viernes, 9 de julio de 2010

YES WE CAN. Crónica del día más largo.

Dani, Pedro y Pepe, en la oficina de la organización recién recogido dorsal y todo lo demás.

No quisiera aburrir, vaya eso por delante. El día fue muy largo, dio para mucho y las emociones se sucedieron una tras otra, pero trataré de resumir.

Todo empieza en el briefing del viernes. Entre muchos otros detalles nos cuentan algo que va a marcar esta edición del IRONMAN: se esperan temperaturas en la línea de los 40ºC el sábado y de 37ºC con suerte el domingo. Va a ser un largo paseo por el infierno. Primeras consecuencias: sube la temperatura del lago Langener Waldsee por encima de los 24.5ºC donde se encuentra la frontera que el reglamento marca para permitir el traje de neopreno. Por tanto nadaremos a pelo. Yo no traía ni bañador por lo que deberé usar las mallas de correr para el primer tramo del Ironman.

Llegamos al lago con uno de los buses de la organización. Ya hablaré más adelante de como se lo montaron los alemanes, pero adelanto que son para esto unos auténticos fenómenos. Tras preparar toda la logística nos vamos al agua.

A Dani hace rato que lo he perdido. Recojo a Pedro y nos vamos a probar el agua. Calentita (26ºC dicen). Cuatro brazadas y a esperar el cañonazo de salida. Hay mucha gente. Esto va a ser una guerra por lo que decidimos salir atrás, bien atrás (primer error del día). De hecho se da la salida en el agua con nuestros pies echando ya raíces en la arena. Empezamos a nadar a más de 100 metros de distancia de la línea que marca el inicio de la carrera. Salimos los dos nadando bastante juntos y permanecemos así por espacio de los 10 primeros minutos. Pensaba esperar a Pedro, un buen nadador, pero pronto queda atrás porque nada con molestias (recién recuperado de una fractura de clavícula tuvo el mérito de pasar como pudo la natación y terminar luego volando hacia la meta).

Nado relajado, pensando en la primera C del Ironman, la natación con Calma. Adelanto a muchos nadadores. La mayoría de ellos pertenecen a esa especie tan molesta (en estas circunstancias) que es EL BRACISTA. El bracista nada lento. Adelantar a un bracista no es fácil pues por su estilo ocupa mucho espacio en el agua. Adelantar a varios bracistas en apretado pelotón es muy complicado. Y lo peor de todo: el bracista te recibe a coces. Recibo un patadón en el hombro primero. Luego otro en la sien que me arranca las gafas de la cara. Las pillo al vuelo, recompongo el disfraz de nadador y paso como puedo. Me abro un poco y doy con algo de espacio para nadar más o menos bien. Me rejalo y sigo hasta el primer giro. Una vez ahí el pelotón vuelve a apretarse y el ritmo que se me permite es el que llevan los de delante y los de al lado, ni más ni menos. Tardo como 1500 metros en empezar a nadar a mi ritmo, pero finalmente lo encuentro. Relajado, pensando en la técnica sigo superando nadadores hasta terminar bastante descansado los 3800 metros y salir del agua.

Camino en la rampa de salida y troto suave por la zona de transición. Al llegar a la bici una voluntaria me espera. Se interesa por mí, me ayuda y me despide asegurándome que ella se encarga de ordenar mis cosas, que tire y que muchos ánimos. Le doy las gracias y empujo la bicicleta hasta la marca de "Bike Start". A pedalear.

Los primeros kilómetros son de un llano favorable que me lleva bastante por encima de las expectativas. Hacer los 185 a una media de entre 26 y 27 km/h era el objetivo, pero ruedo sin problemas bastante por encima de 30 km/h y aún así me pasan muchos ciclistas y yo apenas adelanto a nadie. Lo doy por bueno y sigo rodando rápido, puede que hasta contraveniendo la regla de la segunda C del Ironman: la bicicleta con Cabeza.

Las primeras cuestas me ponen en mi sitio: esto no es tan llano como decían. Empiezo a controlar pero aún voy fresco. En el km 25 me adelanta Dani con gritos de ánimo. Es muy buen ciclista y se nota sobretodo cuesta arriba.

Los primeros 100 km sobre la bici se me hacen llevaderos. A pesar de que el perfil de la prueba tiene tramos favorables, tramos de suaves subidas y algunas cuestas cortas y duras, no empiezo a sufrir de verdad hasta bien entrada la segunda vuelta. No lo paso bien los últimos 70 o 75 km. Se me hacen eternos y el ritmo baja considerablemente. Paro dos veces: la primera para orinar, y la segunda para ver qué demonios pasa en mi pie izquierdo que me duele tanto un dedo. No pasaba nada: masajeo un poco la zona y las sensaciones mejoran. Sobre la última cuesta, a 15 km del final me adelanta Pedro como una exhalación. Me cuenta que pasó 2h20 en el agua y se va con viento fresco. Desde ahí hasta el final, falso llano favorable que me ayuda a llegar a Frankfurt con algo más de alegría de la que esperaba. Alcanzo la segunda transición, me bajo de la bici (se la lleva un voluntario y otro me acompaña a por mi bolsa y a cambiarme) y enseguida veo que las cosas no van bien. De hecho busco con la mirada la puerta trasera del lugar, aquella por la que se sale de esto discretamente, porque no me veo capaz de ponerme a correr.

