viernes, 4 de julio de 2014

IRONMAN AUSTRIA 2014.



Tratando de no hacer demasiado ruido el domingo pasado completé mi tercer IRONMAN en Klagenfurt, un lugar diseñado para vivir bien y correr triatlones en el sur de Austria. Va a ser difícil de olvidar, y posiblemente quede esta carrera en el lugar de mayor honor de entre las competiciones en las que he tomado parte por infinidad de factores.

Para empezar el Road Trip que armamos tres amigos, conduciendo una autocaravana de alquiler desde Barcelona, haciendo turismo de poca monta por Venecia hasta llegar a Klagenfurt, la capital del estado de Caríntia con sus casi 100.000 habitantes, su arquitectura típica, sus calles impolutas y su enorme lago Worthersee, de aguas tan limpias que pudiérase beber de ellas.

Si Austria me pareció Alemania en delicado, el Ironman Austria me pareció Frankfurt en más bonito si cabe, con algún lujo menos y mucho más encanto.

LA CARRERA

Siempre dije que había entrenado. Suelo decir también que  si yo puedo terminar el Ironman cualquiera puede, y lo pienso de verdad. De todos modos ese punto de vista hay que ampliarlo: cualquiera con salud y tiempo puede enfrentarse al reto, pero hay que entrenar, y en serio. Había hecho los deberes. En el fondo sabía dos cosas: podía mejorar mi marca personal de Frankfurt porque mi preparación era sensiblemente mejor (uno). En Ironman es casi imposible pensar en la marca porque casi todo puede ir mal (dos).

Nadé como un pardillo. Jamás había sufrido tanto en la salida de un triatlón. Éramos 3000, pero a pie de playa me pareció que estábamos bien distribuidos, y que la salida iba a ser limpia. Error. Con el cañonazo llegó (al menos para mí) el caos. Golpes, empujones, montoneras, imposible nadar por espacio de, al menos 3 o 400 metros. Con algo más de sitio me sentí agobiado como un novato, sin poder coger aire suficiente para seguir nadando. Me costó el primer largo (1400 metros) nadar parecido a los entrenamientos. Los últimos 1000 metros son en un canal. Ahí otra vez los golpes, los empujones y el malestar, deseando llegar de una vez. Al final salgo del agua habiendo nadado de verdad menos de la mitad del recorrido. El GPS dice que fueron 4000m para mí. Aún así el crono baja mi mejor marca en la natación del Ironman. Al menos eso.

Los 180 km en bici suelen dominarme. Siempre llego al km 150 muy cerquita de mi límite y los últimos 30 me parecen puestos para jorobar, simplemente. Esta vez no fue así. Me marqué un ritmillo que cumplía con mis posibilidades teóricas, lo respeté y llegué al final, si no con ganas de más (no exageremos) sí al menos satisfecho y razonablemente fresco. Lo de fresco también se refiere posiblemente a los 90 km últimos bajo una lluvia a ratos intensa que puso alguien ahí para recordarnos que lo de ser hombres (y mujeres) de hierro no puede ser nunca fácil. Pues eso, que me bajé de la bici muy satisfecho, habiendo dominado el recorrido, consciente de que lo había hecho como quería hacerlo y sintiendo que no había más secuelas que las justas y necesarias. El objetivo de guardar energías parecía conseguido.

