros y reventé en el 35. Para el TUI sólo pude hacer rodajes suaves y no muy largos, eso sí, con bici y piscina de por medio, llegando como máximo a cubrir 21 km y una sola vez. He terminado corriendo, ni rastro del muro (muy cansado, eso sí, pero ¿quién no en un maratón?). Probablemente el correr reservón y el haber cuidado mucho la hidratación fueron dos elementos importantes, pero ¿tanto?

Mi tiempo, sólo 6 minutos más que en Barcelona, 5:08, aunque a mí eso, después de lo vivido hoy, es lo que menos me importa


El problema fue que ayer, al ir a recoger el dorsal, me regalaron una camiseta de la carrera. Nunca vestiría una camiseta de una carrera que no hubiera terminado. Pero es que además, esta era de FINISHER.



viernes, 19 de octubre de 2007

NOS VAMOS PARA PALMA

Tras una semanita erótica (por lo de larga y dura) me subo mañana al avión con Tin (que es mi amigo Valentín) y damos el salto a la isla grande (que es Mallorca). Me llevo poco equipaje, bastantes encargos (porque en Menorca no tenemos feria del corredor ni Decatlhlon) y muchas ganas ya de correr el domingo.

He tomado una decisión con respecto a qué carrera voy a hacer. ¿Alguien ha corrido alguna vez un maratón sin entrenarlo? Yo tampoco y eso va a seguir así. De los cuatro meses que dura un plan de entrenamiento serio me he pasado dos y medio nadando unos largos en la piscina y saliendo a pasear en bici. Mi lesión en el aquiles y su plan de recuperación han ocupado el espacio de los rodajes largos y las series. Ahora estoy bien pero me falta gasolina. Podría terminar el maratón tirando de coco y caminando un montón, posiblemente por debajo de las 6 horas del límite que da la organización, pero eso no es lo que yo quiero. Yo quiero preparar esa carrera, disfrutar viendo cómo cada rodaje se acumula en mis piernas y representa un billete más para el viaje de terminar la distancia. Yo quiero llegar a esa carrera, sufrirla como la sufrimos todos y cruzar la meta cuando sea pero sabiendo que he hecho todo lo posible para currarme la marca que dice el reloj, y además he disfrutado.

Total, que me voy a correr el medio maratón (ojo, que me tentaba la carrera de 10 km, pero ni tanto ni tan calvo) tan feliz, sin mirar demasiado la marca y empapándome del ambiente festivo del Tui y de los miles de guiris que se vienen a Mallorca a correr. El maratón queda para primavera, supongo que después de esos 21097 que se cuecen en la península con el autobús de asalto a la hora-cincuentaynueve.

Sólo me queda el agridulce sabor de dejaros a tantos de vosotros que animabais la gesta de los 42 con el aplauso colgado. No voy a ver a VIC en el 24 (tal vez en la salida, en la llegada, en la feria,...), y Scheilor puede que empezando una hora después acabe incluso antes que yo de correr (gracias, amigo, por ser mi liebre). Decidí esto por respeto a esa distancia que es el maratón. Para mirarla a los ojos hay que estar seguro de poder conquistarla o uno no merece que le consientan ni el más mínimo cortejo. Salud.

domingo, 14 de octubre de 2007

EL ÚLTIMO ENTRENAMIENTO LARGO

El chalado de la foto hizo hoy su última carrera larga antes de la competición de misteriosa distancia del domingo próximo. Fue una horita de ida, media vuelta, y una horita de camino a casa, buscando terreno tranquilo, rodeado de campos en los que las vacas pastaban apaciblemente y los rayos del sol peleaban por colarse entre nube y nube. El día pues, aguantó bonito mientras duró mi entrenamiento. Al terminar, como si el de arriba ya diese por buena la sesión, el cielo se cubrió de repente. Es lo que pasa por aquí, que las condiciones atmosféricas cambian rápidamente, y puedes salir a rodar a veces a la luz de la luna, a medio rodaje no ver un pimiento y llegar a casa completamente pasado por agua.

