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El gimnasio me salvó la semanita de lunes a viernes. Por un lado en la piscina empiezo a notar pequeñísimas mejoras en mis sensaciones, aunque los tiempos aún no se han visto afectados por el volumen de trabajo ya realizado. Me conformo con nadar más a gusto, de momento, y lo de mejorar la velocidad supongo que llegará con el tiempo.
Las bicicletas estáticas cumplieron su cometido también esta semana. Hasta el sábado, los volúmenes de ciclismo no son demasiado altos en el plan, porque el mismo está pensado para gente que por sus obligaciones laborales no dispone de demasiado tiempo entre semana para entrenar. El sábado me tocaban 2 horas y media de rodaje pero el día salió con muchísimo viento y lluvia. Me propuse cambiarlo por una sesión sobre la bici de spinning, pero ahí no aguanté más de una hora, por lo que la tirada larga quedó en proyecto.
Hoy domingo corrí un cross en Sant Lluís. Con un frío de mil demonios tuve el honroso deber de cerrar la clasificación. Las inclemencias meteorológicas asustaron a casi todo el pelotón de cola que se quedó en casita junto al radiador. Tan sólo dos chicas fueron todo el tiempo por detrás de mí, pero ellas daban una vuelta menos al circuito por lo que el último en pasar por meta fue un servidor (cosas de correr federado cuando, probablemente, no debiera haberlo hecho nunca).
Al terminar el cross (durante el cual padecimos no sólo un cortante frío sino también una fina lluvia) salió el sol. Después de colaborar en la recogida de la cinta que marcaba el circuito (cosas de que fuese mi club el que organizaba la carrera) marché a casa a comer. Tal y como finalmente quedó el día, con sol y sin viento, no esperé ni a hacer la digestión: me volví a vestir de romano y salí con la bici a por 40 kilometrillos de prácticas. Y digo prácticas porque sigo aprendiendo a montar con el nuevo manillar.
Lo de los acoples lo llevo más o menos bien. Ya conduzco bastante recto y la posición me resulta relativamente cómoda de cintura para arriba, sin molestias durante ni después a nivel de hombros y espalda. Lo del culo es otro cantar. No estoy nada cómodo con la nueva posición sobre el sillín. No lo adelanté porque monté una potencia más cortita, pero sí lo incliné un poquito hacia delante. Aún así, mis partes nobles siguen padeciendo demasiado cada vez que me tiro sobre esos cuernos intentando convertirme en triatleta. No sé si el tema está tanto en la posición del sillín, en el tipo de sillín o en la falta de costumbre. Si no termino de hacerme con el tema me pensaré el instalar un sillín de triatlón, algo más largo y reforzado en su parte delantera.
Por lo demás, he rodado muy a gustito. Algo cansado por el cross de la mañana pero contento por poderme subir de nuevo a la bici después de una semana, sobretodo porque con las vacaciones viajamos a Barcelona y ahí sólo voy a poder salir a correr (aunque me llevo bañador, gorro y gafotas por si encuentro una piscina donde me acepten sin ser socio, previo pago de la correspondiente entrada puntual, claro). El martes volamos. A ver si puedo dejar algo aquí antes de desaparecer. Hasta entonces...
...mucha salud a todos!
PS. Lo de Pamela en bici con la pachorra y el latte de Starbucks en la mano es toda una metáfora de lo que no pude hacer esta puñetera semana: montar en bici en condiciones.
Por cierto, lo de doblar no debe ser muy bueno porque tengo las piernas más tostadas que la pipa de Toro Sentado. Ale, más salud.