Y empecé a correr los 42.2 km. A pesar de ser razonablemente mediocre en todo, tanto en el agua, como en la bici o también corriendo, debo decir que al acabar el sector ciclista del Ironman siempre siento un ligero alivio, pensando que lo que me queda, no diré que lo domine, pero sí me resulta mucho más familiar. Sé que con mi ritmillo tranquilo los kilómetros caen. Además en el Ironman no hay "muro". En realidad hay varios "muros", uno los va golpeando sucesivamente, con tanta asiduidad que ya no se nota el paso de uno a otro. Y lo dicho, empecé a correr. El objetivo era ese, al ritmo que fuese, correr todo el tiempo. Para los menos avezados en este tipo de carreras diré que, al menos en parte, mucha gente camina en el sector de maratón de un Ironman. Yo caminé algo en Frankfurt, conseguí correr todo el tiempo en Lanzarote y me propuse hacerlo así también en Klagenfurt. Hasta el km 17 perfecto: ese trotecillo tranquilo, hasta cómodo, esa sonrisa en la cara, feliz porque iba bien, de verdad, dentro de lo que cabe con lo que llevaba ya encima iba bien.

Entonces Pandora abrió la Caja de los Truenos. El revoltillo de plátanos, barritas, geles, isotónicos, cocacola y demás empezó a revelarse en mi bajovientre. Dolor, ligero al principio, difícil de soportar después. Me paro en la primera cabina-wc que veo y está impracticable (evito describirla porque se trata de un morbo innecesario, pero creedme que no se podía ni entrar). Más adelante el recorrido cruza una especie de club de campo, con sus socios sentados en mesas del bar animando la carrera. Salgo del circuito y pregunto por el servicio. Lo uso con tranquilidad hasta sentirme algo aliviado. Vuelvo a mi maratón pero los problemas no se han resuelto del todo. 8 km más adelante aparece otra cabina sanitaria, no tan sucia como la primera. Paro y la uso. Salgo como antes, algo aliviado pero lejos del 100%. Sigo cabreado porque voy bastante bien de piernas pero con un malestar gástrico brutal. Llego al casco urbano y me meto en una cervecería para jolgorio de la concurrencia. En su baño trato de vomitar, a ver si eso me alivia. No lo consigo. No es eso. Repito con las aguas mayores por tercera vez, lo que parece funcionar algo mejor pero me revela a su vez que estoy bastante deshidratado (observando el color de la orina). Como el estómago ha mejorado ya algo más, dedico mis esfuerzos a la rehidratación, empezando un ritual exagerado a simple vista pero eficientísimo al final: cada avituallamiento 2 vasos de agua, 3 de isotónico y 2 más de agua ("you are thirsty my friend" me dijo uno de los voluntarios). Lo repito dos veces en dos paradas sucesivas. En tres avituallamientos paro otra vez al baño. Un pipí clarísimo: todo ok. Como ya no me entra nada sólido, en el km 35 introduzco de nuevo la cocacola en las paradas, por el azúcar, y rezo porque no haga falta comer de ahí al final. El estómago está mucho mejor y corro aceptablemente ligero (insisto, para lo que llevaba encima y en comparación con el panorama de caminantes que me rodea en esos momentos).

En el 38 ya veo mi llegada mentalmente. La haré despacito y disfrutando. Y rompe a llover a lo bestia, pero me da igual. Corro entre charcos pero no me importa. Los kilómetros salen cada vez más rápidos porque la adrenalina le echa una mano a los músculos hasta la última curva. Ahí un desconocido me da un abrazo y me felicita ("congratulations, you did it"). Piso la alfombra azul y supero el pasillo de cheerleaders. Le señalo mi dorsal al speaker que enloquece (bueno, es lo que me pareció, pero lo hacía con todos y todas) y grita "from Spain, Josep Garriga, YOU-ARE-ANNN-... I-R-O-N-M-A-N!!!" y cruzo la meta.

14h43. Marca personal aunque sea por 2 minutos. 

Me cuelgan la medalla, me dan una manta térmica y un chubasquero porque llueve a mares aunque ahí están todos (speaker, cheerleaders y gradas abarrotadas). Paso a la carpa de recuperación. Me ofrecen un masaje pero declino el ofrecimiento. Me siento en una silla me tapo la cabeza con la manta térmica y rompo a llorar sin saber muy bien porqué. Dos voluntarios se acercan por si todo anda bien. "Emotion, just feeling a bit emotional" acierto a decirles. Sonríen y me felicitan. Se me pasa el bajón. Siento que he ganado. Pienso en  mi mujer y en mi hija, en todo lo que han sacrificado para que yo esté ahí y en lo mucho que las quiero a las dos. Soy muy feliz.