No me llevé más que el reloj y el agua. Dejé el GPS en casa, pero a ojo me salieron poco más de 18 kilómetros cómodos y sin secuelas, que es lo que buscaba hoy, ni más, ni menos. A esta sesión debo sumarle los 10 kilómetros del jueves y los más de 12 del viernes. El sábado me toqué las bolas en el sofá de casa porque dicen que el descanso también entrena. Algún día tengo que probar a entrenar descansando tres o cuatro meses, a ver si es verdad todo esto. A esta hora, y después del tute matinal me encuentro bastante bien, que en alguien como yo es decir mucho.

Decía en la respuesta a todos los comentarios de la última entrada que me siento como el alumno gandul que empieza a estudiar 15 días antes del examen y cuando domina parte del temario se da cuenta de que, de haber hincado codos con un poco más de antelación el aprobado estaba asegurado. Posiblemente me falten tres o cuatro semanas para estar en buenas condiciones para el maratón, pero la carrera es el próximo domingo y eso es lo que al final cuenta.

Tengo además, por si no fuera suficiente lo que se avecina, un problemilla con la elección del calzado. Las zapas que utilicé en el último medio maratón, unas Asics Gel Nimbus adquiridas especialmente para volar por Palma el domingo (y domadas con unos 150 kilómetros antes de hacerlas debutar en carrera) me rozaron en el metatarso hasta provocar una auténtica escabechina en forma de ampolla tamaño familiar. La ampolla está en vías de curación, pero ahora no sé si usar las Nimbus unas Asics Gel Kayano aún en edad de merecer que me van como un guante. Sobre el papel, a las nuevas les he hecho todo lo que se debe para poder correr con ellas y son cómodas, pero la ampolla me dice que le pruebe las zapas veteranas, a ver si con ellas se lleva mejor. Había pensado en hacer un entrenamiento con un modelo en cada pie para compararlas pero luego no había forma de encontrar mallas y camiseta para combinar los colores de ambas y desistí. Rodaré el lunes con unas y el miércoles con las otras. El viernes lanzaré una moneda al aire. Si cae cara serán las Nimbus, si cae cruz las Kayano y si no cae corro descalzo como Abebe Bikila. Salud.

sábado, 6 de octubre de 2007

CON LO PUESTO

Me cuelgo el remake de la salida del maratón de Barcelona. Eran otros tiempos. Mañana trotaré el medio maratón de aquí, esa carrerita tan bien organizada que espero todo el año. Somos poco más de 200, lo que mirando los 123 del año pasado, cuando terminé el 122, es un incremento porcentual que ya lo quisieran para sí carreras con mucha más solera.

Esto parece ya el blog del "si-no-fuera", porque me he pasado toda la semana por el hospital, donde operaron a mi santísima, sin correr un sólo metro y durmiendo en una silla. Tener a la familia política en el negocio de la hostelería me obligó a velar sin relevo a mi princesa. Hoy estamos ya en casa, y anoche ya dormí en mi cama, pero la espalda la tengo como la cordillera del himalaya.

Pues eso, que me voy a mirar otra vez esas fotos de mi primer maratón, a ver si me animo, y mañana sin falta cuento cómo fue la aventura dominguera de 21 kilómetros antes de cerrar en control de llegada. Salud.

sábado, 29 de septiembre de 2007

CARRERA LARGA

Deshojando aún la margarita de mi particular via crucis atlético, con ese mequiere-nomequiere con el que andamos el maratón de Palma y un servidor, salí ayer para una tiradita larga que terminó en 21 kilómetros y medio recorridos en 2 horas 23 minutos clavados, a un ritmillo trotón muy cerquita de los 6'40"/km y ninguna molestia que reseñar.

La primera prueba a que me sometí la pasé sin novedad, porque terminé el entrenamiento sin sentirme Paul Tergat pero en aceptables condiciones. Temía la mañana siguiente, o sea esta mañana. Las tendinitis aquíleas suelen manifestarse justo al levantarse, llevaba un tiempo sin acordarme de la lesión y temía que el asfalto por el que me vi obligado a rodar me pasara factura. Tampoco eso va a ser excusa de momento: nada de dolor.

De todos modos mi estado de forma no tiene mucho que ver con aquél con que me presenté en la salida del maratón de Barcelona. Entonces llevaba en la mochila 4 tiradas de más de 30 kilómetros, y alguna más de ventimuchos. Ese bagaje no voy a tenerlo ni un poco parecido para el 21 de octubre. Eso, y el respeto que me produce una distancia a la que sólo puedes mirar a los ojos con una preparación muy, muy seria, me llevan a pensar que hoy por hoy tengo muchos números de tomar en Palma el desvío del medio maratón y dejar las heroicidades para una más propicia ocasión. Aún así, la decisión no está tomada, en parte porque el domingo que viene corremos el medio maratón de Menorca, y pienso tomar esa carrera como referencia de lo que mis piernas pueden y de lo que no pueden llegar a hacer.