Me cambio con Pedro que ya se marcha. Lo animo. Me anima. Le digo que él sí, pero que yo no. Que creo que no voy a poder. Se marcha y ultimo mis preparativos para la maratón. Sigo sin dar con esa puerta por la que salir hacia el hotel sin ser visto. No existe y salgo por la única vía que aprecio: a correr.

Me incorporo a un río de gente que hace lo mismo que yo, aunque ellos algo más deprisa. Decido empezar a correr muy despacito, a ver qué pasa. No va mal. Si no acelero puedo seguir así un ratito. Pronto establezco un criterio de clasificación de la fauna circundante: los brazaletes. El circuíto es de 10.5km y hay que dar 4 vueltas (más los 195mts que llevan a la línea de meta). Un brazalete es una vuelta completada. Dos brazaletes son dos vueltas y así sucesivamente. Yo no tengo brazalete y me adelanta gente con el brazo lleno (esos deben ser los buenos).

Sigo corriendo despacito. Todos me pasan. Bueno, todos los que corren. Algunos caminan y les adelanto. Caminan porque pueden permitírselo. Yo no. Ya llevo 8 km corriendo sin parar. Empiezo con los números hasta que las conclusiones me asustan: si quiero llegar voy a tener que correr todo el maratón y no estoy seguro de poder hacerlo. Me borro de la cabeza los pensamientos negativos y me centro en la buena noticia de que aún me mantengo sobre mis pies avanzando de un modo algo parecido al trote. Como en el kilómetro 15 sigo con la estrategia inicial (caminar al llegar a cada avituallamiento, comer y beber y volver a correr hasta el siguiente) y el dolor presente es soportable decido intentar llegar a la media maratón a las 19.00h. Si lo consigo no se me escapa el finisher porque tendré 3 horas para completar la segunda media maratón y eso es algo que puedo hacer apretando los dientes sin duda.

A las 18.50h paso la media maratón. Cambio de estrategia porque estoy sufriendo demasiado. Empiezo a correr 9 minutos y caminar 1, más lo que necesite para avituallarme. Así sigo la tercera vuelta completa. Ya mucha gente camina y les adelanto, aunque casi todos llevan más brazaletes que yo. Caminan porque pueden permitírselo, yo no.

Consigo el tercer brazalete y empiezo la cuarta vuelta revisando el estado general de la mecánica. Voy mal, claro. Decido cambiar a 8 minutos corriendo y 2 caminando. Me duele el estómago más que las piernas (tanto gel y barrita me baila por los intestinos que creo que voy a tener que dejarlo por eso). Entonces se me ocurre que con tanta cabina sanitaria puedo parar a soltar lastre y paro a la primera oportunidad. Naturalmente no entraré en detalles. Bueno, sentado "ahí" pensaba que mis piernas no me iban a permitir seguir después de ese respiro. Termino con "la tarea" y me reincorporo al trote alucinando con la sensación de alivio. El estómago ya no es ningún problema y aún puedo trotar.

Llegando a recoger el último brazalete me cruzo con Dani que camina maldiciendo lo poco preparado que estaba para correr. Le animo y me anima. Me quedan 3 kilómetros a meta y tengo 40 minutos para hacerlos. Empiezo a ser dolorosamente feliz. Pronto atrapo a Dani. Caminamos juntos un momento y me anima a trotar hasta la meta. Hacemos muy despacito ese último par de kilómetros en los que termina de anochecer. Los voluntarios ya nos chocan las manos en el último avituallamiento (del que pasamos de largo) y nos felicitan. En el kilómetro 42 nos desvían a la derecha hacia la zona de meta.

Primero un pasillo algo estrecho, alfombra roja bajo nuestras zapatillas, con vallas a los lados. La gente grita. Todos quieren chocarnos las manos. Mucha luz al fondo y ruido, mucho más ruido. Pronto entramos en la plaza Römerberg. Piel de gallina y lágrimas en los ojos. Gradas a ambos lados con 15000 almas aplaudiendo y gritando. Levanto los brazos repartiendo besos al aire. El último beso mirando al cielo. Va por ti, Papá. Te dije que podría.

Agarro a Dani por el cuello y entramos juntos gritando. La felicidad completa debe ser algo muy parecido a lo que siento en estos momentos. El pingüino ya es de hierro.

A falta de conseguir las fotos de la organización, un voluntario me sacó así poco después de terminar



AHORA ME DEDICO A ESTO...

Que corran los buenos, y yo de acompañante...

lunes, 5 de julio de 2010

IRONMAN FRANKFURT 2010

Aún no he bajado de la nube. Estamos todavía en Frankfurt viviendo el día después pero aprovecho la pesca de un equipo informático al vuelo para subir una reseña de lo que ayer pasó.

Como dice un amigo, fue duro de cojones. Por ser la única prueba del circuito Ironman donde hay que ser sub 15h para ser finisher. Por prohibirnos el sábado el neopreno (los triatletas saben lo bien que se nada con el traje, sobretodo largas distancias) por culpa de la ola de calor que azotó la zona el fin de semana. Por lo poco llano que es el circuito de bici en contra de lo que creíamos y, sobretodo por el calor (37º dicen) que nos cayó encima durante la maratón.

Fue bien (ya se ve en la foto), muy bien. Hasta nos sobraron 15 minutos. Agradezco todos los ánimos y, públicamente bendigo la paciencia de mi mujer Mayte y mi hija Carlota, aguantando todos estos meses que el entrenamiento les robara al marido y padre respectivamente.

En cuanto llegue a casa lo cuento con algo más de detalle. De momento he salido de dudas:

EXISTEN LOS PINGÜINOS DE HIERRO

Salud!