Al día siguiente salimos a dar una vueltecita en bici para soltar piernas. Pocas secuelas para lo que esperaba, tanto físicas como de coco. Pensando en el siguiente, como es lógico. Es que estamos enfermos, pero ¡bendita esta enfermedad!

Gracias por cada mensaje de ánimo de los recibidos por todos los canales. Al tomar cobertura el móvil empezó a echar humo.

Salud y buenos kilómetros a tod@s


domingo, 1 de junio de 2014

PESO DE COMPETICIÓN

Poco o mucho, mi peso siempre ha sido un factor limitante del rendimiento deportivo. Podría decir que siempre he pesado generosamente por encima de lo que debería, a veces más y a veces menos, pero mi presencia en el pelotón de cola está casi siempre relacionada con ese problema.

Como casi todo el mundo que lidia con esta dificultad, he pasado por muchos intentos de solución, desde dietistas profesionales a curas detox milagrosas, pasando por dietas low-carb de casi todo tipo. Los resultados nunca han sido satisfactorios, tan solo cuento éxitos parciales que, sumados entre sí, me han permitido hacer el deporte que me gusta a un nivel suficiente, si entendemos suficiente como llegar a la meta antes de que se hubiesen marchado todos.

Pero como no estoy aquí para someterme a un análisis personal tan profundo iré un poquito al grano. Me ha gustado el enfoque que a esta problemática le da Matt Fitzgerald en su libro "Racing Weight", y voy a compartir aquí mis impresiones, aquello que más me ha llamado la atención a mí. Aunque el libro habla de muchas más cosas, estas son las conclusiones que yo extraigo:

1. El peso corporal, y más concretamente la cantidad de grasa que componga ese peso corporal es más determinante del rendimiento deportivo (entre deportistas) que el entrenamiento. Estadísticamente los primeros en las competiciones de resistencia son aquellos con un menor porcentaje de grasa corporal y un cuerpo más liviano. A medida que se estudia a los deportistas hacia la cola del pelotón aparecen individuos más pesados (y en ocasiones con más entrenamiento en las piernas que alguno que terminó la carrera más adelante). Las estadísticas hablan de porcentajes, no en términos absolutos.

2. Lo único que funciona para perder peso es conseguir un déficit calórico real: ingerir menos calorías de las que se gastan, y ese déficit es más fácil de conseguir interviniendo en los ingresos que en los gastos, aunque para que la pérdida de peso sea sobretodo grasa y no tanto músculo y ésta se produzca en términos aceptables de salud hay que controlar los ingresos y aumentar los gastos a través del ejercicio. Y el ejercicio no es solo la sesión de entrenamiento: un estilo de vida activo es el complemento ideal al deporte. De poco sirve salir a correr 2 horas si llegamos muertos y nos tumbamos en el sofá el resto del día. Mejor 45 minutos y seguir olvidando el ascensor, caminando a hacer recados, yendo a pasear con familia o amigos,... Lo que cuenta son las calorías tras 24h, no tras ese entrenamiento concreto.

3. Las dietas hiperproteicas o low-carb funcionan porque en realidad lo que se reduce son las calorías totales, además de que las proteínas son más saciantes y los carbohidratos se almacenan junto con una pequeña dosis de agua (que pesa y aporta volumen).

4. La primera medida de éxito en el control de peso consiste en mejorar la calidad de la dieta. Ingerir alimentos menos procesados, cocinados por procedimientos saludables, priorizando verduras, frutas, carnes magras, pescados, cereales integrales, frutos secos, semillas y sobretodo agua.