Ni que decir tiene que suscribo lo que se me apuntaba hace un par de meses cuando, convaleciente de esa gilitendinitis me preguntaba qué iba a pasar con estas dos carreras de octubre, y firmaba poder salir a terminar, sin mirar el reloj ni de reojo. Así están las cosas, y van a tener que esperarme en meta porque me lo voy a tomar con calma. Ya contaré. Hasta entonces, salud y kilómetros para todos.

lunes, 24 de septiembre de 2007

COMER BIEN Y CORRER PARA PERDER PESO


Copio y pego una colaboración que escribí para un grupo de corredores inscritos a una clase en el Servei Municipal d'Esports del Ayuntamiento de Maó, tomando cositas ya colgadas en este blog y releyendo por mis librejos, un ladrillo sobre alimentación y salud que pone en orden cosas que todos sabemos.

No digo nada nuevo si afirmo que perder peso es ganar salud y calidad de vida a cualquier edad. También es conocido que un porcentaje muy elevado de hombres y mujeres está bastante por encima de su peso ideal, y algunos andan haciendo cola para conseguir un accidente cardio vascular sólo por su sobrepeso.Si afirmamos entonces que conseguir un peso saludable y mantenerlo es el mejor de los negocios deberíamos al menos dar algunas claves para conseguirlo:

En primer lugar, tomando como referencia lo que afirma el eminente cardiólogo Valentín Fuster, jefe de cardiología del Mount Sinaí Hospital Center de Nueva York, tenemos que entender que las dietas NO FUNCIONAN. Se entiende como dieta toda restricción de alimentos (las hay en el mercado para todos los gustos) que en un período concreto de tiempo lleva a una pérdida de peso (y en casi todos los casos de salud por la ausencia de determinados nutrientes esenciales). La estadística dice que sólo un 10% de sujetos que empiezan una dieta pierde efectivamente peso y no lo recupera en el plazo de un año. ¿Qué médico en su sano juicio recetaría un fármaco con una tasa de error del 90%? Ninguno, claro.

Entonces, ¿cuál es la clave? Pues probablemente la que casi todos conocemos: variedad y moderación. Comer de todo un poco, alejando de nuestra dieta todo aquello que nos llena de calorías sin aportarnos nutrientes. Pero entremos en materia, siguiendo lo que nos cuenta Dean Karnazes en el epílogo de su magnífico libro "Ultramarathon man":Básicamente hay tres macronutrientes que liberan energía al cuerpo en forma de calorías: carbohidratos, proteínas y grasas (también el alcohol aporta calorías, hasta 7 por gramo, pero carece de nutrientes). Cada macronutriente cumple una función específica en nuestro cuerpo.

LOS CARBOHIDRATOS , tanto simples (azúcares refinados) como complejos (almidones y fibra) son absorbidos y utilizados de forma diferente: los primeros se absorben rápidamente y liberan energía también con rapidez, pero provocan un subidón excesivo en los niveles de azúcar en sangre, que el cuerpo se apresura a controlar segregando una cantidad grande de insulina y provocándose el efecto rebote de subidón-bajón, tan temido por todos los deportistas. Los almidones y las fibras se digierene y absorben más lentamente, liberando así energía de un modo más progresivo y útil. Los alimentos que habría que incorporar a nuestra dieta para disponer de carbohidratos de calidad son fundamentalmente la pasta, el arroz, el pan, las patatas y muchos tipos de legumbres. Las versiones integrales de pasta, arroz y pan no son menos calóricas pero sí aportan una dosis extra de fibra que colabora en multitud de procesos digestivos y nos protege de enfermedades que van desde el estreñimiento al cáncer de colon.

