lunes, 26 de mayo de 2008

TODO LLEGA: EL CACHIVACHE DEFINITIVO


Terminaba la semana pasada y me llamaron de Seur. Tenían un paquetito muy raro a mi nombre, y ganas de saber si yo esperaba algo con mala pinta. Sí claro. Me lo regaló mi santa por el cumple, allá en febrero, pero hasta hace nada no estuvo disponible para los caprichosos que poblamos la piel de toro y alrededores. Me aseguran en Garmin que si no es el primero, casi.

El enchufe me lo hizo mi cuñaaaaaooo, a través de sus relaciones comerciales con la distribuidora de los cachivaches, y el precio fue más que razonable supongo que gracias a ello. Luego la espera multiplicó las ganas de tenerlo.

Sobre el papel, funciona en base a una serie de menús enlazados de forma lógica. Es decir que se puede manejar de modo intuitivo sin demasiados conocimientos previos. ¡Y una leche! Hay que ser ingeniero por lo menos. Bueno, supongo que para lo básico basta con mi infranivel tecnológico, pero salta a la vista que para exprimir todo el potencial del cacharro voy a tener que estudiar el manual, que no viene con el producto (ponen en su lugar un cd aburridísimo en formato pdf).

En cuanto sepa algo más del tema haré una entrada al uso. No esperéis nada excesivamente avanzado. Ni capturas de pantalla, ni complejos gráficos de rendimiento, ni naranjas de la China. Contaré cómo me va a mí con el aparatejo, que es muy parecido a lo que contaría de la gran ciudad el cateto provinciano de principios de los 60 al visitarla por primera vez.

Salud.

miércoles, 21 de mayo de 2008

SLOWCARLOTA

Bueno, voy a ser sincero: la de la foto no es Carlota, aunque os aseguro que se parece mucho a ella. Carlota tiene un problema: su padre es un inútil y todo lo que consiguió tratando de escanear la última ecografía es una especie de borrón sin pies ni cabeza (y nunca mejor dicho).

Carlota tiene -4 meses y medio, y dedica casi todo su tiempo a flotar cómodamente en la placenta de Mayte, que es ya su sufrida mamá. Ahora mismo no se preocupa más que por comer y dormir. Aún no llora. Eso lo hará puntualmente cada tres horas todas las noches durante muchos meses. Dicen que son gajes del oficio. Voy a tener que creérmelo. De todos modos aquí no hay nadie que piense aún en todas esas cosas malas. Estamos todos muy felices esperando que pasen esos poco más de 4 meses y podamos tenerla en nuestros brazos.

Cuando Carlota aparezca ya nada volverá a ser lo mismo en casa. También van a cambiar muchas cosas tanto para Mayte como para el que esto escribe. Supongo que lo primero que vamos a perder es tiempo para nosotros. Esa variable va a ser clave administrarla bien. Por suerte, cuando la madre trabaje el padre estará en casa, y al revés...

Ya estoy investigando el modo de agenciarme un carrito de esos para correr con el bebé a cuestas. Seremos Slowpepe y Slowcarlota. ¡¡¡Qué bueno!!!

viernes, 16 de mayo de 2008

SLOWPEPE GOES TRI

Ya va siendo hora de dar un poco de luz a los nuevos proyectos. Si hasta he modificado sensiblemente la cabecera del blog (seguro que el cambio pasó desapercibido). No, no dejo de correr. Es que le voy a añadir al tema un calentamiento adecuado, que no es cuestión de correr en frío. Antes voy a nadar un poquito y a darme un garbeo sobre la flaca. Nada extraordinario, todo en plan Slowpepe, es decir, a disfrutar, aunque ahora el triple.

He coqueteado con el Triatlón (en mayúsculas porque aún me da mucho respeto) bastante en estos últimos meses. Nado aceptablemente, y hay mucho ambiente de cicloturismo (cómo me gusta la palabra, aunque luego todos sean unos máquinas) por Menorca. Lo de correr viene de serie. Me di cuenta de que la mezcla me daba una resultante de gran diversión y pensé que debía probarlo.

