jueves, 28 de noviembre de 2013

14 DÍAS Y 2 MARATONES


El reto dentro del reto, un back to back, desoyendo la ortodoxia maratoniana de máximo dos carreras al año, una en primavera y otra en otoño, y viniendo de un chasco en mi última cita con la distancia, exitosa solo desde el punto de vista formal, ya que crucé (cojo) la línea de meta antes de que cerraran el control.

El primer intento se debería producir en Mallorca el 2 de marzo. Es campeonato de Baleares, y mi club organiza ya tradicionalmente un desplazamiento colectivo al que siempre es un placer unirse aunque solo fuese por la atmósfera tan sana que se respira entre todos los miembros del grupo que se junta habitualmente. No es más que el ya añejo Marató de Calvià remozado, pasado a primavera y con un nuevo circuito, más generoso con el corredor.

Solo dos semanas después tomaré la salida en Barcelona, donde ya he corrido diversas veces (2007, 2009, 2010, 2011 y 2013). Aunque sea un orgulloso menorquín de adopción, correr "la marató" es correr en casa, y una oportunidad de compartir el fin de semana con mi madre y hermanos. Esta carrera era la elegida para la primavera de 2014 antes de que moviesen el campeonato de Baleares de octubre a marzo. Pero ¿por qué dos carreras en 14 días y por qué esas dos?

La primera razón es que me las han puesto así. Quería correr en Barcelona y el campeonato de Baleares, y la Federación abandonó por razones que no vienen al caso el Tui Marathon de Palma y convirtió Calvià (ahora Magaluf) en su carrera "oficial". Mis compañeros van, y yo con ellos como Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá.

La segunda razón reside en lo desconocido: no lo he hecho nunca y además carezco de talento especial alguno para esto de correr. Sé que hay superclases que se comen maratones un día sí y otro también, pero no tengo la certeza de poder hacerlo yo dos veces en dos semanas. Y solo hay un modo de descubrirlo.

La tercera razón descansa en mi deseo de terminar 2014 con 16 maratones en el bolsillo, y dos de una tacada dejan mucho espacio a las otras dos que me harían falta para conseguir ese reto.

La última razón (confesable) está en la entrada anterior: me encanta la distancia y la mejor forma de olvidar la última carrera es armándola gorda en la próxima. Me ilusiono con los proyectos y este me produce mariposas en el estómago desde ya. Además, tal y como está el mundo, ilusionarse con algo no sucede todos los días.

Próximamente hablaremos del como (en cuanto sepa como se hace esto)

Salud y más kilómetros...


miércoles, 27 de noviembre de 2013

PRIDE AND JOY


Stevie Ray Vaughan está arriba entre de mis músicos de cabecera, uno de los más grandes del blues 

Estoy esta tarde maratoniano y reflexivo. Anduve leyendo las aventuras de Rafa y su preparación para debutar en la distancia en Sevilla y me venían a la cabeza recuerdos, casi todos dulces pero alguno (reciente y) amargo sobre mi relación con la distancia, pasada y futura.

Tengo la sensación de que, a mi manera, llegué a dominar los 42km de asfalto con el tiempo. Lo primero que aprendí fue a respetar esa distancia, y a hacerlo a través de los entrenamientos. Correr en una prueba de este calibre puede ser una fantástica experiencia pero también algo muy doloroso, y casi todo lo que decanta la balanza hacia uno u otro lado se produce durante los cuatro meses que anteceden al día de autos: aunque existen casi tantos caminos como corredores para llegar a la línea de salida, hay que entrenar.

No siempre he ido igual de bien preparado a la cita con los 42km. Como mi preparación siempre se basó en el no-plan (no confundir con el no-entrenamiento), esa anarquía me llevó a 12 carreras completamente distintas, algunas disfrutadas, otras disfrutadas y sufridas y alguna solo sufrida. Hablo de entrenamiento, no de lesiones, por lo que la última experiencia no cuenta. 

Un botón de muestra: al Ironman de Lanzarote llegué preparado (insisto, desde mis modestos planteamientos). Saliendo del agua tuve un gilipercance que acabó con una fisura en el pie y 222 kilómetros por delante. En la bici sufrí mucho por el tipo de apoyo que me exigía el pedaleo de pie (Lanzarote es sol y viento pero también cuestas por un tubo en el circuito ciclista). Al llegar al maratón tuve serias dudas por la fisura en el dedo gordo del pie, pero al calentar la zona con los primeros kilómetros de trote salió el elefante maratoniano que hay en mí. No sé si alguno se ha parado a mirar los 42km a pie de un Ironman, pero si alguien lo ha hecho sabrá que de medio pelotón para atrás se camina bastante. Conocía el medio en el que me tocaba moverme, un maratón de asfalto y saber que había entrenado más que decentemente me dio la tranquilidad suficiente para, con paciencia, trotar de principio a fin la distancia de Filípides y entrar en meta feliz como una perdiz (y con el pie hinchado como un tomate). 