5. La segunda medida de éxito consiste en distinguir el hambre física (de estómago) de la que es solo psicológica, y acostumbrarse a comer casi siempre siguiendo las señales del hambre real.

6. Desayunar bien es fundamental

7. Hay un horario también para los nutrientes: más carbohidratos en el desayuno, equilibrio al mediodía y sobretodo proteínas y verde en la cena.

Claro, me diréis que Matt Fitzgerald no ha descubierto nada, y es verdad. Sin embargo, habla con total naturalidad de todas las modas nutricionales que considera una estafa, de dietas con nombre (Montignac, Atkins, La Zona, Dukan en incluso la Paleodieta que tan bien me ha sentado a mí siempre), y pone en su lugar un enfoque sensato y coherente: si existiera una dieta definitiva, que consiguiese pérdidas de peso con poco esfuerzo y mucha salud, todas las demás desaparecerían. Si coexisten siguiendo muchas veces principios contrapuestos es porque ninguna de ellas vale. Y quizás lo que corresponde es girar la cabeza hacia lo que dice la ciencia. Tan sencillo...

Saludables menús y muchos kilómetros!!!

martes, 8 de abril de 2014

DERROTA


Algunas derrotas son fáciles de asumir por lo merecidas que a veces resultan. El domingo pasado me sucedió a mí. Volví a correr 21097 metros en más de 2h.
Ya no recuerdo cuando fue la última vez que me pasó. Romper esa barrera fue un hito mi historial deportivo (para mí), pero luego había conseguido siempre bajar más o menos bien de esas 2h. El domingo pasado fue distinto, terminé la media de Pollença en 2h02 (o 03, según las fuentes consultadas). Ahí va el fruto de mis reflexiones al respecto:

1. LAS RAZONES PARA MERECERLO
- Llegar a la línea de salida algo pasado de kilómetros.
- Llegar a la línea de salida algo pasado de kilos (3.5 para ser exactos sobre mi ya excesivo tonelaje habitual).
- Salir demasiado rápido, desoyendo consejos recibidos la noche anterior.
- Hacer durante algo más de 10km la carrera de otro (otra en este caso).
- Perder el respeto a todo lo que puede salir mal (relieve, calor,...) convencido de que "bajo de 2h fijo".

2. LOS HECHOS
- Salgo persiguiendo a Tere y a Zori. Antes del km 2 ya me han dejado atrás pero la recta es larga y puedo seguirlas con la mirada hasta el 9. Me esfuerzo por no ver el hueco entre ellas y yo agrandado y llego al 10 holgadamente por debajo de 5'30"/km en el día que no tocaba. Ahí vuelvo a ver a las chicas, justo cuando Tere deja a Zori. A esta segunda le doy caza en el 11, poniéndome a su altura para echarle una mano, pero me dice que va fundida y que tire. Como yo voy regular pero puedo tirar la dejo atrás y sigo, más o menos, fuerte. Hasta el 14. Desde el 13 vengo tostadito pero ignorando las malas sensaciones. En el 14 reviento por no haber querido aflojar un poquito antes y de ahí al 18-19 los kilómetros me salen por encima de 6' (hasta uno a 6'30"). Las piernas no van literalmente y sufro de verdad. En el 19 me he recuperado un poquito y marco de ahí hasta el final 5'34"/km de media pero está claro que es ya demasiado tarde para bajar de 2h. Me doy por derrotado con todos los honores.

3. LA REFLEXIÓN
- Solo un apunte o dos, para no hacerlo demasiado largo y dejar espacio a algo un poco más elaborado al respecto: no me fastidió la marca, me fastidió el sufrimiento porque sí. Cuando te esfuerzas al máximo para conseguir algo, padeces buscando dar todo lo que llevas y te sientes satisfecho independientemente del resultado. Para mí es así. Pero en este caso sufría por sufrir, me moría de ganas de terminar con algo que siempre he disfrutado, con marcas malas y no tan malas. Y lo que es peor, mataba el tiempo pensado en unas cuantas carreras en las que NO IBA A PARTICIPAR por no sentir lo mismo. Digerí fácilmente no bajar de 2h esta vez. Haberlo pasado mal me está costando más olvidarlo. Perdí de vista eso de disfrutar del camino, llegar antes fue prioritario y ni siquiera se dio. 

