Porque lo que nos importa no es llegar antes o después sino haber disfrutado del camino
martes, 31 de marzo de 2009
EL PUÑETERO CIERRE DE CONTROL
De todos modos, como por aquí sopla la Tramontana que da gusto, decidí que donde sí podía plantearme la salida era en alguno de esos que llaman de la "Larga Distancia", básicamente porque el volumen de las competiciones me parecía tal que estaba seguro de que se hacían "a mi ritmo". Veía en vídeo los maratones de cualquier Ironman de relumbrón con gente andando, o combinando caminar con correr y pensaba "eso es lo tuyo, Pepe, despacito y buena letra".
Luego apareció en el horizonte el reto del TITÁN. Más a huevo todavía: como se trata de un medio Ironman de montaña (eso sí, el más duro que existe, seguramente), va a ser imposible hacerlo a todo trapo, y seguramente nadie necesite bicicletas dotadas de dispositivos propios de la Nasa, porque con tanto puerto y subeybaja la aerodinámica no puede ser un factor tan determinante. El reto me obliga a montar en bici hasta para dormir durante los próximos meses, pero la posibilidad de hacerlo a ritmo pingüino con el único objetivo de terminar hace que la empresa no parezca un imposible.
Entonces me entero del tema referente al puñetero cierre de control.
Por partes: me dan una hora para salir del agua. Hoy mismo, para esos 2000 metros deberían bastarme poco más de 40 minutos. Para octubre tienen que ser 35, por lo que la natación no parece un problema. Lo de la T1, que para los que como yo no son versados en el tema diré que es el tiempo en el que pasas del disfraz de nadador al de ciclista, ya es otro cantar, porque como no me veo dentro de uno de esos trajes-para-todo que llevan los triatletas (tritraje lo llaman en un alarde de originalidad) debo embutirme en trapitos para el pedaleo, culo a salvo, porque puede que esté más tiempo sobre la bici del que paso durmiendo las noches en que Carlota quiere dormir. Habrá que cambiarse rápido, pues, aunque el fondo de armario sea el problema.
Para la natación y la bici, todo junto, el tiempo de corte está en 5 horas 40 minutos. Jodido. El circuito es montañoso, muy montañoso. Se suben dos puertos (Las Palomas y El Boyar, con la propina de Las Palomillas) de 1ª categoría en clasificación Vuelta a España (ciclismo). Muy duro, para cualquiera, más para alguien como yo, que no sólo no es ciclista sino que arrastra una masa difícil de desplazar cuesta arriba. Nadar y llegar al final del tramo ciclista en 5h40' me parece muuuuy difícil. 3 de los 5 amigos que fueron el año pasado se quedaron sin dorsal en ese tramo. Cuando la organización estima que ya no vas a poder llegar al siguiente control a tiempo te retira el dorsal, y si decides continuar lo haces bajo tu entera responsabilidad. Si aún así sigues y llegas a la meta te esperan, pero no entras en clasificación alguna.
Si pasas la bici, en 8 horas totales debes llegar a meta. Algunos Ironman (el doble de distancia) llanitos dan 17 horas para completar la carrera. 8 horas con la animalada de desniveles del Titán (me cuentan que el medio maratón termina con 2 km por encima del 7% de desnivel positivo, entre otras cuestas) convierten a esta prueba en un reto para valientes. No me resigno a perdérmelo. Veremos.
Salud, buenos rodajes y mucho Tri.
viernes, 20 de marzo de 2009
SLOWPEPE RELOADED
La foto corresponde a Roth, en uno de los triatlones distancia Ironman más populares del viejo continente. De ilusión también se vive...
La verdad es que llevo un tiempecito sin aparecer por aquí. Lo de la paternidad ha convertido mi tiempo en su tiempo en una suerte de ley de vida que trato de cumplir con la mejor de mis sonrisas. Lo llevo con primeriza alegría, porque cada día Carlota hace una gracia nueva. Las mañanas en que se despierta conmigo y riendo convierten mi jornada laboral en algo feliz, y no hay momento en que no piense en lo afortunados que somos por ello. Ahora debo encontrar un hueco para mí, eso es todo.