Llevo 12, ya lo he dicho, pero el reto es terminar 2014 con 16. Es un número redondo para mí, yo nací un día 16. Contaré de qué se trata y porqué más maratón, teniendo en cuenta que en junio corro en Klagenfurt el Ironman Austria: por primera vez, el mes pasado en el Tui de Palma maldecí haber tomado la salida, no por otra cosa que por lo que llegué a sufrir terminando lesionado, y esta distancia me ha dado demasiadas satisfacciones para pensar mucho tiempo en mi última cita con ella. Y como un clavo saca otro clavo, para olvidar el pasado me centré en el futuro. De 12 a 16 van 4, que quisera que fuesen por este orden Magaluf, Barcelona, Austria (cuento el IM puesto que son 42195m con dorsal y distancia homologada, aunque con un poco más calentamiento del normal) y alguna prueba en otoño, todavía por decidir (y el abanico es cada vez más amplio). 

Y hay un reto dentro del reto: de Magaluf a Barcelona hay 14 días, y eso no lo he hecho aún.

Quiero llegar a 16 bien, habiendo preparado cada carrera como corresponde, y terminando siempre en buenas condiciones, habiendo disfrutado del camino.

Es decir, con tanto orgullo como alegría.

Salud y kilómetros. 

domingo, 27 de octubre de 2013

DE MEDIA A 10

El año pasado terminé el Campeonato de Baleares de maratón la mar de feliz. Siete días después corrí la media de Menorca y me salió marca personal, la que todavía lo es ahora (1h52). Este año repetí el intento. Lo de Palma está explicado más abajo. Lo de esta mañana se explica rápido.

Salimos todos juntos, media, 10k y 4.5k. Salgo bien, 5'25"-5'30" y voy así sin sobresaltos hasta el km 3. Me he pasado la semana con el hielo a cuestas y tomando hasta el miércoles ibuprofeno. El tendón ya no está hinchado, y no duele andando antes de la salida. Corriendo tampoco...hasta el km 3. Ahí se despierta y empieza a molestar. Como lo conozco bien, puedo explicar que es un dolor de menos a más, correspondiendo su intensidad al lento pero imparable proceso de inflamación. Cuando da el primer pinchazo dice que está ahí para quedarse. Aflojo un poquito pero sigo corriendo. En ese momento ya sé que lo de completar los 21 es sencillamente poco sensato. El riesgo es volver a caminar ¿3?, ¿4?, ¿5 kilómetros? Ni hablar.

En el 8 otro pinchazo fuerte y corroboro sin dudar que me quedan 2 kilómetros. Los paso como puedo y cojo el desvío del 10000 desobedeciendo al juez que ve que mi dorsal es de la media. Cruzo meta en 56' y listo. No había más.

Ahora hielo (paso de pastillas), estiramientos, trabajo excéntrico, natación y ciclismo. En una semanitas vuelvo pero preparando San Silvestre de Barcelona, 10km. Hasta entonces.

Salud y kilómetros.

miércoles, 23 de octubre de 2013

12 MARATONES (TUI Marathon Palma 2013)


Aunque bien poco para celebrar. No, puede que no fuese un fracaso por lo imponderable de las cosas que me sucedieron, pero tampoco fue un éxito. Aún así, "no podemos decidir la dirección del viento pero sí mover las velas".

Me pegué de salida al globo sub 4h30. Con mi MP en 4h31 y un verano sin espartana dedicación al maratón era una buena medida. Sobre 6'20"-6'25" debían salir los parciales de cada kilómetro. Pero mis amigos del globo tenían otros planes, y algunos kilómetros nos salían incluso por debajo de 6'. Mal, muy mal y luego termino de peinar a esta tropa.