Tengo claro que todavía estoy para aprender unas cuantas lecciones.

martes, 18 de marzo de 2014

LA MARATÓ

Con Toni Seguí. Un Grande en toda la extensión del término.

Reto conseguido. Dos maratones en 15 días. 4h39 y 4h34 según mi GPS de cabecera, que al final es lo de menos. Mucho calor en Barcelona. A ver si lo cuento sin aburrir...

Para empezar el sorpresón del viaje: salgo solo de casa (Menorca), dejando mujer e hija en un Spa contratado (supuestamente) para el fin de semana. Llego al aeropuerto de destino (Barcelona) y me reciben mujer e hija en el hall de llegadas... Les gustan las sorpresas, ¡qué le voy a hacer! Gracias, chicas, por acompañarme una vez más.

Sin saber cómo iba a presentarse esa mañana lo que hice dos semanas antes empecé buscando "ese ritmillo" que había situado mentalmente en 6'20"/km pero estaba ahí Tere, que se vino hasta el 15 y es de ascendencia keniata. Por lo tanto empecé algo más rápido de lo previsto, pero cómodo y sin pasarme. De charleta y marujeo runner trasnscurrió todo hasta el kilómetro 10, en que nos dio alcance Antonio, Zori y la felicidad de ambos, que corría con ellos. De ahí hasta el 15, 4 mosqueteros trotando sin esfuerzo aparente por la ciudad en una soleada mañana. En ese punto kilométrico termina la aventura de la ex-lesionada Tere: corre lo que su cuerpo necesita y (con ganas de un poquito más) tira de coherencia y se queda. Yo agradezco su compañía. Nunca 15 kilómetros me parecieron tan cortos.

Hasta la media con Zori y Antonio, siempre pendientes de mi ritmo, así como son ellos de atentos, hasta que los despido cortesmente: la carrera empieza a requerir que me centre en mis cosas y ellos irían mejor a su ritmo. Inmediatamente cumplo con la tradición de (a falta de parques con frondosos setos) meterme en un bar, pedir permiso y visitar el baño para unas rápidas aguas menores. Desde ahí, aún fresco hasta el 30.

En el 30 las zapatillas empiezan a pesarme demasiado. Los parciales ya no salen igual de bien que antes, y me planteo el objetivo único de terminar con dignidad. Aflojo un poquito para nadar y guardar la ropa, porque sé lo que queda, pero sigo adelantando corredores que, ya en ese punto, caminan. Solo dejo de correr para coger agua e isotónico, organizando el avituallamiento tal como el gran Paco Garabitas me enseñó en el maratón de Madrid en 2008: vacío medio botellín de agua, lo relleno de powerade azul, tapón de rosca y a ir bebiendo en marcha. Antes del siguiente puesto de hidratación debo haber terminado el botellín anterior.

También lo de los geles me sale según lo previsto. Últimamente me he aficionado a los de fruta de Mercadona, sin una fórmula demasiado científica, lo sé, pero que saben genial y me dan los azúcares simples que necesito en ese momento. Mi cadencia siempre es la misma: 1 gel en el km 10, 20 y 30, y algo un poquito más concentrado y específico para el 35. Así lo hice.