El problema es que no sé hacer las cosas en plan sencillo y conformarme con poco. Cierto día recibí un correo de Santi Palillo (de los Palillo de toda la vida). Para no cansar al personal, fundamentalmente me mandó un enlace: mirad, mirad: http://www.triatlontitan.es/. Tiró la piedra y escondió la mano, y como soy extremadamente fácil de embaucar, ese mismo día me lié la manta a la cabeza y me dije que había que dar con el momento para ello. Ese momento ha llegado.

Se trata de una carrera de distancia medio ironman. Para los poco versados traduzco: 2000 metros nadando, 90 kilómetros en bicicleta y un medio maratón. Hombre, visto así no parece tan lejos del alcance. Pero es que hay una dificultad añadida: los puertos de montaña. Se corre por la sierra de Cádiz, marco incomparable. La natación es en el embalse de Zahara (de la sierra, no de los atunes). Saliendo del agua, en bici todo "parriba": dos puertos de primera categoría de vuelta a España (o sea, "to mu empinao") y uno de ellos se sube dos veces (por la otra cara). Luego el medio maratón es con cuestas también, terminando sus últimos kilómetros con un desnivel medio del 7%. Total, de lo más duro que hay por ahí. Eso sí, el 4 de octubre. Hay tiempo. Salud.

Anexo: Tropiezo por internet con un tipo que asegura la existencia de rampas de hasta un 20% de desnivel en el medio maratón del Titán. ¡¡¡Madredelamorhermoso!!!

miércoles, 14 de mayo de 2008

MALA HIERBA...

No lo he pasado bien estos días. Es verdad que siempre pensé en positivo, pero a veces uno no puede hacer abstracción de determinadas ideas fatalistas que se cruzan por la cabeza, aunque salgan con la misma rapidez con que entraron. Hasta que un médico especialista no dice esta boca es mía la duda está ahí.

El martes consigo que me vea un cardiólogo en condiciones, en el servicio de cardiología de la Clínica Corachán de Barcelona. Me atiende la enfermera. Me mide, me pesa y me hace un electrocardiograma en reposo. También me toma la tensión. Todo (menos el peso, claro), sale de libro. Estoy hecho un toro. Me pasa al despacho y espero al cardiólogo, que aparece enseguida. Hablamos un ratito. Le empiezo a contar todo el problema desde sus orígenes en mis antecedentes familiares. Antes de que se duerma decido ir al grano y le suelto lo de la prueba de esfuerzo, las prohibiciones de la médico de cabecera y el viaje a Barcelona.


Me tranquiliza de entrada porque afirma que la arritmia sin otros síntomas como mareos, palpitaciones o desmayos no es fácil que sea por culpa de una cardiopatía. De todos modos, como deportista (él dijo "maratoniano", pero me sigue sonando algo presuntuoso, ¡qué le vamos a hacer!) era una decisión interesante hacer la ecocardiografía doppler, observar con detenimiento paredes, cavidades, válvulas y flujos sanguíneos y determinar el grado de salud de ese corazón.

Pasamos, pues, a la sala de torturas. Me tumba en la camilla, me enchufa algunos electrodos en la espalda y me coloca de lado. Embadurna con un gel frío una pistola parecida a la que usa la cajera de mi supermercado para cobrarme por el código de barras y me la empieza a restregar por el pecho. En 15 interminables minutos está todo listo. Me ventila con un "bueno, esto tiene muy buen aspecto, vas a tener que seguir con lo de los maratones". No le doy un abrazo porque en la camilla y a pecho descubierto mi masculinidad hubiera quedado claramente en entredicho. Le manifiesto mi alegría y sincero agradecimiento de palabra, paso al despacho y se lo cuento a Mayte (mi Santa). Ya estoy pensando en los 12 o 13 kilómetros que me voy a meter en las piernas al día siguiente. Esto hay que celebrarlo.