En el km 17 pierdo el globo. No parecen muy interesados en avituallarse y desaparecen por el horizonte. En ese momento la media que me marca el GPS es de 6'07"/km. Vaya liebres. Yo sigo. Voy bebiendo todo lo que puedo en los avituallamientos porque hace mucho calor y la humedad es elevada. En el 5 iba ya todo empapado, por lo que procuro reponer líquidos con seriedad. También como algo: en varios rodajes había probado los "geles" de fruta de Mercadona, que son básicamente fruta triturada. Saben genial y me sientan bien. Azúcares y un aceptable porcentaje de sales, y baratos. Total, los tomo en el 10 y en el 23. En el 34 (de infausto recuerdo) me aprieto dos geles de otra marca, más técnicos ya (de peor sabor y resultados dudosamente mejores). A pesar de todo paso el medio maratón en 2h10, más rápido de lo que esperaba. Seguir a unas liebres que no saben hacer de liebres tiene estas cosas. Además, poco después, el alemán que llevaba el globo aparece delante mío otra vez. El globo ya no está, su camiseta con la leyenda "4h30" está girada del revés y él camina. Me dan ganas de darle una colleja, pero me retengo y le paso. Ya me molesta bastante el tendón de aquiles de la pierna izquierda.

Convivo con esta lesión desde 2008. Nos llevamos bastante bien dentro de todo. Si cuido un poco la mecánica, no me paso con el asfalto y voy poniendo hielo de vez en cuando. El triatlón, con las sesiones de agua y bici ayuda lo suyo. En 2011 el tema se descontroló. En el maratón de Barcelona el tendón se inflamó más de la cuenta ya desde los primeros kilómetros. En el 10 cojeaba y bajé el ritmo. En el 13 hice algo que no había hecho nunca: me retiré. Cojo, y con casi 30 km por delante hice lo que debía.

En Palma vuelve la molestia primero y el dolor después. En el km 34 me pega un pinchazo por el que incluso grito alarmando a la vecindad. Camino un poco, tomo gel y bebo. Vuelvo a probar y el tendón vuelve a pinchar. Debo decidir: retirada o peregrinaje de 8 km como-se-pueda hasta la meta. Van más o menos 3h30 y poco de carrera y decido caminar. Pruebo el trote en alguna ocasión pero duele demasiado, y hasta que no me quedan 400 metros (la foto debía ser más o menos ahí) no arranco otra vez, posiblemente a 8'/km con apoyos muy suaves, solo por no entrar andando. Para los amantes de los números, todo termina 4h54 después de haber comenzado. Mis ánimos por los suelos y unas palabras retumbando en mi cabeza: "Así no vale la pena".

Es mi duodécimo finisher, en trece intentos, claro, puesto que no cuento Barcelona 2011 como es lógico. Sí entran en el cómputo (esa licencia me permito) las dos veces que corrí 42195 metros con dorsal, en circuito homologado, después de "calentar" haciendo 3800m de natación y 180km en bici (Ironman de Frankfurt 2010 y de Lanzarote 2012). Si alguien no quiere contar esos maratones, entonces son 10, a gusto el consumidor.

Ahora estoy con el hielo, ya he dejado el ibuprofeno. La inflamación ha remitido bastante. Caminando ya no duele, y aún no  he corrido. Nadé el lunes sin usar las piernas, salí 1h15 el martes en la bici solo con el plato pequeño y he descansado hoy miércoles. El domingo estoy inscrito en el medio maratón de Menorca, como cada año. Si soy capaz de trotar saldré, aunque solo sea a completar la carrera de 10km que se organiza a la vez y sobre el mismo circuito. Si molesta vacaciones.

Salud y kilómetros.

lunes, 7 de octubre de 2013

CURRICULUM O NO



No voy a hablar de lo mal que llevo el blog. Podría cerrarlo por falta de actualizaciones. Pienso que las redes sociales, sobretodo Facebook y Twitter en mi caso, están cubriendo buena parte de las necesidades que el blog satisfacía allá por 2006 cuando fue creado. Sinceramente creo que un blog es ahora un espacio de esparcimiento literario de su autor, cualquiera que sea la temática del mismo, y me he convertido en buen lector de blogs y pésimo autor.

De todos modos, como almacén de históricos sí funciona, y para no olvidar ni que sea esa función de la bitácora voy a actualizar, a modo curricular o no, un poquito.

La foto corresponde al Extreme Man Menorca 113, edición de este año. Posiblemente la menos merecida por mi parte, ya que dediqué demasiado poco tiempo a entrenarla y la terminé con buenas dosis de éxito (de mi éxito, ese que no tiene en cuenta más que el hecho de cruzar la meta antes del cierre de control). Otro triatlón de distancia medio Ironman en el zurrón.

