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El chalado que esto escribe se ha federado. Era el mejor modo que encontré para sumergirme de verdad en el ambiente corredor de la isla, y bastó la propuesta de un par de amiguetes para solicitar mi ingreso en el CRISMAR CCE SANT LLUÍS ATLETISME. Entregué la documentación, pagué mi licencia y me dieron el alta y la bienvenida. Que conste que les advertí que fichaban a un orgulloso perdedor. Desconozco si fue altruismo, inconsciencia o pena, pero por alguna razón me aceptaron sin rechistar y admito sentirme ya orgulloso de maldefender esos colores.
En las actividades del club están los desplazamientos para correr en cuanto campeonato de Baleares de veteranos se ponga a tiro. El domingo pasado fue el cross, al que gentilmente me invitaron pese a no cumplir con el requisito previo de haber corrido antes carreras de esa disciplina en Menorca. Me dieron el uniforme completo que me fue de perillas a excepción de la camiseta de correr. Está claro que las tallas de atleta son pensando en etíopes o keniatas, porque mi XL me hacía parecer un salchichón blanco a punto de explotar. Nada que unas manos expertas en el arte del corte y la confección (la abuela de mi mujer, sin ir más lejos) y unos pequeños y discretos añadidos no pudiesen solucionar.
Salimos con los veteranos para Manacor (Mallorca, isla vecina con la que todo peninsular confunde a nuestra Menorca a la menor oportunidad) el pasado sábado por la mañana, con un vendaval de órdago que sacudió el avión en el despegue como si fuese una pelota de ping-pong entre dos raquetas chinas. Baste decir que detrás nuestro ya no salió nadie porque cerraron el aeropuerto. El mismo sábado volveríamos a tropezar con el viento y sus trastadas, ya en Mallorca, quedándonos tirados en el tren por la caída de varios árboles en la vía, cosas de la caprichosa naturaleza.
Y llegamos al día de la carrera. Enseguida pude comprobar lo que distingue todo lo que allí había de mis conocidas carreras populares. No hay paquetes federados. Bueno, el domingo había uno, el que ahora escribe todo esto.
Me tocó en suerte la carrera de la categoría Veteranos M35 (la mía, no me echéis más años). Corrimos junto con los M40 y M45, además de las Senior Femenino. 7 kilómetros de puro cross, a imagen y semejanza de Lasarte o Itálica, sin barro pero con mucho viento.
A los 10 metros de carrera ya tenía claro el tema: empezaba el último e iba a terminar el último, con total seguridad. Rápidamente se abrió un hueco entre el final del pelotón y mi fina estampa, espacio que no hizo sino crecer y crecer con el paso de los kilómetros. Fui doblado posiblemente por el 50% de los participantes, con lo que al pasar por meta para empezar mi última vuelta todos ellos ya habían terminado. Como es costumbre el no tener en cuenta al pobre en la casa del rico, tuve que pasar ese trago a chillido limpio, gritando algo así como "¡¡¡Pasoooo, que no hemos terminadooooo!!!" Eso sí, mil perdones y se apartaron todos al instante. Esa última vuelta la hice ya sin ser doblado (es lo que tiene) y compartiendo circuito con algunos atletas en pleno enfriamiento (a los que en su trote suave no fui capaz de adelantar en ningún caso). Volví a ser el más aplaudido en meta, jaleado por el speaker y terminando rendido porque, aunque no sea algo habitual, me dejé el resuello en el intento, en un circuito duro y con unas condiciones atmosféricas adversas. Eso sí, a los 2 minutos ya estiraba feliz, pensando en la paella que nos estaba esperando a todos los de mi club.
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Tras hermanarnos a manteles frente a un arroz que quitaba el sentido viajamos de vuelta a casa, con la mejor de nuestras sonrisas y haciendo un balance de lo más positivo. Mi club gana un paquete y yo gano un montón de amigos con los que compartir esta locura que nos tiene a todos igual de enfermos. La próxima salida es al medio maratón de Pollença (campeonato de Baleares de medio maratón), también a gastos pagados, y con varias liebres tentándome para romper de una vez por todas la barrera de las dos horas. Me muero de ganas.
Salud y buenos rodajes a todos.