El pasado lunes empecé a entrenar. Desde ese día cuento 45 semanas menos un día (la carrera es en sábado) y ese es el tiempo que tengo para pasar de fondón venido a menos a hombre de hierro otra vez. Ese es todo el plazo disponible para preparar el cuerpo, ni un día más.
A pesar de que pueda parecer otra cosa, el punto de partida es bastante malo. La tendinitis que me bajó del maratón de Barcelona en el kilómetro 13 la he superado (casi) a costa de no correr apenas y terminar dos ultras (Trail Serra de Tramontana y 101 de Ronda) con un par de... bastones y mucho cuidado. Nadar, nada serio desde Frankfurt, hace ya más de un año, y la bici con demasiado polvo como para decir que la he usado ni un poquito. Por tanto, viendo lo que he hecho ya desde el lunes pasado puedo afirmar felizmente que estoy entrenando otra vez.
La idea, durante las primeras 6 u 8 semanas es olvidarme del volumen y, por descontado, de la intensidad, y centrarme en lo que se llama frecuencia, algo tan sencillo como salir a entrenar un día tras otro, nadar y correr hoy, bici mañana, y así sucesivamente, sesiones cortitas que dejen el cuerpo hasta pidiendo un poquito más, no sufriendo ni un ápice y descansando por completo un día por semana. Eso es en lo que estoy ahora.
Otro tema que me ocupa, del que me cuesta hablar consciente de que por demasiado comentado y nunca bien resuelto carezco de toda credibilidad es el del peso. Estoy unos 9 kilos por encima de lo que pesé en Frankfurt hace un año. Para ese Ironman bajé 14 kilos, sin dieta, comiendo bien y entrenando. Para Lanzarote, con lo dura que es la bici parece que esas cifras no garantizan casi nada y el esfuerzo deberá ser mayor. En esta semana, quitando solo las calorías vacías de mi dieta y entrenando he bajado casi un kilo, pero posiblemente sea por lo fácil que me es siempre al principio. Trataré de hacer algún ajuste serio más en lo que como para espabilar. Ayer me probé el tri-traje nuevo del club y al cerrar la cremallera creía que lo iba a reventar. No es que me quedara justo, es que no podía respirar. O las tallas XXL de la marca que nos equipa no son lo que debieran o todos los triatletas son unos tirillas o yo soy un barrilete de tres pares de narices (que es lo más probable). Hace algunos años el sobrepeso amenazaba mi salud. Conseguí eliminar los kilos-riesgo pero nunca terminé el trabajo. No estoy en condiciones de afirmar que esta vez será diferente pero permítanme que lo intente.
Donde hay un deseo hay un camino.
Salud y kilómetros!!!