Las dificultades que estoy teniendo a la hora de gestionar el tiempo me llevaron hace unos días a valorar seriamente, en un orden de prioridades, el cerrar este chiringuito. Luego pensé en tomarme unas vacaciones, y finalmente decidí atenderlo sólo en la medida de mis posibilidades, sin obsesiones de ningún tipo.
Estoy bien, gracias. Me recuperé a plena satisfacción de la lesión en el gemelo, y tras olvidar las molestias propias de la locura del maratón volví a la carga más en ratitos que en ratos, quitándole tiempo al trabajo (corriendo a la hora del desayuno, cuando todos desaparecen camino del bar, por ejemplo). Durará lo que dure, si no me echan, claro.
Empecé la semana pasada en serio con la bici y la piscina, pero como soy campeón de la inconstancia, esta semana ya sólo he corrido, esperando pedalear un par de horitas mañana si nos hacen un hueco a la flaca y a mí. No me importa mucho eso de dar más importancia a correr que a otra cosa en estos momentos, porque en el horizonte está el Medio Maratón de Pollensa, al que vamos con los del Club porque es el Campenonato de Baleares de Medio Maratón. Al tener tal carácter oficial la cita, el Govern Balear nos paga el viaje (la insularidad tiene esto de los aviones) y el club corre con buena parte de los gastos de la estancia. Total, que lo tenemos a huevo, poniendo las zapas y las ganas (incluso la ropa es del club) el 19 de abril toca medio maratón. Después ya pensaremos en otras locuras. ¿El Titán? Es una idea...
Salud y buenos rodajes a todos
jueves, 5 de marzo de 2009
MARATÓ DE BARCELONA 2009
3 meses de anarcoplán, entrenando de modo aceptable, con rodajes largos los fines de semana (aún no lo suficiente, pero largos al fin y al cabo). Entonces se rompe el gemelo. Paro e intento recuperarme con tiempo suficiente para llegar a la salida del maratón. Cuando creo que ya está pruebo, y a los 10 minutos otro chasquido. Sólo quedan un par largo de semanas y no vuelvo a calzarme las zapas hasta poco antes de la fecha de la carrera. Así está difícil enfrentarse al del mazo.
He convencido a algún amiguete para que debute en esta carrera, estoy inscrito, tengo el billete de avión (el mío y el de mis niñas) y el "hotel materno" está permanentemente reservado. Viajaré de todos modos y hasta el día antes no decidiré el plan de carrera.
Llego a la city el jueves por la noche. El viernes consigo el dorsal sin colas (en 2007 perdí unas dos horitas en el brete) y el sábado ya he visto a casi todo el mundo. Organizamos el asalto al sector italófono de la restauración barcelonesa desplegando todo el apetito de la delegación menorquina desde los entrantes hasta el postre, tan a mediodía como en la cena.
En la mañana del día de autos nos presentamos en la salida utilizando el metro como casi todo el mundo. En la zona de la feria he quedado con Joan Josep, amigo de la blogosfera pendiente en los últimos días de todas mis penurias. Conocerle es un auténtico placer, aunque me da la sensación de que no es la primera vez que nos vemos, que nos conocemos ya de mucho. Es lo que tiene, supongo, esto de compartir aficiones e intercambiar impresiones al respecto.
Con Joan Josep, media horita antes de la estampida. El de la izquierda, que parece menos etíope soy yo. Charlamos un ratito que se me hace cortísimo. Me presenta a su sufridora y hablamos un poco de todo hasta que se hace necesario pasar a la acción y empezar con el striptease.
Justo antes de quitarse lo civil para vestirse de romanos se impone una instantánea que inmortalice a la delegación menorquina (a mí me consideran foráneo-asimilado)antes de la batalla. No somos muy guapos pero recién duchaditos daríamos el pego.
