martes, 18 de marzo de 2014

LA MARATÓ

Con Toni Seguí. Un Grande en toda la extensión del término.

Reto conseguido. Dos maratones en 15 días. 4h39 y 4h34 según mi GPS de cabecera, que al final es lo de menos. Mucho calor en Barcelona. A ver si lo cuento sin aburrir...

Para empezar el sorpresón del viaje: salgo solo de casa (Menorca), dejando mujer e hija en un Spa contratado (supuestamente) para el fin de semana. Llego al aeropuerto de destino (Barcelona) y me reciben mujer e hija en el hall de llegadas... Les gustan las sorpresas, ¡qué le voy a hacer! Gracias, chicas, por acompañarme una vez más.

Sin saber cómo iba a presentarse esa mañana lo que hice dos semanas antes empecé buscando "ese ritmillo" que había situado mentalmente en 6'20"/km pero estaba ahí Tere, que se vino hasta el 15 y es de ascendencia keniata. Por lo tanto empecé algo más rápido de lo previsto, pero cómodo y sin pasarme. De charleta y marujeo runner trasnscurrió todo hasta el kilómetro 10, en que nos dio alcance Antonio, Zori y la felicidad de ambos, que corría con ellos. De ahí hasta el 15, 4 mosqueteros trotando sin esfuerzo aparente por la ciudad en una soleada mañana. En ese punto kilométrico termina la aventura de la ex-lesionada Tere: corre lo que su cuerpo necesita y (con ganas de un poquito más) tira de coherencia y se queda. Yo agradezco su compañía. Nunca 15 kilómetros me parecieron tan cortos.

Hasta la media con Zori y Antonio, siempre pendientes de mi ritmo, así como son ellos de atentos, hasta que los despido cortesmente: la carrera empieza a requerir que me centre en mis cosas y ellos irían mejor a su ritmo. Inmediatamente cumplo con la tradición de (a falta de parques con frondosos setos) meterme en un bar, pedir permiso y visitar el baño para unas rápidas aguas menores. Desde ahí, aún fresco hasta el 30.

En el 30 las zapatillas empiezan a pesarme demasiado. Los parciales ya no salen igual de bien que antes, y me planteo el objetivo único de terminar con dignidad. Aflojo un poquito para nadar y guardar la ropa, porque sé lo que queda, pero sigo adelantando corredores que, ya en ese punto, caminan. Solo dejo de correr para coger agua e isotónico, organizando el avituallamiento tal como el gran Paco Garabitas me enseñó en el maratón de Madrid en 2008: vacío medio botellín de agua, lo relleno de powerade azul, tapón de rosca y a ir bebiendo en marcha. Antes del siguiente puesto de hidratación debo haber terminado el botellín anterior.

También lo de los geles me sale según lo previsto. Últimamente me he aficionado a los de fruta de Mercadona, sin una fórmula demasiado científica, lo sé, pero que saben genial y me dan los azúcares simples que necesito en ese momento. Mi cadencia siempre es la misma: 1 gel en el km 10, 20 y 30, y algo un poquito más concentrado y específico para el 35. Así lo hice.

La última parte de la carrera es siempre una lucha interior de vocecitas: te hablan los que pretenden que tires de autocomplacencia y aflojes el trote hasta empezar a caminar, y les responden los que usan frases célebres del tipo "el dolor es pasajero pero la gloria es infinita", o "no te pares, Pepe, que todos te están mirando". Consigo seguir haciendo algo bastante parecido a correr hasta topar, a 500 metros de meta, con mis chicas. Como siempre que podemos hacerlo, Carlota (5 años recién cumplidos) corre a mi encuentro para acompañarme hasta la línea de llegada. En ese ratito disfruto de mi particular subidón, me adapto al ritmo de mi hija y le cuento cuatro mentiras sobre lo entero que voy y lo poco que me ha costado llegar hasta allí. Cruzamos juntos la línea de meta, tan felices como la primera vez. Es la mística del maratón: cada carrera es especial en sí misma. Por eso las cuento. Van 14.

Salud y kilómetros a todos!

jueves, 6 de marzo de 2014

NO TIME FOR A BLUES


¿Existe eso del Marathon Blues? ¿Existe la depresión post-parto? No será el ignorante que esto escribe quien ponga en duda toda la teoría largamente elaborada al respecto por los más insignes profesionales de la psicología deportiva o clínica. Yo mismo sufrí de Ironman Blues en 2010. En Frankfurt me dejé las ganas de entrenar y me traje las de comer, dando como resultado de la ecuación 10 kg de barriga en 3 meses de pasear mi nueva condición de hombre de hierro por el pueblo.

