Mientras algunos se batían el cobre en la media de Getafe, carrera que estuvo en mi mente en su día, y que fue descartada más por temprana que por otra cosa, el que con estas líneas castiga al personal completaba un entrenamiento que resultó más duro de lo que antes de calzar las zapas podía pensar: 95 minutos de rodaje progresivo, empezando suave y terminando a todo trapo, a 5'20" el kilómetro.
Esos últimos minutos de la sesión se me hicieron especialmente duros. Supongo que será la falta de costumbre. Sigo siendo un fenómeno en materia de trote cochinero, pero cuando se trata de apretar los dientes sale ese talento que en mí tanto brilla (por su ausencia, claro), el corazón lucha por abrirse paso a través de cualquier conducto que conecte con el exterior y las piernas se empeñan en protestar cada zancada un poquito más.
Resumiendo y por no cansar: sufrí mucho pero terminé con los deberes según lo previsto. Ahora vamos a ver qué secuelas me deja el entrenamiento, porque las sensaciones son las mismas que recién terminado un medio maratón. Empiezo a pensar que tal vez sería una buena inversión visitar algún fisio para uno de esos masajitos de descarga que tan bien dicen que van.
Por otro lado no consigo averiguar la fecha del medio maratón de Denia. El año pasado fue a finales de marzo, por lo que no sería raro que esa fuese una buena referencia. Mis miedos están en que no se retrase el tema ni un poquito, porque el 5 de abril tengo en la isla un compromiso ineludible (bodorrio por todo lo alto) y con ello los planes se irían de cabeza al garete. Si alguien tiene más capacidad de investigación de la que yo ando demostrando (algo no muy difícil, por otro lado) y se entera del asunto que me deje algo en el blog, en el correo electrónico, en el móvil, o haciendo señales de humo si es preciso. Lo agradeceré toda la vida.