No voy a cerrar esta entrada sin agradecer todos y cada uno de los comentarios de ánimo que dejasteis en la entrada anterior. También a aquellos que por circunstancias no llegaron a enterarse (no se puede estar en todas partes cada día) pero sé que se hubieran manifestado con palabras de apoyo. Debo repetir esta confesión: no han sido buenas estas dos últimas semanas. He estado un poquito acongojao (por no decir otra cosa). De todos modos, ya lo decía mi abuela, mala hierba...

sábado, 10 de mayo de 2008

REAJUSTANDO EL MOTOR

Desde que aterricé en casa y colgué la crónica del Maratón de Madrid me he sentado frente al PC tres o cuatro veces, y otras tantas me he levantado sin escribir una sola línea con sentido. No he dado hasta ahora con el modo de poner negro sobre blanco todo lo de estas últimas semanas. Finalmente, como me apetecía contarlo, decidí soltarlo tal y como vino, sin rodeos ni artificios, y sobretodo sin dramas.

Dos días antes de salir para Madrid conseguí que me viera el único médico que aquí hace pruebas de esfuerzo. Tenía pedida la cita desde octubre, y como me encontró hueco decidí aprovecharlo. Salió todo bien menos una cosa: en la monitorización de la recuperación, tras el esfuerzo máximo, mi corazón hizo una arritmia por extrasístoles ventriculares monomorfos, un trigeminismo (tres latidos fuera de lugar) que llamó poderosamente la atención del médico.

Me mandó inmediatamente al médico de cabecera, para que éste (bueno, es ésta) me derivara al cardiólogo para un estudio completo de músculo y función cardiaca. La prueba de esfuerzo fue el jueves, la visita a mi médico el martes siguiente y en medio de ambas, el maratón. El primer médico me dio permiso para correrlo, pero pidiéndome mucho control sobre la frecuencia cardiaca. Me dijo que me fatigase de piernas pero no de corazón. La carrera salió perfecta en ese y en todos los sentidos.

De vuelta a la realidad, tras la experiencia del fin de semana, acudí a la visita de la médico de cabecera. Bien, me echó un broncazo de aúpa, me prohibió TODO lo que se pareciese al deporte (“puedes caminar, y despacito”) y me dio cita para el cardiólogo (sólo hay uno en la isla) ¡¡¡el 31 de julio!!!

Toda la semana siguiente transcurrió entre los ecos del Mapoma y mi cara de cartón, con los ánimos por el suelo, y saliendo a caminar cada día. El lunes no pude más y me fui a ver al primer médico, el que me hizo la prueba de esfuerzo. Me contó que mi arritmia puede responder a una cardiopatía, pero también que puede significar una reacción espontánea del corazón que no se vaya a repetir más. Subrayó, la importancia de las pruebas con el cardiólogo, sugiriendo acelerar por cualquier modo el trámite, porque tres meses hasta la cita es demasiado tiempo. Me dijo que su opinión al respecto del abandono del deporte no era la misma que la de mi médico de cabecera. Me dijo que mi corazón estaba acostumbrado a la marcha, y no era cuestión de cambiarle esas sanas costumbres. Eso sí, debía calzarme el pulsómetro y moverme con mucho control, sin subir mucho más allá de 140 pulsaciones por minuto, al menos hasta saber algo del cardiólogo.

Luego intervienen en la historia mi hermana y su pareja, que mueven determinados hilos en el sector médico barcelonés. A partir de ahí, el lunes viajamos (mi santa dice que ella no se queda sin ver si es verdad que tengo corazón) y el martes ya me visita un equipo de cardiólogos en condiciones. Lógicamente espero que me vean, charlemos de lo loco que está el tiempo, miren como ando por dentro, me cuenten que lo que me pasó a mí no tiene ninguna importancia, y me pregunten por el próximo maratón. Esa es la idea.

Por todo esto he tenido, entre otras cosas, un poco parado esto del blog. Siento no haber contestado todos los comentarios de la entrada anterior. Los vi y los agradezco, pero anduve flojo de ganas de muchas cosas. Mañana marchamos para Barcelona, vemos a los médicos y salimos de dudas. De todos modos, estoy todo lo tranquilo que se puede estar. No os vais a librar de mí tan fácilmente.

Salud.