
Hombre, pues para cómo empezó, al fin no estuvo mal. A ver si consigo ser breve.
Me sitúo algo más allá de los atracones de pasta del viernes y el sábado, más o menos el mismo domingo de autos, en principio bien tempranito. Soy un auténtico veterano en esto. Anoche lo preparé todo, pinché el dorsal en la camiseta y me dormí incluso antes de ver cómo terminaba el fútbol televisado. Bien desayuno que hay que llenar el depósito, vacío puntualmente los intestinos como mandan los cánones me visto y me voy. Llego al coche, monto y desmonto: olvidé la vaselina. Vuelta a casa, la pillo y me voy por segunda vez. Llego al coche, monto y desmonto: olvidé las tiritas de la nariz. Vuelta a casa, las pillo y desaparezco por tercera vez. Concuzco hasta la zona universitaria y desde ahí en metro hasta la plaza de España. Movidito ha empezado todo.
Acudo a la cita de las 8.00 con la tropa menorquina. Es una quedada para sacarnos una foto pero no hay cámara, requisito indispensable lo segundo para que se produzca lo primero. Rompemos filas y subo hacia el guardarropa. En plena escalera me paran los cuatro mosqueteros, a saber, Alex (de Nenikékamen), Víctor (Vicman) y su colega Jesús (Bekele) y Manel (Binoy). Departo muy brevemente con ellos empapándome de la ilusión de los dos debutantes y del aplomo de los veteranos. Un par de fotos y al guardarropa.
¿Dónde está la riñonera? No aparece en la mochila. La uso siempre en los maratones para cargar con los geles y algo de dinero para el taxi de un abandono que todavía no se ha producido nunca. Debo de haberla olvidado en casa, yo, el veterano que todo lo tenía tan controlado, sin mi riñonera de los maratones. En fin. Aprieto los geles en el microbolsillo del pantalón, dejo la ropa a una voluntaria (gracias desde aquí a todos ellos) y a la salida en la cola de los 12200. Durante un par de minutos recuerdo algo que hablé con Carlos Velayos hace un tiempo: siento una enorme sensación de soledad rodeado por tantísima gente. Ensimismado en estos pensamientos entretengo la mirada en una camiseta rosa. Enseguida deduzco que es la que la organización da este año a las chicas. Es muy bonita, estarán contentas. Además, ahora que me fijo, conozco a su propietaria. Es Ana Espirulina, junto al gran Hita. Dos caras amigas: me abalanzo sobre ellos no sin algún sobresalto por su parte y esperamos juntos el cañonazo del inicio.
Paso bajo el arco de salida cuando se llevan unos 7 minutos de carrera. Para entonces supongo que los keniatas irán ya a por el kilómetro 3. Despacito, con algo de frío pero controlando mucho el ritmo empiezo a correr mi maratón.
Las sensaciones no son muy buenas: tengo frío (algo que nunca había sentido), las piernas algo pesadas y el cabreo intacto: quería unos prolegómenos perfectos y hasta empezar a correr no tuve más que olvidos e improvisación. Además me pasa mucha gente. Intento relajarme y correr a mi ritmo. Igual no he salido tan atrás como yo pensaba. Antes del kilómetro 3 consulto el Fore por primera vez: llevo 1 hora 9 minutos corriendo y poco más de 11 kilómetros. No lo puse a cero tras el último rodaje. Renuevo el encabronamiento y reinicio el trasto. Ahora sólo podré controlar 39 kilómetros de carrera. Además no sé lo que he tardado en recorrer los 3 primeros por lo que el tiempo que llevo corriendo va a ser simplemente aproximado. Por mi cabeza pasaba la posibilidad de bajar de 5 horas teniendo en cuenta que, si bien no había entrenado más que otras veces, sí lo había hecho algo mejor. Si se da la marca lo sabré al bulto.
Tardo un par de kilómetros en relajarme de verdad. Resulta extraño porque aún después del avituallamiento del 5 me sigue pasando demasiada gente. Acierto armándome de paciencia y no modificando mi ritmo. Si algo sé de esto de los maratones es que es largo, muy largo.
En el 14 veo a mi hermana Marian que me saca alguna pose fotográfica y un par de besos. Iba a correr conmigo desde el 38 al final pero se me raja a última hora. Desde ahí empiezo a disfrutar un poquito más viendo cómo van cayendo los kilómetros poco a poco y mi condición se mantiene en un nivel aceptable.
Poco antes del medio maratón, en uno de esos tramos de ida y vuelta me cruzo con Ana. Celebro la oportunidad de volver a saludarla y sigo adelante. Paso la media en 2:21. Calculo con facilidad y veo que doblando el tiempo bajo de 5 horas. De todos modos sé dónde empieza mi carrera. Rara vez paso la mitad con una marca peor, pero a partir del 31 o 32 las fuerzas me suelen desaparecer.
Poco a poco invierto la proporción y empiezo a pasar a corredores. En el 25 ya veo a bastante gente caminando. Más en el 30. La zona de la playa es siempre mi punto débil, donde más sufrí el año pasado. Ahí me examino: no estoy peor que en el 10 y alucino por ello. Viene a mi cabeza la bici: esas tiradas de 70 y 80 kilómetros le han sentado de fábula a mis cuádriceps y más allá del 35 sigo clavando el ritmo casi de salida.
En el 38 vuelvo a ver a mi hermana con mi cuñado. Intercambiamos saludos, esta vez sin parada, y me voy para el casco antiguo de Barcelona con una ampolla puñetera, algo más tostado de piernas (es un maratón, no una broma) pero aún rodando a un ritmo decente. Ahora la cabeza suma muchos enteros porque el 80 por ciento de los que me rodean caminan y alguno con dificultad. La tentación de acompañarles es grande pero me da que andará cerca lo de las 5 horas y continúo corriendo con aceptable ánimo. Mi mejor marca data del 2007, 5:02, y lo de las 5:20 se ha repetido ya demasiado. Caen así el 39, y el 40. Antes del 41 ya veo la plaza al fondo y mis piernas aún me llevan. No sé cómo pero subo un poquito el ritmo (el último km me sale por debajo de 6'). Antes de las torres venecianas veo un coche con el crono oficial: ¡4: 54:00! Lo tengo, me cambia la cara, aprieto porque hasta le voy a bajar de 4:55 al reloj de meta (hay que restarle los 7 minutos que tardé en salir). Empiezo a pasar a todos. Recuerdo los calambres del año pasado: no están. Me gritan mis amigos desde las gradas: ¡Vamos Pepeee! Y cruzo esa meta con una enorme sonrisa de oreja a oreja que aún hoy, 2 días y muchas agujetas después, no ha desaparecido.
Marca oficial 4:48:20, récord personal. Esto es fantástico. Habrá más maratones.
Enhorabuena a los que llegaron a meta. Ánimos a los que lo intentaron y, a los demás, a todos, mucha salud para seguir en la brecha.