Ahora viene, en un par de semanas, un tour de force, maratón y media en 7 días, y en dos islas diferentes (ahora que está de moda, mi Red Bull 2 islands particular): Tui Marathon (así escrito, organización guiri) en Palma el día 20 y Mitja Marató Illa de Menorca el 27. De nada nos sirve ser íntimos de la organización de la media: nos la ponen cada año una semana después de los 42195 del Campeonato de Baleares (en el que quedaré irremediablemente el 36 de 36 que somos en mi categoría por poner una cifra cualquiera). Trigésimo octava media y duodécima maratón (advierto que cuento las dos de los dos Ironmans, que fueron 42195m con dorsal). Eso también puede ser curricular o no. 
Si me animo cuento en unos días como he sobrevivido a esa semana de asfalto, porque espero sobrevivir. 

Salud y kilómetros

lunes, 29 de julio de 2013

IN MY MIND, I'M A KENYAN




Buen momento como otro cualquiera para quitarle las telarañas a este rinconcito y colgar los proyectos de la temporada que ya debería haber empezado (aunque esto último sea harina de otro costal).


1. Meterme en el tritraje del club antes del 20 de septiempre. Cuando digo meterme me refiero a caber dentro de él. Como soy un fenómeno inscribiéndome, previo pago de un generoso canon el día que abrían las inscripciones, me comprometí a terminar el Medio Ironman local, una carrera que pasa por delante de la puerta de mi casa. Extreme Man Menorca 113, llaman a la criatura: 1.9km nadando, 90km en bicicleta y 21.1km corriendo (sumen y verán). Hay que terminar con dignidad.

2. Participar en el Campeonato de Baleares de Maratón a finales de octubre. El título está difícil, y me conformo con bajar mi marcón en la distancia, 4h31. In my mind, I'm a kenyan.

3. Completar en primavera otro maratón, muy posiblemente el de mi ciudad natal, Barcelona, donde terminé en 2007, 2009, 2010 y 2013, abandonando lesionado en 2011. Sería mi duodécimo aniversario como maratoniano. Me gustaría conseguir esa sensación de haber corrido bien y disfrutarlo.

4. Llegar a la meta del Ironman Austria en Klagenfurt. Estoy inscrito. Sería la tercera vez. Además, sin pensar en el reloj, también me gustaría hacerlo con solidez, sin épica. Veremos.

Siempre llevando con honor la pertenencia más que al club de los fondistas, al de los fondones, disfrutando del camino sin obsesiones, sin perderme el paisaje ni contar algún que otro chiste al voluntario o voluntaria de turno.

"Cada mañana al salir el sol en la sabana africana, la gacela sabe que debe correr más que el león más rápido si quiere seguir viviendo. Cada mañana al salir el sol en la sabana africana, el león sabe que debe correr más que la gacela más lenta si quiere comer y seguir viviendo. Por lo tanto, seas gacela o seas león, cada mañana al salir el sol vale más que estés preparado para correr si quieres seguir viviendo". Viejo refrán kalenjin.

Insisto, "In my mind, I'm a kenyan" (but in my legs I'm still a chubby slow white guy)

Salud y kilómetros!

miércoles, 27 de marzo de 2013

DISFRUTAR

Con Javi Velasco. En los 90 compartimos fútbol americano y ahora él le da al triatlón y yo a lo que puedo

Hace algunos días que me apetecía lanzar un par de reflexiones. Ha llegado el momento, disculpas a los dos esforzados lectores que me quedan. Todo es culpa del tarado de Filípides y de esa extraña manía que tenemos algunos de correr todo el rato y colgarnos dorsales.

Como se desprende de la entrada anterior, estoy en plena depresión post-maratón. A Barcelona me presenté habiendo entrenado más que  nunca pero sin preparar la carrera en absoluto. Por lo inespecífico de mi preparación (trail, bastones, cuestas y muchos kilómetros) sabía que mi marca iba a ser flojita, lo cual no supone una novedad, pero iba a sufrir relativamente (con perdón) poco. Además no quería sufrir. Sin embargo salí con dos amigos, algo más rápido de lo previsto, hasta que en el km 26 cambié el chip (entendido como el planteamiento de carrera, que el artilugio amarillo ese que pita en las alfombras no se movió de mi pie izquierdo en ningún momento), aflojé las piernas y también el gesto terminando más feliz que una perdiz. Y tuve tiempo para pensar...