En pocas palabras, si los carbohidratos son la gasolina para el cuerpo, LAS PROTEÍNAS son los ladrillos que reconstruyen los tejidos del cuerpo humano, esencialmente los músculos. Como los carbohidratos, las proteínas contienen 4 calorías por gramo, y provienen de diversas fuentes, en su mayoría de animales, aunque también algún vegetal las produce. Las proteínas se componen de aminoácidos, no esenciales y esenciales. Estos últimos no pueden ser sintetizados por el cuerpo por lo que debemos obtenerlos de los alimentos ricos en proteínas: las carnes y pescados, huevos, leche y derivados y algún vegetal como el tofú.

LAS GRASAS son los macronutrientes más mal entendidos. Todo el mundo habla de reducir las grasas en la dieta, pero éstas (o algunos tipos de éstas) son esenciales para la vida. Aportan 9 calorías por gramo, por lo que son la fuente de energía más concentrada (más del doble que carbohidratos y proteínas). Entonces, ¿por qué esa mala fama? Probablemente por dos razones: tomamos demasiadas grasas y, lo que es peor, el abuso es sobre los malos tipos de grasas.Podemos clasificar las grasas del siguiente modo: saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas.
Las grasas saturadas provienen principalmente de productos animales y de algunos de los llamados aceites tropicales (de coco y palma, básicamente). Las grasas saturadas son sólidas a temperatura ambiente y al consumirlas el cuerpo debe convertirlas en algo transportable por medio líquido (el torrente sanguíneo). En este proceso se eleva el colesterol malo, el conocido como LDL, en la sangre. Un muy mal negocio.
Las grasas monoinsaturadas provienen de fuentes como el aceite de oliva, frutos secos, aguacates, semillas y pescado azul o de aguas frías, y son una gran fuente de ácidos grasos esenciales como el Omega-3 y Omega-6, muy beneficiosos para la salud humana.
Las grasas poliinsaturadas, abundantes en el maiz, la soja y aceites de girasol son completamente líquidas a temperatura ambiente y colaboran eficazmente a reducir el colesterol "malo" o LDL. Sin embargo, últimos estudios afirman que su abuso reduce también el colesterol "bueno"o HDL, desaconsejándose una ingesta superior al 10% del total de las calorías en grasas poliinsaturadas.

Un adecuado reparto del pastel de los macronutrientes consistiría en ingerir de 40-50% de carbohidratos, 25-30% de proteínas y 25-30% de grasas. A partir de ahí, la moderación por bandera (comer sólo hasta saciarse, ni un poquito más) y olvidar determinados malos hábitos como las calorías vacías del alcohol, refrescos azucarados y bollería industrial, y determinados tipos de cocina como fritos (doblan las calorías de los alimentos) y rebozados, así como muchos tipos de salsas, dejando todo esto para ocasiones muy puntuales.

Siguiendo estas pautas el éxito está casi garantizado.Entonces, si la clave está en comer bien, comer de todo y comer con moderación, Valentín Fuster añade otro elemento básico hacia el triunfo: perder peso muy despacito. El eminente cardiólogo recomienda perder como mucho medio kilo al mes. Sólo a sus pacientes con menor fuerza de voluntad les recomienda una pérdida superior, de hasta 2 kilos al mes como máximo. Así se asegura que ese peso perdido poquito a poco no se va a recuperar nunca, porque se habrá dejado en el camino sobre la base de un cambio de hábitos del paciente. Fijar costumbres alimenticias sanas es el mejor camino hacia una pérdida de peso y una ganancia de salud.

A todo esto, nosotros podemos decir con orgullo que le vamos a sumar el hábito del ejercicio físico. A nosotros nos gusta correr, disfrutamos con ello, no nos supone ningún esfuerzo calzarnos las zapatillas y salir a rodar un ratito. Y correr es uno de los mejores modos de quemar un montón de calorías, una forma de ayudar a mejorar esa pérdida de peso y esa ganancia de salud, porque además mejoramos nuestro corazón, nuestros pulmones, nuestros músculos e, incluso, nuestro esqueleto, y al terminar somos un poquito más felices.Correr ayuda a perder peso, pero unos hábitos alimenticios sanos y moderados son el elemento clave en este asunto. Seguid las pautas que marcan los verdaderos expertos.