No puedo saltar a la arena sin aparecer en una foto con Richy. Amigo del alma, casi-hermano, empezó a correr porque le piqué (si no contamos algún escarceo hace años) poco antes del medio maratón de Menorca. Tenía que correrlo a terminar y el muy mamonazo para el reloj en horacuarentaycuatro con una sonrisa de oreja a oreja. Lo siguiente tenía que ser el maratón, y se lo iba a merendar con patatas (3:50 con la gorra)
Eso sí, la pinta no es de purasangres la que tenemos...
A Raúl no lo convencí yo, pero ya tropezamos en el medio maratón y lo corrimos juntos. Debutaba lleno de dudas y la prudencia le llevó a la meta tan feliz. Haríamos juntos poco más de 20 kilómetros, los primeros, y luego entre sus zapas y los 40 principales llegó a los 42195 como un campeón.
No se puede negar que la frescura del momento ayuda a esas sonrisas ingenuas. Estábamos a puntito de empezar, ya metidos en el fondo del cajón de salida.
Uy, pero se trataba de correr, ¿no? Pues corramos. Salimos atrás, literalmente. A los 250 metros hago un ejercicio muy divertido: aflojo la marcha, dejo que tres chicas me adelanten y me proclamo el último del maratón: por detrás la poli, la ambulancia y el bus-escoba. Volvemos a nuestro ritmo pingüino y, muy lentamente, empezamos a pasar corredores, uno tras otro. Charlamos sobre lo que tenemos delante y proclamo mi elogio de la prudencia. Despacito va a ser todo más fácil.
Mi plan era llegar hasta el kilómetro 10 si el gemelo aguanta. Si entonces estoy bien me tiro hasta el 15. Si sigo en condiciones el objetivo es el medio maratón. Lo siguiente, más allá del 21, ya es pura entelequia. Y en esas salgo con Raúl, que tiene sus dudas y aprovecha mi ritmo leeeeento para hacerlo suyo ahorrando para el final. Pronto se pone a nuestra altura una chica rubia cuyo rostro me resulta familiar. Apostaría el huevo derecho a que la conozco, y dándole vueltas al tema me da que se trata de Dallas, la incansable reportera de Mayayo y los suyos, pero la tengo algo delante y no le veo bien la cara. Por no parecer el moscón que no soy espero hasta que ella se gira y me reconoce. Me alegro (¡lo sabía!) y rodamos junto a ella hasta lo que creo que es el avituallamiento del kilómetro 10, donde nos separamos en busca del propio ritmo.
Paso el 10, pues, y ni rastro del gemelo, buenas sensaciones y ánimo para seguir. A por el 15 y a ver que pasa. Ni por esas, tampoco el 15 me pilla en mal momento. Hasta el 20 sigo con Raúl. Ahí modifico la estrategia, porque como me encuentro aceptablemente me pasa por la cabeza la idea de terminar. Eso sí, para ello voy a tener que tomar medidas adicionales. Empiezo por licenciar a Raúl. Él irá más cómodo sin mí y con los 40 principales, y yo voy a poder tomarme la carrera con aún más calma, buscando retrasar la aparición del tío del mazo lo máximo posible.
Entre el 25 y el 30, en el aburrido tramo de Diagonal Mar recibo tres inyecciones de moral: como se va por un lado y se vuelve por el otro oigo el grito de Ángel ("¡¡¡Pepeeee!!!") acompañado de gestos de ánimo. Un poco más adelante tropiezo con el mismísimo Sergio Mayayo que me hace alguna foto (como ésta:)
Además, verle tan adelante asegura que Dallas sigue en carrera, lo que me da muy buen rollete. La tercera buena noticia me la da la propia Ana gritándome desde el carril de ida cuando yo volvía. La animo diciéndole algo relacionado con el buen aspecto que tiene. Jodido pero animado, pues, continúo mi peregrinaje por la zona de Vila Olímpica en busca del kilómetro 31. Aquí se termina la gasolina. El circuito, aunque pasa junto al mar es bastante soso y poco animado, y mis piernas ya casi no dan más de sí. Son esos momentos en los que te acuerdas del entrenamiento, bueno del que no hiciste, y empiezas a sufrir. Entonces es sólo la cabecita lo que puede llevarte a meta, porque las piernas no andan. Empiezo a caminar, imitando a muchos de los que me rodean. Bueno, son tramos de andar y tramos de correr, pero sufriendo mucho. Así hasta el 34 más o menos. A partir de ahí veo que puedo mantener el trote más tiempo, y decido caminar lo mínimo, para evitar lo de mi primer maratón, que cuando empecé a andar ya no podía volver a correr. El trote era modesto, muy modesto. Según el Fore, incluso algo por encima de los 8 minutos por kilómetro, pero puede llevarme a meta y me vale.