Hoy es jueves. El domingo pasado terminé, como reza la entrada anterior, un o una (que ya ni lo sé) maratón más, con un nivel de felicidad personal muy por encima de lo ruinoso de mi marca una vez más. Y ahora estoy tratando de sentir ese síndrome post-traumático pero no hay manera. Supongo que influye decisivamente tanto lo bien que me he recuperado como lo muy acojonado que estoy por repetir en menos ya de 10 días. A esto último colaboran decisivamente casi todos los runners con los que hablo al respecto. La cosa está yendo así, más o menos:

"¿Qué tal el domingo, bien no, sumando maratones al currículum?" seguido del típico "¿Y ahora qué, qué será lo siguiente?", y yo aprovechando que me enseñan el capote entro al trapo "Nada, el 16, en menos de dos semanas otra vez, en Barcelona..." "Uf, ¿un poco justo, no?"

Y claro, llevan razón. No lo he hecho nunca, pero eso no significa que no pueda hacerse. Y lo voy a intentar. No hay tiempo para mirar atrás. No es momento de Blues. Más bien de RockandRoll.

Salud y kilómetros

lunes, 3 de marzo de 2014

MARATÓN DE MAGALUF (CALVIÀ) 2014


Ya van 13. Siento empezar la no-crónica de esta carrera con las frías cifras, que no es mi estilo. El domingo empecé i terminé los 42 kilómetros y pico de Magaluf. Básicamente se trata de lo que antes era el histórico Maratón de Calvià, puesto que esta (si no recuerdo mal) fue ya la edición número 30 (que se dice rápido).

El circuito estaba supuestamente dulcificado. Doy fe de que así era, puesto que el anterior convertía esta carrera en posiblemente la más cabrona del circuito nacional, ya que la zona, por el perfil agreste de esta parte de la costa mallorquina, es un contínuo sube y baja. Aún siendo el circuito más rápido que el anterior, a mí la carrera me pareció como Mapoma, nada llana (y he corrido en Barcelona, Sevilla,...con maratones caaaasi llanos, sé lo que es). 

Hizo calor. No como para contar con la temperatura entre las dificultades añadidas al kilometraje pero, sobretodo al final, la hidratación jugó un papel importante. En este punto encontré la única pega real a ponerle a la organización: solo agua en los avituallamientos (y gajos de naranja). Nada de isotónico, y eso es algo que hoy en día no debe pasar. Con la sudoración se va no solo agua sino también un porcentaje importante de sales que deben reponerse o se produce el temido desequilibrio electrolítico que lleva, cuando menos, a los calambres.

150 inscritos. 131 tomaron la salida. 122 llegaron a meta. El resultado es la carrera más solitaria que he corrido en mi vida (a pesar de que, siendo dos vueltas, casi toda la primera coincidimos con los 346 de la media), sobretodo en su segunda mitad. Además, cero en animación: te cruzabas con paseantes (que, como disculpa, no podían sentirse en medio de una carrera puesto que no había más corredores que tu), te miraban con cara de bicho raro y ni buenos días tenga usted, a no ser que los paseantes fuesen guiris, que esos sí daban cuatro palmas y un grito de ánimo. Cultura deportiva.

Yo tuve mucha suerte porque mi amiga Ester (que prepara una ultra de montaña) cambió en 24h su tirada larga de Trail por un entrenamiento de 42km en asfalto: se inscribió en la media y se zampó la maratón sin pestañear. Gracias a su compañía no tuve tiempo para la autocomplacencia (aquello de que, como no te ve nadie bajas un poquito el ritmo para no sufrir demasiado) y la carrera no se me hizo más larga de lo que deben ser 42.195 metros (pese a que el GPS cantó casi 450 más). Según el Sr. Garmin, tardamos 4h39 desde la salida a la llegada. Según mi criterio, que aún vale más, espinita quitada, puesto que en la última terminé lesionado y caminando. Carrera dura pero finalizada con éxito. Feliz como una perdiz.

Hoy, un día después, me siento aceptablemente entero, sin grandes secuelas y con buenas expectativas respecto a mi recuperación en dos semanas. El día 16 corro en Barcelona. Maratón otra vez. Me conformo con que me salga igual, aunque esta vez va a ser más difícil sentirse tan solo: a falta del empujón de última hora ya hay 16700 inscritos. Tendremos compañía.