miércoles, 24 de agosto de 2011

MIQUEL CAPÓ: LECCIONES DE UN CAMPEÓN

El portugués Telmo Coimbra pasará a la historia como el primer ganador del único ultramaratón desértico celebrado en Europa, el Isostar Desert Marathon, y el atleta mallorquín Miquel Capó, de sa Pobla, como el deportista que renunció a la victoria en un gesto de agradecimiento por la ayuda recibida del luso, que fue básica para no abandonar. Compañerismo difícil de vivir en otro tipo de pruebas en las que la autosuficiencia y la ultraresistencia son palabras desconocidas.

Miquel es el de la derecha en la foto, de naranja. He coincidido con él en varias carreras. Para cuando él termina yo suelo estar por la mitad del recorrido en el mejor de los casos. Ha ganado infinidad de pruebas de toda calaña, desde maratones hasta ultras de montaña pasando por lo que ustedes puedan imaginarse. Y no es la primera vez que le veo hacer algo así: en el UltraTrail Serra de Tramuntana entró abrazado a otro corredor. Dijo que para qué iba a esprintarle si habían hecho toda la carrera juntos. Y ahora esto.

El portugués necesitaba la victoria para poder correr el Maratón de Sables, su gran objetivo. Miquel dijo no encontrar razón alguna para que no ganase su "rival", que le había ayudado en carrera en momentos de debilidad. A 100 metros de la meta, con una buena ventaja para ganar esta dura prueba se paró, se sentó en el suelo y esperó pacientemente la llegada de Telmo Coimbra. Le acompañó en esa recta final y le cedió el triunfo. Según Miquel, Telmo lo merecía más.

No tengo palabras.

sábado, 6 de agosto de 2011

DE VACACIONES (SUPONGO)

Estoy por pedir una prueba de paternidad. La de la foto es supuestamente hija mía. Se llama Carlota y nos parecemos en muchas cosas, pero después de ver cómo se toma esto de correr a sus 2 años y medio (lo sé, no lo parece pero estoy en disposición de aportar partida de nacimiento) pienso que me han dado gato por liebre o la escasez de talento no se hereda.

En fin, que estoy de vacaciones, que es esa época del año en la que no tengo tiempo para casi nada. Con familia y amigos por casa buena parte del tiempo, Carlota sin cole ni nada que se le parezca y mi santa currando como una campeona (cosas de vivir del turismo, en agosto), el día en sus 24 horas se me queda corto. Eso sí, estoy encontrando huecos suficientes para juntar entre 8 y 9 horas semanales de trientrenos, que está la mar de bien, aunque sea muchos días a costa de esperar el fin de la siesta de la pequeña y entre su merienda y un ratito de tele (benditos dibujos animados) meter una sesión en la bici de spinning o en la cinta de correr (artefactos con los que me hice para poder ser un papá-deportista-responsable). Como a Carlota le racionamos mucho lo de la tele, ahora es ella la que se despierta de la siesta y me suelta aquello de "papi, tú a entrenar", sabiendo que junto a la bici y la cinta está su sillón favortito y enfrente de todo ello se suceden las apasionantes aventuras de Pocoyó o Dora la Exploradora (y su amigo el mono Botas).
Lo de hacer el medio ironman en septiembre por equipos se desmorona. En realidad se me desmorona el equipo, y yo no tengo cuerpo aún para pegarme la paliza en solitario. No está todavía descartado pero poco le falta. De ese modo, y aunque la bici es por ahora protagonista de mi sinvivir por aquello de Lanzarote, el desnivel y el viento, los próximos proyectos son sobrevivir al medio maratón de Menorca (9 de octubre) y disfrutar de la Behobia-San Sebastián mediado noviembre, o sea, todo corriendo. No hay maratones en mi cabeza porque lo del Ironman se me hace una montaña ahora mismo, pero como Barcelona me debe una puede que... En fin, ya veremos.

Hasta entonces, salud y kilómetros disfrutados.