La última parte de la carrera es siempre una lucha interior de vocecitas: te hablan los que pretenden que tires de autocomplacencia y aflojes el trote hasta empezar a caminar, y les responden los que usan frases célebres del tipo "el dolor es pasajero pero la gloria es infinita", o "no te pares, Pepe, que todos te están mirando". Consigo seguir haciendo algo bastante parecido a correr hasta topar, a 500 metros de meta, con mis chicas. Como siempre que podemos hacerlo, Carlota (5 años recién cumplidos) corre a mi encuentro para acompañarme hasta la línea de llegada. En ese ratito disfruto de mi particular subidón, me adapto al ritmo de mi hija y le cuento cuatro mentiras sobre lo entero que voy y lo poco que me ha costado llegar hasta allí. Cruzamos juntos la línea de meta, tan felices como la primera vez. Es la mística del maratón: cada carrera es especial en sí misma. Por eso las cuento. Van 14.

Salud y kilómetros a todos!

jueves, 6 de marzo de 2014

NO TIME FOR A BLUES


¿Existe eso del Marathon Blues? ¿Existe la depresión post-parto? No será el ignorante que esto escribe quien ponga en duda toda la teoría largamente elaborada al respecto por los más insignes profesionales de la psicología deportiva o clínica. Yo mismo sufrí de Ironman Blues en 2010. En Frankfurt me dejé las ganas de entrenar y me traje las de comer, dando como resultado de la ecuación 10 kg de barriga en 3 meses de pasear mi nueva condición de hombre de hierro por el pueblo.

Hoy es jueves. El domingo pasado terminé, como reza la entrada anterior, un o una (que ya ni lo sé) maratón más, con un nivel de felicidad personal muy por encima de lo ruinoso de mi marca una vez más. Y ahora estoy tratando de sentir ese síndrome post-traumático pero no hay manera. Supongo que influye decisivamente tanto lo bien que me he recuperado como lo muy acojonado que estoy por repetir en menos ya de 10 días. A esto último colaboran decisivamente casi todos los runners con los que hablo al respecto. La cosa está yendo así, más o menos:

"¿Qué tal el domingo, bien no, sumando maratones al currículum?" seguido del típico "¿Y ahora qué, qué será lo siguiente?", y yo aprovechando que me enseñan el capote entro al trapo "Nada, el 16, en menos de dos semanas otra vez, en Barcelona..." "Uf, ¿un poco justo, no?"

Y claro, llevan razón. No lo he hecho nunca, pero eso no significa que no pueda hacerse. Y lo voy a intentar. No hay tiempo para mirar atrás. No es momento de Blues. Más bien de RockandRoll.

Salud y kilómetros

lunes, 3 de marzo de 2014

MARATÓN DE MAGALUF (CALVIÀ) 2014


Ya van 13. Siento empezar la no-crónica de esta carrera con las frías cifras, que no es mi estilo. El domingo empecé i terminé los 42 kilómetros y pico de Magaluf. Básicamente se trata de lo que antes era el histórico Maratón de Calvià, puesto que esta (si no recuerdo mal) fue ya la edición número 30 (que se dice rápido).

El circuito estaba supuestamente dulcificado. Doy fe de que así era, puesto que el anterior convertía esta carrera en posiblemente la más cabrona del circuito nacional, ya que la zona, por el perfil agreste de esta parte de la costa mallorquina, es un contínuo sube y baja. Aún siendo el circuito más rápido que el anterior, a mí la carrera me pareció como Mapoma, nada llana (y he corrido en Barcelona, Sevilla,...con maratones caaaasi llanos, sé lo que es). 

Hizo calor. No como para contar con la temperatura entre las dificultades añadidas al kilometraje pero, sobretodo al final, la hidratación jugó un papel importante. En este punto encontré la única pega real a ponerle a la organización: solo agua en los avituallamientos (y gajos de naranja). Nada de isotónico, y eso es algo que hoy en día no debe pasar. Con la sudoración se va no solo agua sino también un porcentaje importante de sales que deben reponerse o se produce el temido desequilibrio electrolítico que lleva, cuando menos, a los calambres.