Para escribir estas líneas tuve que leer con profundidad a Valentín Fuster, seguramente el mejor cardiólogo del planeta, y a Dean Karnazes, posiblemente el mejor ultramaratoniano. Si os sirvió, aunque sólo fuese para poner en orden ese montón de cosas que todos ya sabemos, voy a estar muy contento. Salud a todos.

martes, 18 de septiembre de 2007

MÁS SOBRE PERROS

Miradle a los ojos y entonces decidme que me hago pesado con el tema. Gracias al amigo Wild Runner accedí a unos artículos de Arturo Pérez Reverte para la Fundación Altarriba. Como en esta página cuelgo lo que me da la gana, pego uno de esos artículos que me gustó especialmente. Los otros tampoco tienen ningún desperdicio, pero éste me llegó muy, muy adentro. Es un poco largo, pero merece la pena.

Tenía otra foto pero me faltó valor para colgarla. Otro galgo, tan guapo como el de la foto, con una soga al cuello peleando por su vida a cuello ensangrentado. Ya no era el mejor cazador y su vida no valía un real. No soporto lo que les hacen a estos pobrecillos. Leed, leed:

Una vez, cuando era niño, un pastor tiró delante de mí un perro al pozo de una mina. Le ató una cuerda al cuello, amarró un trozo de hierro viejo de las vías del ferrocarril, lo llevó hasta el agujero -el pobre animal trotaba alegremente a su lado, sin saber lo que le esperaba- y allá se fue el perro, arrastrado por él peso. Lo oí aullar al caer, y todavía, mientras tecleo estas palabras, sigo oyéndolo. Se estaba volviendo loco, me dijo el pastor, y zanjó el asunto. Hasta ese día; el pastor, un hombre joven y rubio con el que yo charlaba a menudo cuando iba a jugar al monte y me lo encontraba, había sido amigo mío. Me enseñó algunas cosas que todavía recuerdo sobre hierbas, cabras, ovejas y perros ovejeros, y tengo en la cabeza el chasquido de su navaja cuando, a la sombra de una higuera, compartía conmigo rodajas de pan, queso y un vino muy áspero de la bota que siempre llevaba. Nunca supe su nombre, o tal vez lo olvidé a partir de ese día. Tampoco volví a acercarme a él. Después de aquello, cuando lo veía de lejos, él levantaba una mano para saludarme, y yo levantaba también la mano. Pero seguía mi propio camino. Recuerdo que correteaba junto a él un perro nuevo, y que me pregunté si cuando también se volviera loco lo tiraría al mismo pozo. Supongo que sí, que lo hizo. Ahora, con los años, después de haber visto hacer cosas peores lo mismo con perros que con seres humanos, comprendo que el pastor no era un mal tipo, o al menos no peor que el resto de nosotros. Sólo era algo más elemental, quizás. Más bruto. Con ese duro sentido práctico de la gente de memoria campesina, que sabe lo que cuesta una boca más por alimentar, aunque sea la de un perro. Gente a la que curas fanáticos, ministros canallas y reyes imbéciles hicieron, durante siglos, analfabeta, despiadada y miserable. En cualquier parte del mundo, la infame condición humana sólo necesita pretextos para manifestarse. Y en cuanto a pretextos, la España que hizo a ese pastor siempre los tuvo de sobra.
Ahora, cuarenta años después, tengo delante una foto que recuerda aquello: dos perros galgos ahorcados por sus dueños en un pinar de Ávila. La foto tiene actualidad porque el partido del Gobierno, o sea, el Pepé de esta España que dicen va de cojón de pato, se pasó el otro día por el forro de los huevos un documento con más de 600.000 firmas exigiendo que se castigue con más dureza el maltrato cruel a los animales. La cosa venía a cuento de los que los hijos de la grandísima puta que hicieron aquello sigan tan campantes -ojalá sepan ellos mismos un día lo que es morir como perros mientras los mozos de escuadra, o la guardia civil, o quien puñetas tenga la competencia de esclarecer el asunto, anda tocándose la flor sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza. Pero resulta que el Pepé no ve la cosa tan grave. Para qué dramatizar, dicen. Abandonar a un animal doméstico o maltratarlo sólo es, para el Código Penal y para ellos, una falta contra los intereses generales que se castiga con una multita de nada. Un pescozón. Ya saben: vete, hijo, y no peques más. Y la mayoría parlamentaria de esa peña de gilipollas impidió que el pasado abril prosperaran cuatro proposiciones de ley para que el maltrato a los animales se considere delito, y se castigue con arrestos de fin de semana y penas de prisión cuando medie muerte del animal. Tampoco se trataba de silla eléctrica, como ven. Pero no. El Pepé dijo nones. El Peneuve, por cierto, se abstuvo, fiel a esa equidistancia política exquisita que mantiene lo mismo cuando alguien mata perros que cuando alguien mata concejales. Y al final salió en la tele un tiñalpa repeinado y con corbata rosa fosforito, para decir que bueno, oigan, que tampoco hay que precipitarse, y que un hecho concreto como el de Tarragona no justifica la modificación de un texto legal. Olvidando que en esta ruin España se tortura y se mata animales impunemente y a diario, que sigue habiendo peleas de perros, que se ahoga a los cachorros, que se ahorca a los perros de caza que no satisfacen a sus dueños, que hay animales que son apaleados a la vista de todo el mundo sin que nadie intervenga, o que miles de ellos son abandonados cada año -abuelo al asilo, perro a la carretera cuando a sus propietarios les incordian para las vacaciones o se les mean en la alfombra. Y que todo eso ocurre porque la presunta autoridad competente ni siquiera intenta hacer cumplir las ridículas normas mínimas que ya existen. Y también porque nadie agarra por el cogote a uno de esos animales bípedos cuando se le pilla con las manos en la masa, y le sacude, a falta de legislación adecuada, media docena de hostias. Pues al final resulta que cualquiera puede torturar gratis a un perro; pero darle una buena estiba a un hijo de la gran puta no es civilizado ni europeo, y a quien detienen y multan y empapelan es a ti. Hay que joderse. Me pregunto en qué se fundarán esos imbéciles para creer que vale más un ser humano -embriones incluidos- que la lealtad, la honradez y los sentimientos de un buen perro.
"Una multita de nada. Un pescozón. Ya saben: vete, hijo, y no peques más"

