Los reunidos a zapatillas este domingo pasado, justo antes de empezar a darle al temaLa técnica del autobús me llegó a través de las sabias enseñanzas del Maestro Palillo. Hice mío el sistema rápidamente. Se trata de organizar el transporte de cuantas personas quieran montarse, y darle a alguien con un poco de criterio el volante. Hoy todo salió bien menos lo de conducir, porque debía hacerlo yo y tengo de casi todo menos de criterio. Aún así, el entrenamiento nos ha salido bordado.
Eran 14 kilómetros en Ciutadella, con el mismo circuito de hace dos semanas. Entonces tuve que montarme en bus ajeno, reventé en el kilómetro 8 y terminé justito y sin disfrutar. Esta vez fue diferente. Salimos 3 en el bus de cola y terminamos 4. Pensaba que lo más fácil era perder efectivos y los ganamos con el paso de los kilómetros.
En principio debíamos salir Margarita, Julio y el pingüino que esto firma, a nuestro ritmo, tratando de guardar aire para hablar. Hablando, pues, me entero de que mis compañeros de fatigas (nunca mejor dicho) tenían la frontera en los 10 kilómetros. Jamás habían pasado de ahí. Les animo a terminar el entrenamiento, aunque sólo sea para saber cómo reacciona su cuerpo al esfuerzo.
Salimos, pues, despacito y charlando. No nos damos cuenta y completamos la mitad de la distancia. En el kilómetro 8 recogemos a Pere, que acababa de mandar a tomar viento fresco a los del grupo que nos precedía por andar con tanta prisa. Se acomoda a nuestro paso y empezamos a charlar también con él.
Sin darnos cuenta apenas pasamos la frontera de los 10 kilómetros. Margarita y Julio se encuentran ya en terreno desconocido pero andan bastante frescos y con ánimos, no sólo de completar el entrenamiento sino de inscribirse al medio maratón del 5 de octubre. ¡Claro que sí!. Además lo harán muy bien.
Seguimos, acusando un poquito ya el calor y la humedad pero con paso firme. En el 12 ya empezamos a pensar en la cervecita, sobretodo Pere y yo, y el final, como en los buenos cuentos es feliz. Llegamos a la Plaça des Born contentos, recibimos aplausos de los que aún estaban ahí y nos felicitamos por el éxito de la empresa. Además prometemos repetir.
El bus, Pere, Pepe, Julio y Margarita, de izquierda a derecha, justo al acabar. DOBLANDO, DOBLANDO...
No termina ahí la historia. Por la tarde, en la otra punta de la isla, carrera de verano. 4 kilómetros a todo trapo, más calentamiento (ligero, ligero) y enfriamiento. Me presento porque quedé con Rafa en que íbamos a hacerla juntos y despacito. Julio Y Margarita también completan esos 4, que sumados a los 14,300 de la mañana les dejan el kilometraje del día en unas cifras de lo más meritorias. ¡¡¡A por los 21 kilometros!!!