Una carrera se afronta de muchas formas posibles, a saber:

A DARLO TODO: Has entrenado lo suficiente y tienes unas expectativas exigentes con respecto a tu rendimiento el día D. Hasta has hecho ese famoso test de 2x6000 con óptimos resultados. Sabes a qué ritmo saldrás (tu GPS te va a mantener informado puntualmente) pero además tienes grabado a fuego lo que debe decir el crono en los kilómetros 5, 10, 15, medio maratón, 25, 30, 35 y 40, y hasta cuentas con algo de fuelle para apretar al final. El muro ni lo vas a oler, puesto que tienes tus geles favoritos listos para ser consumidos y vas a hidratarte correctamente, no sea que un error evitable dé al traste con tus aspiraciones. Obviamente tienes alguna duda y alguna molestia, posiblemente por esa hipersensibilidad del maratoniano en capilla. Se trata de acercarse todo lo posible a tu línea de máximo rendimiento (eso sí, por debajo, que pasarse aunque sea muy poquito sería catastrófico), apretar los dientes, sufrir todo lo posible y un poquito más y cruzar esa línea mágica de meta pulverizando el mejor de tus registros. Muy satisfecho. Por cierto, recuerdas bien pocas cosas de la carrera más allá de tu reloj, tus zapas, y los geles que tomaste. Tu primo te animó en el 24 pero ni lo viste. Te dolió, pero "el dolor es pasajero y la gloria es para siempre". Estás satisfecho porque salió la marca, pero, ¿y si no sale?

CONTROLANDO: Calculas tu línea de máximo rendimiento ("a 5'00 hice la media bien, debería salir a 5'15 o 5'20") pero respetas la distancia y entiendes prudencial dejar un margen entre tus supuestas posibilidades y el nivel de tu esfuerzo (sales a 5'45). Eso, en condiciones normales te va a permitir terminar bien, e incluso correr en negativo, haciendo mejor la segunda mitad de la carrera, en teoría. Claro que igual no llevas demasiados kilómetros en las piernas (sino saldrías a 5'10 y a liarla), temes el muro y acabas sufriendo más de lo previsto, aunque tu marca final está bastante cerca de lo esperado y terminas suficientemente contento con tu carrera.

A DISFRUTAR:  Para salir así hay que haber entrenado. 42 kilómetros son muchos hasta para hacerlos lento si no te has puesto las pilas por lo menos en los últimos 4 meses (si tienes ya cierta experiencia). Supongamos que has entrenado y decides estirar el margen entre tu ritmo máximo y tu ritmo real el día D, más allá de lo que lo harías si hubieses salido controlando. El resultado: corres tan fresco como cuando sales a entrenar esperando gozar con la brisa de la mañana acariciando tu rostro. No vas ahogado, ya que tus pulsaciones están bastante por debajo de las de casi todos los que corren ese día contigo. Empiezas a "ver" y también a "oír" todo lo que sucede a tu alrededor. Te sobra fuelle para animar al tipo al que acabas de adelantar, y hasta para bromear con esas chicas que pasan por tu derecha, todas con la misma camiseta resueltas a terminar como un equipo lo que empezaron tiempo atrás tan juntas. Das las gracias a los voluntarios cuando te acercan el agua o el isotónico. Incluso éste último, te permites pedirlo "con hielo y limón" para sonrisa de la chica que ofreciéndotelo lleva ahí ya 5 horas a cambio de una camiseta de algodón y un bocadillo. Pasas junto a la terraza de un bar y gritas "cambio las zapatillas por una caña", y el camarero te ofrece una ("no te la voy a pagar-invito yo"), tres tragos (no es plan de liarse a cervezas en ese momento) y unos cuantos aplausos arrancados a la concurrencia y continúas feliz hacia la meta. Tu marca va a ser una ruina de todos modos, razón por la cual te permites la satisfacción de pensar en la carrera de los demás, y de echar una mano a quien ves en más dificultades. Y después de todo esto, tu hija pequeña te espera en el km 42 para correr contigo la recta de la gloria y cruzar el arco de meta agradeciendo al sentido común que las marcas te importen un pimiento (las tienes malas y malísimas) y pensando que un día como ese no tiene precio.

Respeto profundamente cualquier enfoque con el que uno pretenda afrontar su carrera personal. Además entiendo el valor de esfuerzo y superación que representa el reto de batirse a uno mismo, con el añadido que que uno suele batir a su yo más joven (por eso de que el tiempo corre hacia delante). Mi admiración para aquellos que trabajan duro, entrenamiento tras entrenamiento, persiguiendo mejorar lo suficiente como para batir esa o aquella marca. Tan solo defiendo que hay algo más, y algunos se lo están perdiendo.