lunes, 17 de septiembre de 2007

LA PLATA QUE SABÍA A MADERA


Voy a hacer una confesión. Correr no es lo mío. En realidad lo mío siempre ha sido, como dijo Pepu en la resaca mundialista, el BA-LON-CES-TO. Prometí centrar la temática del blog en mi relación con las zapas y el asfalto, pero hoy quiero confesar que me temía todo esto.

No es oportunista afirmar ahora que España es un país de quijotes por un lado, y que uno de los tópicos deportivos más manidos, ese de que el movimiento se demuestra andando es, por otro lado, la máxima de las máximas en esto del ganar y el perder.

Teníamos el mejor equipo de baloncesto de nuestra historia. El 5 inicial más determinante. El banquillo más profundo. La selección más equipo de todas. 12 amigotes y Pepu, un grupo que siempre dio lecciones al respecto de que el todo siempre pese más que la suma de las partes. Una trayectoria impresionante, sólo emborronada por el accidente de Croacia, dos años sin perder, unos números de miedo, jugando en casa y con una Rusia en principio sin mucha personalidad como víctima propiciatoria.

La sensación de que simplemente había que asistir como espectadores a un fin de fiesta cantado flotaba en el ambiente de un pabellón repleto de VIPS de todo pelaje, de Almodóvar a Rajoy y de Raúl al gran Serrat, todos esperando el trámite de 40 minutos hasta la gloria.

Pero no se contaba con los rusos, ese convidado de piedra que termina chafando la fiesta y llevándose a la chica más guapa del guateque. Un equipo moderno entrenado por un americano-israelí y liderado por un all-star de la NBA que hizo justo lo que debía para llevarse el gato al agua: defender mucho, dejando a la gran España en 60 puntejos, y jugar muy agresivamente en ataque, con 4 y a veces 5 jugadores abiertos y haciendo daño desde fuera y para adentro.

Con la confianza de los unos y la fe de los otros se llega al final por todos conocido: un jugón neoyorkino nacionalizado por decreto urgente del mismísimo hijo de Putin mete un canastón al límite de la posesión y pone uno arriba a Rusia con poco más de 2 segundos para terminar. La última era para Rudy, me juego el pellejo, pero termina en manos de Pau que con dos tíos encima hace lo que puede y casi la mete. Fotograma de la peli Match Point del gran Woody Allen: la bola bailando sobre la cinta de la red cae al final del lado del malo. Esto es el deporte. Hay equipo para volver.

viernes, 14 de septiembre de 2007

LOS IBA A CORRER A HOSTIAS A TODOS Y MIS 20 KILÓMETROS


Perdonad el tono de mis palabras, pero estoy hasta los cojones de algunos de mis congéneres. Vaya semanita lleva mi conciencia recibiendo mensajes de esos que consiguen despertarla a ella y poner en ebullición todo mi torrente sanguíneo.

