domingo, 25 de septiembre de 2011

CAMINO A LANZAROTE (Y 4). LA NATACIÓN


Lo que se produce primero por su orden en el Ironman es para mí lo último en la escala de preocupaciones. Y como no es este un sitio en el que abunden las machadas me explico:

Aunque a simple vista la natación en el triatlón sea uno de los tres tercios del invento, en realidad su importancia cuantitativa es bastante menor... siempre que uno sepa nadar. Esta última afirmación no es baladí: muchos triatletas noveles sufren especialmente en el agua. Nadar es mucho más técnico que montar en bici o correr. En estos últimos sectores de la prueba, un poquito de técnica y mucho entrenamiento nos acercan considerablemente al éxito. En el agua hay que saber desenvolverse.

Yo nado aceptablemente desde pequeñito, que es cuando se aprenden las cosas que los adultos hacen aceptablemente. Tuve la inmensa fortuna de ir a un colegio con piscina (casi un lujo diría yo), y la natación era una asignatura curricular como otra cualquiera. Jamás nadé federado ni nada por el estilo. Simplemente me defiendo con corrección técnica, por lo que salpimentando mi base con algo de volumen y unas gotitas de intensidad el entrenamiento para superar los 3800 metros está servido.

Aclarada ésta, la única ventaja que el deporte me da con respecto a los de secano, y para que se entienda con claridad lo de la menor importancia de la natación en el Ironman diré que seguramente se esté por debajo del 10% del tiempo final de carrera en el agua. En Lanzarote puede que hasta menos aún, ya que la bici es especialmente parecida a la herramienta de trabajo de Nacho Vidal: larga y dura.

Pero una cosa es que la natación no me preocupe y otra es que no tenga su protagonismo en la preparación, porque 3800 no se nadan sin entrenar. En el agua haré tres entrenamientos semanales al principio, y hasta cuatro en la fase de mayor volumen total de trabajo. 60 minutos son una buena referencia de media, pero habrá algunos días más largos (no mucho más) que eso. Además pienso aprovechar los días en que nade para correr antes o después, por aquello de no mezclar nada más con la bicicleta que es lo más demandante desde el punto de vista de dedicación temporal.

La coletilla que acompaña al título de esta entrada (y4) demuestra que se acabó el hablar de futuro. Dice un conocido que los planes de entrenamiento son la segunda mejor manera de entrenar. La primera es demostrar el movimiento andando. Queda mucha miscelánea (material, suplementación alimentícia, estrategia de viaje, planteamiento de la carrera,...) pero ni se puede hablar de todo de golpe ni se debe agotar al sufrido lector. Trataré de seguir informando.

Hasta entonces, Salud y Kilómetros!

4 comentarios:

Nombre dijo...

3 días a la semana para la natación (4 cerca de la fecha)... y eso que es la parte que menos te preocupa!!! Asusta la cantidad de tiempo que le tienes que echar. Mucho ánimo, amigo!!!

SlowPepe dijo...

COMMEDIA: 3 días una horita es volumen humilde para lo que se gasta por aquí. Lo de la inversión en tiempo es objeto de estudio más profundo en otra reflexión vagabunda que aguarda mejor momento para aflorar, pero adelanto que si no fuese algo tan costoso desde ese punto de vista el menda llevaría ya una docena de esas pruebas para pingüinos oxidados.

Espirulina dijo...

Se me olvidó decirte que te sienta bien el gorro rosa, jajaja. Mucha suerte, Pepe.

Unknown dijo...

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