Salud y kilómetros

sábado, 23 de marzo de 2013

MARATÓ DE BARCELONA 2013. LECCIONES APRENDIDAS



No fue una carrera más. Fue una de las mejores, por muchas razones. El viaje con la familia, la jornada menorquina del sábado y los más de 42 kilómetros con Eduardo y Ricard del domingo. Todo salió perfecto.

La recogida de dorsales la viví dos veces, primero con los madrugadores Eduardo y Ricard, y luego con la tropa menorquina, con la que a su vez me reuní a manteles para asegurarnos de que los depósitos de glucógeno muscular y hepático estaban repletos esperando al gran día. Hasta Tere se metió entre pecho y espalda unos huevos fritos con patatas y jamón después de su preceptivo plato de pasta. La marató bien lo valía.

Por no cansar vamos directos al domingo. Mañana gris y a ratos lluviosa. Trámites en la salida, junto al ejército de fondistas que nos trajimos de la isla y convocatoria postrera del trío la-la-la. Vaya tres: Eduardo, Ricard y el tarado que esto escribe. 

A Eduardo lo conozco desde 2008. Compartí con él 100 metros en el maratón de la capital. Nos seguíamos por la red y vino a animar. No sé cómo pero dio con nosotros (ese día éramos otro trío, los Rolling Slow) y eso me sorprendió muchísimo. Luego hemos mantenido un contacto electrónico pero sostenido en el tiempo, basado imagino en lo mucho que tenemos en común y buenas dosis de simpatía mútua. Hace un tiempo recibo un correo. Viene "de comparsa" a acompañar a su amigo Ricard, re-debutante en la distancia, que a ver si nos vemos (vaya si nos vimos...). Me hizo una ilusión bárbara su compañía.

Ricard es un barcelonés como yo, padre amantísimo (lo pude comprobar) y corredor aficionado de los que coquetean con las diferentes distancias del fondo patrio. Contaba una mala experiencia el año pasado en esta misma carrera y pretendía el domingo arrancarse de cuajo ese abandono forzoso. Se trataba de acabar (¡mi especialidad!).

"Bueno, Ricard, ¿qué idea llevas?" "Pues había pensado en salir a 6' pelados, que voy cómodo..." "Ok, tíos, pues nos vemos en la salida y si tenéis tiempo me esperáis en la meta, pero abrigaos que tardo". "Bien, tú ¿cómo lo ves, Eduardo?" "Ricard, Pepe es la rueda a seguir" "Ricard, tienes más talento que yo un rato largo, pero conmigo terminarás, aunque debes saber que tu marca va a ser una ruina"

Y Ricard tuvo un ataque de sensatez.

Salimos tranquilos y juntos, pero claro, uno está descansado, ha entrenado y las piernas se van solas. El gps empieza a contarnos que eso de 6'30"/km no se cumple ni de coña. Vamos más rápido. Eduardo viene hasta el 4, se para y lo recogemos poco después. Ir de comparsa tiene esto: saliendo de una lesión seria y sin entrenar no se puede hacer más (aunque luego le salieran 30 kilómetros). Va sin chip para no engañar a nadie. 

Hasta el medio maratón vamos bastante juntos. Luego les pierdo un poco. Del 24 al 26 los llevo 70 metros por delante. Al llegar al 26 cambio de estrategia: de sufrir a disfrutar, aflojo y empiezo a vivir la carrera (¡qué diferencia!). Esta es la lección que aprendí el domingo: hay dos formas de vivirlo, y uno mismo decide.

Pero Ricard no había hecho todos los deberes y estaba sufriendo. En el 32 los vuelvo a ver y en el 34 los atrapo. De ahí al final el objetivo se convierte en conseguir el título de finisher para Ricard, tarea en la que empleamos todos nuestros mejores recursos. Debo decir que él puso de su parte mucho más de lo que yo esperaba que pusiera, y apretando los dientes nos plantamos en el 42 enfilando el paseo de la gloria. El hombretón rompió a llorar con todos los honores y entró por méritos propios en ese club tan especial: el de los maratonianos. Mi enhorabuena desde aquí.

No fue una carrera más. Fue una de las mejores. Llegué a Barcelona con mi familia y mis amigos. Compartí la carrera con dos tipos muy especiales y asistí desde primera fila a la emoción del debutante, que no tiene precio. Y 10 maratones después aprendí una valiosísima lección. Un fin de semana redondo.

Salud y kilómetros