Empezando por ese salvaje anacronismo que es el Toro de la Vega en Tordesillas (Valladolid), donde apoyándose en una tradición ciertamente antigua se tortura hasta la muerte a un animal en una celebración terriblemente cruel, y repetida año tras año con motivo de las fiestas patronales de aquella localidad.

Luego veo en Televisión Española (creo que en su primer canal), un programa completito dedicado al maltrato canino. Cámaras ocultas dejando gráfico testimonio, por ejemplo, de una conversación con un supuesto criador de perros de caza, que admite sin rubor que sacrifica tanto a las hembras como a los machos menos aptos para su comercio. Luego las instalaciones del criadero hacían llorar: perros hacinados en jaulas sucias, durmiendo entre sus propios excrementos y claramente mal alimentados e incluso maltratados. El fenómeno del propietario intentaba vender un perro diciendo que no valía mucho, y que habría que pegarle un poco para no sé qué. A él lo iba a agarrar yo por la pechera y le iba a contar un par de cositas hasta que se le quitaran las ganas de pegarle a los perros.

En el mismo programa trataron el tema de los galgos de caza: es muy simple, cuando se vuelven mayores y no sirven para cazar sus dueños simplemente los cuelgan (del cuello) de un árbol hasta que mueren ahorcados con gran sufrimiento. Fotografías ilustraban el tema. Ahí ya se me puso la piel de gallina y me entraron ganas de llorar y de darle un par de hostias a alguien.

Poco después suavizan el tema en el mismo programa: los excrementos que los dueños dejan olvidados. Más del 60% de los recogidos por sanidad en Madrid tenían parásitos, por lo que ya no es un tema de educación sino de salud pública. Ahí otra cámara oculta: una lista con un perro en un parque. Su cara aparece tapada por un borrón, sólo se la oye hablar. El periodista camuflado le recrimina su actitud de dejar las caquitas de su perro de 80 kilos en pleno parque. Ella dice que eso es "campo", no asfalto, y que no lo piensa recoger. El chico le recuerda que por ahí juegan los niños. Ella, ya nerviosa, ataca al periodista y le dice algo así como "pues denúnciame". Pues eso, coño. Se la graba en un espacio público, ¿por qué le tapan la cara? Que la saquen con toda su estupidez y sus vecinos sabrán con quién se están jugando los cuartos. Yo alucino. Y aprovecho que aquí escribo lo que me da la gana para denunciar.

Hoy hice 20 kilómetros, pero eso es ya casi lo de menos. El tendón no me dolió pero me dolió todo lo demás. Estoy hecho un desastre, pero terminé el entrenamiento.

Y suscribo el mensaje de la foto: ¿Para qué cojones quieren su piel? ¿Acaso el zorrito se viste con la piel de la señora? Pues eso.

sábado, 1 de septiembre de 2007

HOY CUMPLO UN AÑITO




Parece que fue ayer es lo que se suele decir. A mí me parece que hace lustros que estoy en esto pero no, hoy hace un año empecé a preparar mi primera carrera popular de la era moderna (de jovencito había hecho algo parecido a correr, pero el tiempo se encargó de borrar de mi esbelta figura cualquier vestigio de ello).

A final de agosto de 2006 terminé un viajecito en bici por España: la Vía de la Plata desde Mérida a Santiago con unos amiguetes. Entonces decidí aprovechar lo sembrado a base de dar pedales para empezar a correr de verdad, con periodicidad semanal y apuntándome a las carreras. En un mes pasé de sedentario cicloturista de tercera a mediomaratoniano lento y orgulloso. El 30 de septiembre redebuté en la distancia (había corrido la media de Barcelona allá por el cretácico superior).

Con el objetivo de cumplir un viejo sueño de juventud empecé a prepararme para correr un maratón. Entonces me pareció una buena idea contar mis experiencias con el entrenamiento y la carrera y abrí el blog. En principio sólo para el tiempo que tardase en ser maratoniano. A través de este medio empecé a compartir mis experiencias y las de los demás, conocí gente con las mismas inquietudes, al menos una vez calzadas y anudadas las zapas de correr, y me enganché a la carrera y a todos y cada uno de mis nuevos amiguetes. A algunos he tenido la oportunidad de conocerlos personalmente y comprobar que el especimen de carne y hueso suele mejorar al cibernético.

