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El próximo domingo, en 8 días de nada, organizamos con unos amiguetes lo que llamamos un "Triatlón de paquetes". La propuesta estaba en 1500-42-10, algo parecido a la distancia olímpica, pero el refunfuñar de los más ciclistas del lugar dejó el tramo de carrera a pie en 5 kilometrillos.
Lo de los 1500 en el medio acuático tiene de dificultad el conseguir embutirme en el neopreno de buzo de los avernos que me han prestado. Una vez dentro no habrá medusa que se me resista. La distancia la estoy nadando ya bien en la piscina, y dice mi amigo Pavel, un triatleta con ranking (a saber lo que será eso...) que nadar con el traje está poco menos que chupado porque flotas más.
Correr 5 kilómetros, a ritmo de elefante de la sabana (léase sa-bá-na, y no aquello que se me pega todas las mañanas que toca currar), no va a ser un problema mayor. Lo jorobado será la bici, porque el perfil es cabrón, al menos en sus primeros 20 kilómetros, justo al dejar la playa.
Por eso salí esta mañana a lomos de la flaca, con más pinta de globero con aspiraciones que otra cosa, y escuchando el chirrido de al menos una de mis rodillas, salí a comerme unos cuantos kilómetros. A la media horita larga de suave pedaleo, cuando más ensimismado estaba disfrutando del paisaje, me cruzo con toda la tropa de la Asociació Cicloturista de Menorca, que viene en sentido contrario. Ahí algún amiguete me reconoce (lo dicho, mi pinta no deja lugar a dudas) y me grita algo así como "Maricóoooooon, cruza y venteeeeee!!!" (grito más cercano esa confianza que da asco que a la homofobia). Les hago como que no les veo, y cuando no tengo más remedio que contestar afirmo que ando con molestias y no quiero ser un engorro para ellos. Insisten todo el tiempo que va desde que nos vemos de cara hasta que pierdo de vista sus traseros. Entonces me sabe mal, cruzo la carretera y voy tras ellos.
Maaaal, Pepe, mal. Tienes a un pelotón de tipos con los huevos pelados de andar en bici rodando con viento en contra y ¿piensas atraparles?. Bueno, confiaba en que alguno giraría la cabeza. Nones. Les pierdo de vista. De todos modos sé adónde van. Terminarán en Fornells, tomando un café. Me voy para allá, llego tarde de narices pero con tiempo para sentarme dos minutitos con todos ellos. Les digo que hice 25 o 30 kilómetros en sentido contrario desde que nos cruzamos y luego fui a por ellos. Risas.
Termina el cafetito y salimos todos en pelotón. Ruedo con ellos hasta el cruce de la carretera de Maó. Es una delicia. Una veintena larga de ciclistas rodamos a 32-35 km/h sin apenas esfuerzo, charlando de dos en dos o de tres en tres. Se me hace cortísimo. La próxima vez doy la vuelta al verlos y me voy con ellos. Rodar en pelotón es otra historia.