150 inscritos. 131 tomaron la salida. 122 llegaron a meta. El resultado es la carrera más solitaria que he corrido en mi vida (a pesar de que, siendo dos vueltas, casi toda la primera coincidimos con los 346 de la media), sobretodo en su segunda mitad. Además, cero en animación: te cruzabas con paseantes (que, como disculpa, no podían sentirse en medio de una carrera puesto que no había más corredores que tu), te miraban con cara de bicho raro y ni buenos días tenga usted, a no ser que los paseantes fuesen guiris, que esos sí daban cuatro palmas y un grito de ánimo. Cultura deportiva.

Yo tuve mucha suerte porque mi amiga Ester (que prepara una ultra de montaña) cambió en 24h su tirada larga de Trail por un entrenamiento de 42km en asfalto: se inscribió en la media y se zampó la maratón sin pestañear. Gracias a su compañía no tuve tiempo para la autocomplacencia (aquello de que, como no te ve nadie bajas un poquito el ritmo para no sufrir demasiado) y la carrera no se me hizo más larga de lo que deben ser 42.195 metros (pese a que el GPS cantó casi 450 más). Según el Sr. Garmin, tardamos 4h39 desde la salida a la llegada. Según mi criterio, que aún vale más, espinita quitada, puesto que en la última terminé lesionado y caminando. Carrera dura pero finalizada con éxito. Feliz como una perdiz.

Hoy, un día después, me siento aceptablemente entero, sin grandes secuelas y con buenas expectativas respecto a mi recuperación en dos semanas. El día 16 corro en Barcelona. Maratón otra vez. Me conformo con que me salga igual, aunque esta vez va a ser más difícil sentirse tan solo: a falta del empujón de última hora ya hay 16700 inscritos. Tendremos compañía.

sábado, 22 de febrero de 2014

HOY HE RECORDADO...

...QUE TENGO UN BLOG, sobre mis desventuras atléticas, y que antes solía contar cosas desde la tranquilidad de una hoja en blanco (por oposición a lo breve, ágil e inmediato de las redes sociales). Voy a probar otra vez, y si sale algo lo cuelgo (si se está leyendo es que salió).

En una semana tomo la salida de mi 13º maratón, y como cuenta la entrada anterior, en dos semanas más la del 14º.


El domingo pasado calenté motores en Barcelona corriendo la Mitja. Salí sin mucho interés por ir rápido, tratando de no dejar secuela alguna que pudiese comprometer lo que venía después, pero fueron saliendo los tiempos de paso por kilómetro como para intentar bajar de 2h (que es algo que a mí me suele costar un montón) y al final controlé el tema para bajar otra vez de esa barrera que tanto me  ilusionó romper en su día.

Ahora dos maratones. No sé por donde voy a meter el tapering. Ni siquiera he seguido un plan específico para tener éxito en al menos una de las dos carreras, ya que estoy con el tema del Ironman de junio como objetivo único principal. Empiezo en Magaluf, en el Campeonato de Baleares el 2 de marzo, y termino en Barcelona el día 16. De la primera carrera me preocupa la baja participación (hoy hay 515 inscritos), lo que para alguien como yo significa muchos kilómetros solo (o casi). Hasta me planteo llevar el ipod shuffle, que cabe en un microbolsillo del pantalón: siempre he sido crítico con los que compiten escuchando música, porque pienso que se pierden buena parte del ambiente que rodea el evento (a parte de desconectarse de su cuerpo en cierto modo), pero la perspectiva de verme solo en el km 30 es menos negra con algo de blues o rock en los oídos.

Barcelona será distinta porque (si estoy sano para entonces) la voy a disfrutar sin mirar al reloj. De hecho supongo que correré muy poquito de una carrera a otra, ya que debo volver a priorizar los entrenos sobre la bicicleta según el plan. Eso es lo previsto, luego veremos hasta donde soy capaz de llevar las previsiones. Y trataré de contarlo.

Salud y kilómetros.