Así pues corrí ese maratón en marzo, pero no terminaron tras él ni mi carrera como corredor ni este blog que tenéis en la pantalla de vuestro ordenador ahora mismo. Seguí con todo ello hasta hoy, día en que cumplo un año desde que cambió mi vida. Porque mi vida es diferente ahora. Igual sería más feliz haciendo otras cosas, pero empecé por salud con algo que ahora sé que no voy a poder dejar mientras la mecánica se comporte.

Ayer celebré el cumpleaños de modo anticipado. Salí a correr. Cayeron 17 kilómetros en 1 hora 57 minutos, caminando 1 minuto de cada 10 y en las cuestas duras. Si echáis cuentas veréis que el ritmo por kilómetro me salió a 6'53", que teniendo en cuenta todo el tiempo que caminé a mi me parece más que decente. De hecho, un maratón a ese ritmo me sale en 4h50, lo que supone un mordisco de 12 minutos a mi mejor y única marca personal. No es que ya esté echando cuentas otra vez (sinceramente me la trae al fresco). Tan sólo me pareció un dato curioso, porque al caminar un tiempo pude correr más deprisa el segmento en que me tocaba correr. Ahora viene lo bueno: ni rastro del tendón, y debo reconocer que es la primera vez.

Estoy fuera de forma, pesado y lejos de mis propósitos de hace tan sólo unos pocos meses, pero he vuelto a la carretera, y eso es lo que celebro. Aunque sigo evitando el asfalto y corriendo día sí, día no, si todo sale bien estaré en esas carreras de octubre. A terminar, y feliz por ello. Mucha salud a todos.

jueves, 30 de agosto de 2007

PASITO A PASITO



Me pasa una cosa que nunca antes me había ocurrido: vivo con salud mi tendinitis. Resulta extremadamente curioso, y puede que incluso algo digno de estudio por parte de algún traumatólogo aburrido. Debo decir que sigo lesionado pero sólo un poquito. Estoy jodido en determinadas circunstancias, pero en otras no, y me explicaré.


Todo obedece al sinvivir producto de un mes y medio de retiro forzoso. En cuanto las señales dejaron de ser malas empecé a experimentar. Dado que caminando no dolía decidí caminar más rápido y más lejos, a ver qué tal. Cogí (agarré para mis amiguetes del cono sur) los bastones y me fui al monte (si es que es monte lo que tenemos aquí). Cojonudo, no dolía. Un pasito más: trocitos de trote ligero sin dejar aún los bastones. Sin dolor, iba bien. Otro paso: a tomar viento los bastones. Empiezo a combinar el trote con caminar. Perfecto, vuelvo a ser feliz. A ello le sigue más trote y menos paseo, caminando sólo en las cuestas arriba (donde peores sensaciones tenía por el tendón). Tampoco eso va mal.


Por tanto empiezo a correr, evitando el asfalto y haciéndolo día sí, día no. Hasta una hora y muy lento va perfecto. Decido ir más allá y me llega la primera señal negativa. A las dos horas de terminar un entrenamiento algo más rápido (durante 1 hora 15) el tendón se queja. Me temo una recaída y doy un par de pasitos atrás: más despacito y menos tiempo. Ralentizo así la progresión salida tras salida y las sensaciones mejoran.


Ayer corrí 10 kilómetros, a un ritmo aceptable, y el tendón ni se enteró. De todos modos, aceptable debe leerse como modesto, porque fue ligeramente por debajo de 7 minutos el kilómetro, para que los aficionados a las matemáticas y a los maratones se hagan una idea de cómo está el patio. Puedo ir un poquito más allá, pero no creo que mucho por ahora. Por eso si sigo sin dolor correré en Ciutadella (21097) y, si lo disfruto, en Palma (42195). Sólo debo acostumbrarme a escuchar a mi cuerpo en lugar de al reloj, y marcarme el objetivo de pasar bajo el arco de meta antes de que lo retiren. Más adelante ya hablaremos, pero hoy la cosa está así. Mucha salud a todos.