Tras pasar el Arc de Triomf (casi el 36) la carrera entra en el casco antiguo de la ciudad, con mucha más animación y cuesta abajo. Ahí revienta mi única pero muy significativa ampolla, en el dedo gordo del pie izquierdo, pero lejos de molestar me alivia bastante su pérdida de volumen. Ya sólo corro, en un claro contraste con lo que me rodea, un mar de caminantes de rostros desencajados. Eso sí, corro a 8:30/km, lo que para algún purista puede no ser "correr", y así, pasándolo realmente mal, enfilo los últimos kilómetros de carrera.
Richy me espera a medio kilómetro de meta. Entró como un cohete, se cambió y caminó a mi encuentro para trotar conmigo ese final de gloria, sacar alguna foto y salir en mi vídeo de meta, en el que ocupa un privilegiado primer plano. Además está en contacto telefónico con mis chicas (bueno, Carlota aún no usa el móvil, claro), que esperan a 300 metros de la llegada. Les doy un beso a las dos, una espontánea nos arrebata la cámara y saca esta foto:
Y sigo hacia los 195 metros de gloria, los más sufridos de mi vida porque justo ahí empiezan ambos gemelos a subir poco a poco amenazando con llegarme hasta el cogote. Al límite del colapso muscular cruzo la línea de meta pistolas en mano cumpliendo una promesa: todo este sufrimiento va por Adrià, para que siempre tenga en cuenta que la fe mueve montañas.
Las conclusiones a las que llego después de este mi cuarto maratón son bastante claras: en estas condiciones no se debe tratar de terminar. Llevo toda la semana con muchos problemas para bajar escaleras o agacharme y eso antes no me había pasado. De todos modos estoy contento. No sé de dónde pero finalmente aparecieron fuerzas para llegar al final. Como siempre, gracias a mis chicas, por seguirme en mi locura sin hacerse demasiadas preguntas. Carlota, en la próxima entramos juntos. El domingo estabas tan dormidita con mamá que me pareció un delito tomarte en brazos y ponerme a correr. Pero nos haremos esa foto.
Agradezco los ánimos que la gente incluyó en sus comentarios de las últimas entradas. No he sido el mejor contestándolos, pero no tengáis duda ninguna que absolutamente todo lo que habéis dejado aquí me ha llegado hondo. Gracias, una vez más por ello. Seguiremos disfrutando.
Mucha salud y los mejores rodajes a todos.
lunes, 2 de marzo de 2009
MARATÓ DE BARCELONA 2009. LA PRE-CRÓNICA
Me viene a la cabeza eso de que "no intenten hacerlo en sus casas porque puede resultar extremadamente peligroso". Pues eso, no lo hagan. No traten de completar un maratón si no se ganaron antes el derecho a hacerlo sudándose cada rodaje en pos de apretar en esas piernas recién depiladas todos los kilómetros que la carrera exige. No lo hagan porque no merece la pena. Eso es lo que pienso, aunque yo lo hice.
El gemelo lesionado no molestó más de lo que molestaron el resto de músculos, ligamentos y tendones de cintura para abajo, y eso ya era mucho. Hasta el 28 muy bien, con prudencia e inmejorables sensaciones. A partir de ahí empecé a deshincharme progresivamente. Entre el 30 y el 31 me despedí del último recuerdo de lo que significaba correr en condiciones, y a partir de ahí sufrí mucho hasta el final. Apenas caminé, pero daba igual porque mi correr era el andar de otros, y controlando la cabecita crucé la meta en no muy buenas condiciones. Cuando llegue a casa subo alguna foto y cuento la salsa rosa. Salud.